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Hasta en la forma de dar la mano

viernes 08 de marzo de 2019, 09:33h
Hasta en la forma de dar la mano
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Marcos Vizcaya fue portavoz del Grupo Vasco de 1979 a 1986. Sucedió en la representación a Xabier Arzalluz. Tras el fallecimiento de Xabier me envió este correo: "Gracias Iñaki por la notificación. Me ha causado honda impresión porque no sabía nada sobre su estado de salud. Se ha ido con sus muchas luces y alguna sombra el que fue junto a ti mi mentor, mi faro y mi compañero en aquellas solitarias jornadas en el Madrid del 77. Cuántas películas después de los plenos, comisiones, cuántas comidas de trabajo...!!! ¡Cuántas reuniones! Qué recuerdos en especial de vivencias humanas y cotidianas. Pero se nos ha ido y con él una parte de nuestra historia y de nuestra vida. Que descanse en paz con honor. Mis diferencias con él son gotas en un mar de reconocimiento. Un abrazo a su familia". Marcos, junto a él, llevaron el peso político en la Comisión Constitucional. Hicieron un magnífico trabajo. Y es bueno recordarlo y reconocerlo como recordar en este mes de marzo a otro portavoz, en tiempos de la República, como fue el diputado Aguirre que nació un 6 de marzo de 1904 en la calle La Cruz de Bilbao y falleció muy joven, en su exilio de Paris, el 22 de marzo de 1960 con sus pocos 56 años. Había sido también muy joven alcalde de Getxo con 27 años y como Lehendakari con 32.

José Antonio había estudiado en Orduña y abogacía en Deusto, cantado en el Biotz Alai, tocaba el Fiscorno, jugó en el Athletic (acaba de salir el libro de Carlos Aiestaran), fue presidente de Acción Católica y con Irujo modernizó los estatutos del EAJ-PNV y se casó en Begoña. Fue pues un político increíble casi de diseño. Su amona Bernardina era de Mutriku y su aita de Bergara, pasante de Daniel Irujo en el juicio contra Sabino Arana a cuenta del telegrama que éste le envió a Roosevelt. Era además un optimista nato, accesible, directo, cariñoso, animador de grupos. Los consejeros socialistas, republicanos y el comunista de su gobierno, al poco, sin dejar su ideología, se convirtieron en aguirristas. Aznar, Aldasoro y Astigarrabia pagaron por ello. Su oratoria era fogosa e iba al corazón, ”el mejor discurso es el de la madre hablando de la enfermedad de su hijo” decía. Y se preocupaba por los demás. Era un cristiano social consecuente.

Siendo presidente del Congreso José Bono le pedí editara las intervenciones de José Antonio en las Cortes Republicanas de 1931 a 1936. Lo hizo. Previamente habíamos encontrado las actas de su trabajo en la Comisión donde se discutió y aprobó el texto del primer estatuto de autonomía en junio de 1936, comisión presidida por Indalecio Prieto, siendo Aguirre el secretario y formando parte de la misma Calvo Sotelo. Me interesaba constara en aquella casa el trabajo del PNV desde 1917. Somos con el PSOE el partido más antiguo en aquel foro. Desgraciadamente nos quedamos con las ganas de hacer un buen trabajo sobre cómo funcionó la que llamaban la Minoría de Cemento en aquel hemiciclo, siendo una pieza clave D. Manuel de Irujo, que era, poco menos, que el diputado para todo. Y asimismo me quedé con las ganas de saber dónde estuvo el Hotel Panamá en la Gran Vía madrileña donde se alojaban nuestros diputados. Como para escribir una novela con este título.

Producto de una oceánica dictadura de cuarenta años las nuevas generaciones a la muerte de Franco sabían poco del Lehendakari. Algunos conocían que estaba enterrado en Donibane Lohitzun y que sus mayores hablaban de él con veneración por lo que se hizo un esfuerzo especial por darlo a conocer a él y al Lehendakari Leizaola, protagonistas de una legitimidad que había que preservar rompiendo el muro de silencio que había llevado la propaganda franquista con la consigna de unir nacionalismo con violencia, cuando ellos eran los terroristas y de ahí que uno de los primeros actos políticos fue la reedición por parte de Txomin Saratxaga del libro de José Antonio “Entre la Libertad y la Revolución”. Me tocó hacerle el índice onomástico y quedé maravillado de la visión política de aquella generación y de la defensa que hacían de sus posiciones. La presentación en octubre de 1977 y en el Carlton del libro así como en las otras capitales vascas fue un bombazo. Estaba todo por hacer pero queríamos no se olvidase lo hecho para lograr unos mínimos con el fin de que todo aquello no fuera un recuerdo del pasado de tal forma que aunque el primer Gobierno duró apenas nueve meses demostró que como pueblo nos sabíamos organizar, respetar al adversario y sobrevivir a una cruel y asfixiante dictadura y a un exilio interminable. Con este criterio no sería ocioso reeditar ahora por temas los artículos de Xabier Arzalluz en Deia sobre Europa, la transición, el nacionalismo y el socialismo….Escribía tan bien como hablaba.

