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'José K, torturado': un dilema ético y moral

'José K, torturado': un dilema ético y moral

lunes 25 de febrero de 2019, 17:05h

Hay temas capitales a los que la sociedad prefiere no hincarles el diente porque manchan, inquietan, incomodan. Y son asuntos que atañen a todos y en todas las épocas, pero sobre los que es mejor pasar de perfil, de lado y, a lo sumo, echarles una mirada de reojo. Y lo hacemos sabiendo que existen, pero están lejos de nuestro día a día, y a los que quizás alguien tendrá que enfrentarse por razones políticas o profesionales. Como yo poco puedo hacer –nos decimos-, que sean ellos quienes decidan su aplicación o utilización, o no, en función de un bien mayor con el que todos comulgamos: la paz, el bienestar, la concordia, el bien común. Me refiero a asuntos tan capitales como la pena de muerte, la tortura, la ley penitenciaria y las cárceles, la proporcionalidad de las penas en función de la naturaleza y los delitos cometidos, el crecimiento de la pobreza y la marginalidad en nuestra sociedad de los modelos exclusivos, los Iphone y la opulencia, o la invasión de emigrantes que arriesgan sus vidas en las pateras en donde cruzan el Estrecho…

El Teatro de La Abadía propone esta temporada una reflexión colectiva en torno a estos y otros temas a través de diversos montajes que abordan sus límites éticos. Uno de ellos es este ‘José K, torturado’, un texto del periodista Javier Ortiz, con dirección, dramaturgia y espacio escénico de Carles Alfaro, que está interpretado por Iván Hermes. Puede verse en la Sala José Luis Alonso de La Abadía sólo hasta el 10 de marzo próximo. En él, un hombre totalmente desnudo, sentado sobre un inodoro y con las manos atadas a la espalda, que está encerrado dentro de una urna transparente –aunque, poco a poco, se irá empañando por el calor, las palabras, el sudor y la tensión que va adueñándose del hombre, un terrorista que la policía ha pillado in fraganti, expresa en voz alta a través de un micrófono el horror, el miedo, el dolor y la impotencia que se apoderan de él como consecuencia de las torturas a las que está siendo sometido…

El hombre, el terrorista, José K (impresionante la capacidad gestual y vocal de Iván Hermes, en una interpretación que hiela la sangre, ha puesto una bomba en medio de una plaza en donde se va a llevar a cabo una gran concentración humana y la policía, tras detenerlo a última hora, apenas sí cuenta con tiempo para buscar el artefacto que está a punto de estallar y, menos aún, para desalojar la plaza sin que, probablemente, se produzca una avalancha que podría acarrear males mayores aún. La única salida por la que parece haber optado es la de torturar al terrorista detenido a ver si consigue hacerle “cantar”. En el monólogo del terrorista se desgranan prácticas tan intolerables como la picana o la rata encerrada en el inodoro que acabará devorando las entrañas del interrogado, y hasta la detención, el trato degradante y la tortura de su propia madre, que llega a morir ante sus propios ojos, como anticipo del mismo final que le aguarda a él.

El montaje comienza con una inesperada y ensordecedora explosión que sorprende al espectador y lo llena de zozobra e inquietud. Sensaciones ambas que se pronuncian aún más cuando, entre sombras, descubre al hombre desnudo y metido en la urna, sentado en la taza del wáter, al que apenas sí distingue y que escucha con ayuda de un micrófono situado en el habitáculo. Un primer plano permanente de sus gestos es proyectado de principio a fin del montaje sobre una gran pantalla situada al fondo del escenario, que permite calibrar la intensidad y el dominio del gesto del actor dando vida a su personaje.

“Me llamo José K, y he sido torturado…”. Así comienza el largo monólogo del terrorista que trata de explicar las razones que le han llevado a poner una bomba en la plaza, aplicarle un temporizador y asumir la responsabilidad de las muertes –por decenas que sean las personas que vayan a perder su vida-, como consecuencia de su acción. ¿Es lícita la tortura en casos como este, para poder evitar así la masacre? Esta es la pregunta que debe formularse y contestarse cada espectador. Pero también si las acciones sangrientas que el terrorista acomete pueden estar justificadas por la violencia institucional o la aplicación de la tortura de aquellos que luchan contra personas que, como él, quieren pasar por encima de las leyes y el derecho para conseguir sus fines. Como siempre, en la teoría, incluso en la legalidad, casi todo el mundo abomina de la muerte, de la tortura y de la violencia, pero así y todo no podemos desconocer que situaciones como la planteada en este ‘José K, torturado’ siguen dándose en regímenes políticos de uno y otro signo ante la indiferencia de casi todos, y esta es una circunstancia que no puede seguir. El montaje es tan incómodo como necesario.

'José K, torturado'

Texto: Javier Ortiz

Dirección, dramaturgia y espacio escénico: Carles Alfaro

Intérprete: Iván Hermes

Ayudante de dirección: Vicenta Ndongo

Espacio sonoro: José Antonio Gutierrez

Coordinación técnica: Ismael Aguilar y Paco Silva

Fotografía: Jordi Pla

Asesoramiento y documentación: Jorge Del Cura

Producción ejecutiva: Moma Teatre

Una producción de Moma Teatre con la colaboración de Hermes Producciones

Teatro de La Abadía, Madrid

Hasta el 10 de marzo de 2019

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