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Antonio Lozano

lunes 11 de febrero de 2019, 18:00h

En Canarias hay muchos mitos, como en casi todas partes, pero uno de ellos, omnipresente en campañas políticas y mítines alcanforados hasta la saciedad, es el de que el archipiélago canario es, debe de ser, será, etc. etc., una plataforma de tres continentes, de tres culturas: la europea, la africana y la latinoamericana. Su ubicación en el mapa reclama algo así, podríamos decir, y también su historia, anterior y posterior a que Cristóbal Colón recalara en Gran Canaria en su primer viaje, o en el tercero en La Gomera, para reparar el timón de su barco o para visitar a una señora, no sabemos muy bien.

Pero siempre hay personas empecinadas en todas partes, personas que creen que es posible ir más allá de los tópicos y construir propuestas de verdad. Antonio Lozano, que se nos fue anteayer, era una de ellas. Mi querido Antonio, nació en Tánger en 1956 y estudió Magisterio en Granada. Desde 1984 vivía en la villa grancanaria de Agüimes, y en 1987 se incorporó al gobierno municipal como concejal de Cultura y Desarrollo Local, y desde allí, puso en marcha el Festival del Sur-Encuentro Teatral Tres Continentes.

Un auténtico milagro, un ejemplo de verdad de vocación tricontinental que aglutina a compañías teatrales de África, América y Europa para consolidar un espacio de encuentro y el diálogo entre las culturas de los tres continentes vinculados. Y lo consiguió, vaya si lo consiguió. Dirigió el Festival hasta su vigésima edición, y en la actualidad se ocupaba de la programación de las actividades paralelas del mismo. El Festival promovido por Antonio Lozano, y por otro Antonio, Antonio Morales, a la sazón alcalde de Agüimes y actual presidente del Cabildo de Gran Canaria, cumplió en 2012 sus 25 años. Hasta la fecha, a pesar de los distintos avatares políticos que lo quisieron fulminar, se ha consolidado como un lugar de encuentro de las gentes del teatro latinoamericano y africano, y europeo, claro, y canario, por supuesto.

Antonio Lozano cerraba siempre el Festival con un excelente cuscús que preparaba él mismo, daba igual cuantos comensales hubiera: el cuscús más delicioso que he probado en mi vida.

Antonio Lozano también era un gran narrador, cuya novelas siempre han escarbado, a veces con crudeza y siempre con cariño, en ese continente tan próximo y tan cercano que se llama África, en sus dramas y en sus personas. Pero si algo caracterizaba a Antonio era la ternura, de la que nos dejó testimonio hasta el final. Y pienso que así debe ser recordado, como una persona tierna y generosa. Carolina, Carlos y Javier, sus hijos, y Clari, su esposa y compañera, seguro que llevarán siempre esa bandera.

José María Noguerol

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