En 1978 con aquel criterio se le organizó un homenaje al Lehendakari Aguirre y le invitamos a que nos hablara de él a su compañero Manuel de Irujo. Tenía la “garganta averiada” como nos escribió pero nos hizo llegar para leer en el acto esta breve pero contundente semblanza que resumía muy bien la personalidad de aquel gigante:

“Siento no hallarme presente el día de José Antonio. José Antonio era hombre fuera de serie. El sentido humano, cordial, que sa­bía dar a sus palabras o a sus abrazos, o hasta en la forma de dar la mano era de esos que no se aprenden en los libros, ni se reciben en la taquilla de una institución de cré­dito. He conocido a quienes han realizado un largo viaje por el solo placer de escucharle, de oír de sus labios la proyección del futuro, de recibir un abrazo o un apretón de manos suyo. José Antonio era un inesti­mable capital. Las circunstancias en las que le tocó vivir no le permitieron aplicarlo a la vida de Euzkadi en la medida en la que pudo desarrollarse en una situación normal. El robusto trazo de su paso por la Presidencia de Euzkadi, hubiera sido mucho más marcado y trascendental en una vida civil, de paz y de trabajo”.

Dos años antes habíamos tenido una reunión en lo que empezaba a funcionar como Gipuzku Buru Batzar un piso que daba al Boulevard de Donosti. Le recuerdo nítidamente a Gerardo Bujanda, que este mes de agosto cumple cien años, y a Joseba Leizaola. Tras la reunión cenamos con Mugica y Benegas en el Aita Mari y volvimos a Bilbao. Conducía Arzalluz, Ajuriaguerra iba a su lado y yo detrás siguiendo como una esponja todo lo que comentaban y, nítidamente me acuerdo como al cruzar el puente de La Salve le preguntó Xabier su opinión sobre Aguirre. Ajuriaguerra aquel hombre duro, correoso y mandón le contestó que cuando falleció el lehendakari en Paris había llorado desconsoladamente durante mucho tiempo ante la sensación de orfandad en la que quedaban y por el recuerdo de tantas vivencias juntos. ”José Antonio durante toda su vida personalizó y simbolizó las aspiraciones vascas de su época”. Aquella respuesta se me quedó grabada y creo podría asimismo aplicarse a Arzalluz. Y la prueba está en el respeto y la consideración con el que partidos, sindicatos, medios, adversarios y militantes han tratado su figura tras su fallecimiento, salvo alguna deshonrosa excepción.

Solía contar Xabier la sensación de desamparo que vivieron al llegar al Congreso y Senado para enfrentarse a toda la estructura de un estado organizado para defender sus esencias. Algo parecido le pasó a Aguirre cuando Indalecio Prieto le espetó en la tribuna: ”Yo oía ayer con viva complacencia las manifestaciones que hizo el Sr. Aguirre con gran aplomo ante la Cámara, más el señor Aguirre es muy joven y el señor Aguirre desconoce por no haberla vivido, la historia del Partido Nacionalista Vasco, el cual aparece hoy él como una primera figura, con una aureola de simpatía que está explicada por su juventud y por sus dotes, pero es muy difícil señor Aguirre saltar desde la línea delantera del Athletic Club a la línea delantera de ese equipo vasco nabarro que a s S.S le toca capitanear”. Sin embargo la acción parlamentaria, la guerra y el exilio le hicieron cambiar radicalmente de opinión y su oración fúnebre tras la muerte del Lehendakari es una pieza que invito a leer.

El 28 de abril se celebran elecciones legislativas. El EAJ-PNV se presenta ante sus electores con el trabajo bien hecho y esta historia por detrás que avalan un proyecto humanista, abertzale, de entrega, histórico y de Minoría de Cemento defendiendo Euzkadi junto a aquellas combativas oradoras, Polixene, Haydee, Julene, Teresa y tantas más que hay que rescatar del silencio y transmitirlo a las nuevas generaciones para que la cadena no se rompa.

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