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Adictos a la precariedad

martes 16 de abril de 2019, 10:00h

Ya anuncié que quiero hablar de elecciones, y de propuestas electorales, y de lo que necesitamos para mirar hacia el futuro con confianza. Y sigo pensando que el futuro del mercado de trabajo y de las relaciones laborales en nuestro país pasa necesariamente por la derogación de las últimas reformas laborales, especialmente la que impuso –vía real decreto ley- el Gobierno del PP en febrero del 2012.

el Gobierno la presentó como una reforma que marcaría un antes y un después en la legislación laboral de nuestro país, y es probablemente la única verdad que se dijo en relación con lo que se pretendía realmente.

Se dijo que era para frenar la destrucción de empleo, pero 2012 se cerró con 800.000 ocupados menos, 380.000 parados más y una tasa de paro del 26%. Desde la recuperación se han creado 2,6 millones de empleos, pero seguimos teniendo 1,1 millones de ocupados menos que antes de la crisis.

¿Estabilidad en el empleo y más contratos indefinidos? Tampoco. La tasa de temporalidad crece desde 2013, y en 2018 ha sido la mayor desde 2008 (26,8%), es decir, desde el inicio de la crisis. Solo 10 de cada 100 contratos son de carácter indefinido, lo que refleja el abuso de la contratación temporal. Cada vez hay más contratos de duración muy corta (el 26,7%); la tasa de temporalidad de los menores de 25 años es del 72,8% y en la zona euro del 54,5% (un 33,6% superior en nuestro país). Para los mayores de 50 años, las tasas son del 15,7% para España y del 7,4% para el conjunto de la zona euro (un 112% superior en España).

Al parecer la temporalidad se ha convertido para nosotros, para el empresariado español, en una especie de adicción insana, incontrolada y cada vez más problemática. El Informe sobre España 2019 de la Comisión Europea para el actual semestre dice, literalmente: “El uso generalizado de contratos temporales supone un freno para el potencial de crecimiento y la cohesión social en España. Sigue siendo difícil pasar de un contrato temporal a otro indefinido”.

Otro ejemplo, en este caso de los halcones de Fedea. “Retos laborales pendientes tras la Gran Recesión” es el título de un informe publicado el mes pasado en el que, después de afirmar que “la creación y destrucción de empleo tiene unos efectos de calendario desorbitados que van mucho más allá de la estacionalidad de nuestro modelo productivo”, se afirma que “no existe ninguna justificación para la excesiva precariedad en España”.

Y ahora que ya hemos vistos, todos, los nefastos resultados de la reforma laboral, es urgente su derogación, porque si fue injusta en su momento, mantenerla vigente hoy es un despropósito antieconómico, además de un desastre social. Hay que derogarla ya.

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