En el actual contexto de guerra comercial entre Estados Unidos y China, que más allá de buenas intenciones, parece lejos de resolverse, los datos económicos que se publican de China siguen sin rebajar la preocupación por su situación económica, y con ella, por la economía mundial. En diciembre, las ganancias de las empresas industriales se contrajeron por segundo mes consecutivo en diciembre, lo que supone más presión para que los dirigentes políticos apoyen a las industrias afectadas por la desaceleración de los precios y la débil actividad de las fábricas. Las ganancias industriales se situaron en 680,8 mil millones de yuanes, un 1,9% menos que el año anterior, lastradas por los débiles precios mayoristas y una demanda más floja, señaló ayer la Oficina Nacional de Estadísticas. El dato de diciembre se suma a la caída del 1,8% en noviembre, que supuso la primera contracción de las ganancias en casi tres años. Estos nuevos datos negativos apuntan a más problemas para el sector manufacturero del país, que está atravesando un periodo de disminución en los pedidos, despidos y cierres de fábricas, al ralentizarse el crecimiento económico a su nivel más débil en casi tres décadas. Los esfuerzos de Pekín para reducir los elevados niveles de la deuda están frenando el mercado inmobiliario y también los flujos de crédito, al mismo tiempo que las medidas contra la contaminación merman la actividad industrial. En 2018 la economía se expandió un 6,6% y todo apunta a que volverá a desacelerarse este año.