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Aprender a perder: los fracasos te hacen más listo y el éxito más tonto

Aprender a perder: los fracasos te hacen más listo y el éxito más tonto

lunes 27 de mayo de 2019, 11:52h

"Los fracasos te hacen más listo y el éxito más tonto", esta frase resume uno de los mejores principios educativos que defiendo y no es de ningún profesional relacionado con la enseñanza, la dijo Sylvester Stallone la semana pasada y me da pie al artículo de esta semana. Que lo diga un actor con su carrera, nos hace poner en la tierra que las personas que creemos “exitosas” también han coleccionado fracasos.

Educar la tolerancia a la frustración en niños y niñas resulta imprescindible para su día a día. Ya no saben esperar a que algo suceda porque ya no necesitan esperar. Todo es inmediato para ellos. En la era digital, muchos estudios afirman que el uso de dispositivos puede conllevar diferencias comportamentales por no desarrollar habilidades como la capacidad para tolerar la frustración. El fin no es tanto evitarla, ya que las cosas no siempre salen como queremos, sino más bien aprender a manejarla y tolerarla. Si pierden, si no consiguen las playeras que quieren, si se rompe el ordenador, no es el fin del mundo -aunque lo parezca- por eso la clave es la percepción del disgusto. Cambiando esa intensidad, podremos reponernos antes para cambiar la perspectiva. El Mago More revela en una de sus conferencias que para trabajar esta habilidad en su hijo, le hizo socio del Atleti de Madrid. Explica con humor que así aprende que no siempre se gana... Tan importante es saber ganar como saber perder.

Todos conocemos la emoción de la ansiedad: se activa cuando imaginamos un peligro o una situación potencialmente peligrosa; pero no siempre es negativa: la ansiedad en su justa medida nos sirve para sacar lo mejor de nosotros en situaciones que lo requieren y nos ayudan a conseguir nuestras metas. Para triunfar debemos creer en nosotros y en la posibilidad de lograr nuestra misión y para eso, necesitamos ese nivel de preocupación y ansiedad que nos mueve a esforzarnos y a ponernos a prueba. La Ley de los psicólogos Yerkes y Dodson plantea que la relación entre estrés y rendimiento se puede representar en forma de U invertida. Esto significa que el rendimiento será óptimo si el nivel de activación es moderadamente elevado, en cambio, si creemos que todo es fácil, nos relajamos y lo damos por hecho.

Por eso, esta ansiedad junto con motivación nos permitirá generar la energía que necesitamos para superarnos y conseguir nuestros objetivos... o para escribir Rocky.

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