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Cristián Escribano saluda mientras da la vuelta al ruedo tras su segundo toro (Plaza1)
Cristián Escribano saluda mientras da la vuelta al ruedo tras su segundo toro (Plaza1)

Goyesca del 2 de mayo en Las Ventas: Escribano hace lo más torero y Espada corta una oreja facilonga

jueves 02 de mayo de 2019, 21:53h
Toros de JOSÉ LUIS PEREDA, bien presentados y muy ofensivos de cara en general, descastados aunque nobles excepto 6º. CRISTIÁN ESCRIBANO: silencio, vuelta tras aviso. FRANCISCO JOSÉ ESPADA: oreja; palmas tras aviso. ÁNGEL SÁNCHEZ: palmas, silencio. Saludaron en banderillas Raúl Cervantes, en el primer toro, e Iván García y Fernando Sánchez, en el 3º. Madrid, plaza de Las Ventas, corrida goyesca tradicional del 2 de mayo. Algo más de media entrada.

El balance estadístico de la tradicional corrida goyesca señala que Francisco José Espada cortó una oreja, sí. Pero, sin quitarle mérito a la valentona labor del coletudo, fue un trofeo barato e impropio de Las Ventas. Seguro que de haber vivido Goya en la actualidad, habría disfrutado más con las pinceladas de buen toreo de Cristián Escribano. Con un encierro justo de casta pero -a diferencia de anteriores ocasiones- de cierto interés de Pereda, Ángel Sánchez dejó algún detalle también con plástica.

Tres coletudos que se encuentran en la balaustrada del injusto sistema que maneja y domina la Fiesta, y que conformaban un cartel pobre e impropio de la celebración del Día de la Comunidad, intentaron buscar la tabla de salvación de un rotundo triunfo en la cátedra. Ninguno lo logró pero, cada uno a su manera y quizás acusando lo poco placeados que están, mantuvieron en sus respectivas labores los ojos de la media entrada pendiente de lo que acontecía sobre la arena.

El público en general, más bien festivo y de pocas exigencias, a diferencia del de San Isidro, disfrutó de lo lindo con la firmeza de Espada ante los desafueros en cuanto a bravura de su primer burel, frente al que con mucha dignidad no se arredró antes de despenarlo con una estocada defectuosa por tendida y desprendida pero de efectos rápidos.

Aún así no florearon moqueros suficientes para la facilonga y generosa oreja con que le obsequió el usía, que para eso estamos de fiesta, eso sí con palmas de tango de protesta por parte del siempre minoritario sector entendido. Buscaba el chaval descerrojar la Puerta Grande ante el quinto, un animal de más calidad en sus embestidas, pero precisamente por ello, aunque con alguna serie suelta –jaleada por los ‘orejeros’- no fue capaz de darle la réplica de toreo clásico que le pedía el animal.

A esa minoría que protestó el óbolo presidencial le llenó su alma de buenos aficionados en mayor medida el conjunto de la tarde de Cristian Escribano. Sereno y tranquilo toda la tarde, alboreó buenas series por ambos pitones a los de su lote, también muy justos de casta, exprimiéndolos lo poco que duraron. Sin ser faenas redondas, quizás sí eran merecedoras de trofeo de no haber marrado lastimosamente con los aceros. Además de su inspiración, brotaron como cierre de varias series, aparte de pases de pecho muy marcados al hombro contrario, ora trincherillas ora la suerte del desprecio ora adornos torerísimos, siempre dentro de los cánones y con buen gusto.

También lo tiene Ángel Sánchez, que se doctoró el pasado ciclo isidril con una de ‘adolfos’ y lo poco que ha actuado después fue casi siempre con ganaderías duras. Ese buen corte lo aportó en los muletazos que robó a su primer enemigo, justo de fuerzas y rebrincadote. El último ya no se lo permitió por su condición complicada que fue aumentando, como el peligro, y Sánchez, un poco desbordado, con buen criterio pronto cortó sus imposibles intentos de lucirse.

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