Un ascenso estelar apoyado en un discurso populista, unido a declaraciones racistas, machistas y homófobas. Aunque pueda parecer que hablamos del presidente estadounidense Donald Trump, se trata de su 'clon brasileño', Jair Bolsonaro. En una nueva victoria de la ultra derecha, el ex capitán del Ejército será el presidente de Brasil a partir de enero, y aunque se presenta como un nuevo rostro, lleva tres décadas ocupando cargos públicos. Entre sus propuestas más polémicas destacan: eliminar los límites en la venta de armas, institucionalizar la impunidad policial, abrir más escuelas militares e implantar sus valores en la educación, poner fin a las cuotas raciales en las aulas, o reducir la edad legal de ingreso en prisión, así como plantear la salida del Acuerdo de París contra el cambio climático.
Aunque no ha llegado a plantear cómo cumplirá sus compromisos electorales, al igual que en el caso de Donald Trump, el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro ha dejado entrever sus planes en sus polémicas intervenciones. Su discurso populista y ultraderechista, aprovechando el hartazgo ciudadano ante la violencia y la corrupción, le ha llevado a vencer en las urnas.
El ex capitán del Ejército, igual que el millonario estadounidense, ha pasado de desconocido a popular en apenas unos meses, en parte gracias a su actividad en las redes sociales, pero principalmente por sus salidas de tono, que le han valido una gran expectación mediática. La contradicción es también una de sus señas de identidad, ya que mientras se presenta como neoliberal y defiende las privatizaciones, por otro lado, critica que Brasil 'se venda' a otros países, de la misma forma que en materia de lucha contra el cambio climático, comenzó asegurando que Brasil abandonaría el acuerdo de París, para terminar diciendo que lo sometería a consulta popular.
El hasta ahora diputado federal por Río de Janeiro, de 63 años, padre de 5 hijos, de los que 3 se dedican a la política, ha ganado las elecciones y ocupará la presidencia a partir de enero. Bolsonaro es un nostálgico de la dictadura militar brasileña, a la que sirvió como capitán del Ejército desde 1980. Lejos de condenar los crímenes del régimen, ha llegado a decir que "no ha habido dictadura en Brasil, ya que la ley solo era difícil para los bandidos y los canallas", al tiempo que defendió que "la dictadura debería haber fusilado a 30.000 corruptos, entre ellos el presidente Fernando Henrique".
Bolsonaro defiende el uso de armas y considera que cada ciudadano debería tener una en casa para defenderse, además prevé tipificar como terrorismo el hallanamiento de morada, al tiempo que justifica que un ciudadano dispare y mate a quien entre a su finca. También aboga por "reforzar judicialmente" la actuación policial, en un país donde han muerto más de 700 personas entre febrero y agosto debido a la violencia policial. "La policía puede disparar y si, por casualidad, el criminal se muere, paciencia", ha manifestado.
En otro guiño al mundo militar, prevé incluir a militares en su Gobierno, y según los medios brasileños, el ministro de Educación podría ser uno de ellos, ya que entre las ideas de Bolsonaro está incluir los valores castrenses en las aulas y abrir más escuelas militares.
En materia de Educación, quiere instaurar también los valores conservadores de la familia y combatir la que llama "sexualización precoz en las escuelas", lo que supone prohibir la enseñanza de carácter progresista. Plantea también eliminar las cuotas raciales en las aulas y en las oposiciones, y apuesta por cerrar las fronteras y crear campos de refugiados para venezolanos y no ceder más territorios a los índigenas, a los que ha tachado de "hediondos y no educados".
Entre sus más polémicas frases se encuentran las de carácter racista, machista y homófobo. "Prefiero un hijo muerto a un hijo gay", "Si veo a dos hombres besándose en la calle les pego" (dijo en 2002), "si el niño empieza a amanerarse, se le atiza y cambia su comportamiento", "los afrodescendientes no sirven ni para procear" o "jamás la violaría porque ni eso se merece, es demasiado fea". En varias ocasiones ha querido rectificar sus palabras, y en una estrategia también similar a la de Trump, ha culpado a los medios de "tergiversar y mentir", y lanzar 'fake news' en su contra.
Habrá que esperar a que comience su mandato para conocer sus verdades planes y primeros pasos al frente del Ejecutivo brasileño, para constatar si sigue la senda de su homólogo estadounidense, que ya le ha felicitado por la victoria, del mismo modo que los líderes ultraderechistas, Marine Le Pen o Matteo Salvini.
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