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Mujeres

viernes 08 de marzo de 2019, 11:12h

Mujeres, feminismo, igualdad, paridad, genero, discriminación, cuota etc.

Parece que asistimos en los últimos tiempos a una reivindicación femenina general y masiva. Es como si el ocho de Marzo del 2018 se hubiera extendido sin tregua hasta este 8 de marzo presente.

Pero, ¿qué reivindicamos las mujeres?

El panorama esperpéntico que subyace en el todo mas absoluto de la sociedad española aparece trufado de imágenes absurdas de hembras jóvenes de guisas aún mas absurdas de desnudeces, canticos tribales rayando la ridiculez.

Tengo la edad suficiente como para entender donde comenzó el problema de estas últimas generaciones. Durante demasiado tiempo en este país se ha permitido que las mujeres fueran personal de segunda, tanto en el mundo laboral como en el domestico; haciendo que ellas, nosotras, tuviéramos que hacer mucho sobreesfuerzo personal para escalar logros que eran prohibitivos, condenadas a solo ser parte de la estructura familiar al uso.

Y culpa de ello lo han tenido las madres y abuelas de antaño, que respetadas por todos promovieron que el hombre valiera mas que la mujer en la casa, obligando a las niñas a ayudar en labores domesticas mientras que los hermanos y padres eran los califas. Esas niñas crecieron y se hicieron adultas con la sensación de que la sociedad les debía una explicación por esa estafa. Esas mujeres han sido el eslabón maldito entre las dos partes de una misma problemática. Antes por exceso y hoy por defecto.

Las niñas tenían obligaciones mientras ellos “eran hombres” y los hombres no hacen esas cosas, decía mi abuela, machista hasta mas no poder.

Lo malo es que aquellas mujeres llevaban en su ADN garbado a fuego su labor familiar que asumía que era así, y que los hombres tenían la “obligación de traer dinero a casa y mantener a la familia”.

Y que pasó cuando la mujer se incorpora en los ochenta de pleno derecho al mundo laboral? Que se sintieron estafadas.

Que vimos que estar en un banco o en una oficina a diario, y comiendo con compañeros de trabajo no cansa tanto como ellos las contaban; y que además al llegar a casa ellos se sentaban sin aportan esfuerzo común mientras que ellas “se debían” a la ingrata labor de ocuparse de niños y casa. Además de que su aportación económica al núcleo familiar era igual que la de su compañero de vida.

Y ahí comenzó la deriva de la rebelión de género que culmina en el momento presente.

Esas mujeres de mi generación han visto como sus hijas se han aprendido la lección de maravilla, y han hecho del estudio universitario su causa y su modo de vida hasta abrirse paso en el mundo laboral, olvidando a madres y abuelas, bajo el pretexto de que cualquier salida personal fuera del entorno laboral “es machista” y está mal vista.

Y ellos están muy perdidos. Ellos no saben ni como tratar hoy en día a una mujer. Para ellos todo es peligroso y para ellas todo es ofensivo. Un piropo, una insinuación del arte del coqueteo, que puede parecer acoso, el asunto de lo domestico les ofende y no ni saben ni quieren. Y hemos asistido a una realidad de como todo ese espectro colectivo de gente joven ya adulta se ha hecho miedoso y tremendamente egoísta, por lo que otro añadido resultante es que no nacen apenas niños españoles.

A ver quien se atreve con semejante panorama.

Mujeres envalentonadas, solo por el hecho de nacer mujer, y hombres acomplejados es lo que estamos logrando con esta supremacía feminista. Ni aquello de mi abuela fue muy sano, ni esto de hoy me gusta.

Los hombres españoles, y lo dicen las estadísticas, no son de los hombres peores del mundo, precisamente.

La educación es la respuesta, siempre lo es. Las mujeres de hoy deberían educar a sus hijos, los ciudadanos del mañana con el ejemplo y por el compañerismo entre sexos.

El conjunto de la jauría actual no debe esperar igualdad absoluta que no va a ser posible, porque no somos iguales y nunca lo seremos: cuestión de biología!.

La igualdad va de respeto, educación y valoración profesional. No de bragas, gritos, insultos y discriminación a los hombres. Estoy cansada de oír sandeces que no son mas que complejos de personas que no saben que nada te define más que tú mismo por tus acciones; y no lo que los demás cataloguen como “machista” o “feminista”.

Proclamar que las mujeres necesitamos sobreprotección política, como repite hasta la saciedad Pedro Sánchez, es reconocer debilidad de género.

Nacemos iguales, y pedir igualdad es igual que decir que no lo somos. Pedir que se nos reconozco esa igualdad es tan absurdo como pedir que se nos reconozca españolas, que somos ya de nacimiento.

La única reivindicación posible con lógica es la igualdad salarial, y el acceso a puestos directivos. A mismo trabajo misma remuneración.

No me siento inferior a ningún hombre, ni superior. No me siento víctima por ser mujer, y no lucho por ningún colectivo que determine que es más o que tiene mas derechos a todo, sólo por una característica que te viene dada por nacimiento.

No formo parte del grupo. No en mi nombre.

Mara Colás

Locutora La Jungla Radio

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