¿Por qué tanta prisa?

En cuanto se conoció el comunicado de Su Majestad el Rey a la presidenta del Congreso de los Diputados proponiendo que Pedro Sánchez se someta a la sesión de investidura en la que podrá ser investido presidente del Gobierno, le faltó tiempo al propuesto para aparecerse a toda prisa a los españoles a través de los servicios informativos de Radio Televisión Española. El divino impaciente se apareció para comunicar “urbi et orbe” que nadie dude que la propuesta no tiene posible vuelta de hoja. “O gobierna el Partido Socialista o gobierna el Partido Socialista”. Una frase histórica que mejor pudiera decir: O gobierno yo o yo gobierno. Lo que hace ociosa la votación de los diputados del Congreso, pues todo está previsto.

Después de tantas prisas, Pedro Sánchez expuso aquellos asuntos de interés común y urgente que deberían servir para aunar las diversas tendencias parlamentarias en torno a unos objetivos nacionales indiscutibles: la digitalización y el ecologismo. La digitalización parece ir bastante bien como consecuencia de un proceso dentro del que estamos como país tecnológicamente avanzado y donde la informática no encuentra especiales dificultades. En cuanto a la ecología todos tenemos algo que cuidar mejor pero tampoco parece que España, con grandes espacios naturales y una demografía con más problemas de despoblación que de concentración, con una industrialización no excesiva, con maravillosos paisajes rurales, dehesas, cotos de caza, parques naturales, playas con banderas azules y fauna ibérica bien conservada, no parece que sea el lugar de la tierra más amenazado para capitanear la cruzada ecologista. Además de estas metas digitales y ecológicas, Sánchez subrayó un objetivo más netamente político: la unidad de Europa. Como un nuevo Adenauer o De Gasperi, Sánchez está dispuesto a ondear desde Madrid la bandera azul de Europa, quizá como una reacción urgente que provoca el desgraciado Brexit del Reino Unido. Está muy bien que tome partido por los ingleses unionistas y nadie le va a llevar la contraria. Pero todos estos asuntos no parecen justificar la carrerilla televisada.

¿No parecen temas de más prisas el futuro de las pensiones, el cuidado del idioma común o la política de empleo y vivienda para la juventud? El apresurado candidato no ha tocado estos temas en su aparición de alcance. Ni tan siquiera se ha referido al tema que está más presente en sus días y que ha enturbiado el ambiente de estas elecciones generales, autonómicas y municipales: la unidad de los españoles. Está pendiente de sentencia un golpe institucional de desmembración del territorio nacional. Está pendiente un pacto para la defensa de la independencia autonómica de Navarra. No está probada la validez del juramento o promesa de lealtad constitucional de algunos miembros de las instituciones parlamentarias españolas. Pero Pedro Sánchez cree que su misión inmediata es predicar la unidad de los Estados Europeos desde el rompecabezas de España.

No se le ha ocurrido pensar que con su Gobierno socialista nada corre prisa y España vive más tranquila, sin Pablo Iglesias infiltrado en la administración pública y sin otros Presupuestos Generales que los heredados del PP. Nadie dilapida el erario público, ni sube los impuestos, ni reparte competencias desigualmente entre las Comunidades Autónomas a cambio de conseguir el silencio de los corderos. Este Gobierno en funciones es la única posibilidad de que sea cierto eso de que “gobierna el Partido Socialista o gobierna el partido socialista”. Gobierna pero poco. Cuando Pedro Sánchez deje de gobernar en funciones y sin herencias y adquiera la plenitud de sus facultades para gobernar con plenas atribuciones es cuándo comenzará el trayecto peligroso. Será cuando deje de ser cierto eso de que gobierna el Partido Socialista o gobierna el Partido Socialista. Entonces quien gobernará será Pedro Sánchez a la deriva de las condiciones que le impongan quienes le voten para que gobierne con su permiso.