Propicios días para Alberto Garzón

Garzón nació en 1985. Él no lo sabe, pero el planeta ya existía cuando tuvimos la suerte el resto de mortales de que este diletante de la política viniera a poner los puntos sobre las íes y hasta las mismísimas íes que no debíamos tener antes de su aparición.

Cuando él nació, en España ya teníamos Constitución; ya nos habíamos roto la cabeza, las costillas y el alma contra Franco y, especialmente, contra las instituciones, cargos y maneras que le sobrevivieron. Cuando este pimpollo advino a la tierra, Tejero ya estaba en la cárcel, Borrell ya había implantado un sistema impositivo que obligaba también a los ricos a pagar impuestos y los españoles la pasábamos bien en Barcelona y Madrid, los dos motores artísticos, culturales y políticos del momento, fumando porros y bailando tecno.

Meses antes de que él nos fuera enviado desde el planeta Kripton por los benignos dioses, el gobierno González ya había abierto la verja de Gibraltar, los comunistas estaban ultimando el acuerdo fundacional de Izquierda Unida, Ángel Urteaga era liberado de su secuestro por ETA tras el pago de 150 millones de pesetas y en Barcelona se inaugura el Primer Congreso del Movimiento Verde, semanas antes de que dos petroleros explotaran en la bahía de Algeciras dejando más de 30 muertos.

En ese año fundacional del mundo mundial y urbe et orbi, Gorbachov llega a la presidencia de la Unión Soviética y se produce el primer atentado islamista en España en el restaurante El Descanso de Madrid. Ese año cero de la humanidad y la política también vio la entrada de España y Portugal en la CEE, papá de la actual Unión Europea; y hasta se realizó el "butrón más grande del mundo" en la central del Banco Hispano Americano en Barcelona con un botín de más de mil millones de pesetas.

Fue un año raro el del nacimiento de este Fénix del Marxismo: los partidarios y opositores al régimen de Pinochet en Chile osaron firmar el Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia que funcionó mal que bien, y a pesar de que Alberto Garzón aún no nos había sido enviado por los dioses, los ciborgs o los terminators de John Connor para salvarnos.

También en 1985 se produjo un gran milagro: el lanzamiento de Supermario Bros y, la verdad, no nos explicamos cómo pudo suceder si aún no había llegado Garzón de allende las galaxias a decirnos cómo hacerlo. Fue un poco antes de que Frank Zappa tuviera que declarar ante el senado gringo por rojo, demoníaco y lúbrico. Suerte que ya estaba a punto de parir doña Isabel Espinosa Casares, madre del unigénito y farmacéutica por otras señas.

Yo por entonces no estaba pendiente de los natalicios megaferolíticos en la España oscura y negra de toda negritud a. G., antes de Garzón, pues estaba muy preocupado por la toma del Palacio de Justicia en Bogotá (Colombia) por el grupo guerrillero M-19 bien financiado por Pablo Escobar (sí, sí, Pablo Escobar ya existía antes de la llegada al mundo del quinto bítel) y, sin solución de continuidad ni instante para respirar, la pobre Omayra Sánchez murió ante las cámaras de televisión del mundo tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz también en Colombia.

Afortunadamente, nació Alberto Garzón y nos trajo la democracia, la lucha de clases y la compasión civil por los menos afortunados. Tipejos tontos como Gaspar Llamazares, Julio Anguita o Gerardo Iglesias fueron solo unos principiantes capitalistas a los que conviene purgar, expurgar y depurar de una patada al ostracismo.

Hoy en día IU es uno de los partidos políticos referentes en el mundo mundial y uno de los más importantes en el senado galáctico de Star wars, de hecho, Garzón se sienta entre Obi-Wan Kenobi y el Maestro Yoda que de tanto en vez pide consejo al inefable líder que rindió IU a las veleidades de un megalómano recién llegado.

En fin, no entiendo por qué Gaspar Llamazares se revuelve, se molesta y se cabrea ante el Gran Timonel Garzón que en toda su vida política lo único que ha hecho es parecer que llora cada vez que repite alguna de las chorradas más twiteadas y enterrar IU en Podemos.