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El algoritmo de Goebbels

lunes 01 de julio de 2019, 10:54h

Hace años que twitter es enemigo de la libertad de expresión. El 17 de junio de 2017 Twitter suspendió la cuenta del canal árabe de Al Jazeera con más de once millones de seguidores. Se trató de una denuncia masiva y coordinada por sus enemigos que pretendía justamente eso, acallar una voz.

Desde entonces hasta el más tonto sabe que el algoritmo censor de twitter salta solo con coordinar a unos cuantos fanáticos que denuncien una determinada cuenta y conseguir así, fácil, barato, sin oposición, acallar las voces de quienes les molestan o a los que simplemente odian. Hay mil casos que han convertido Twitter en la mayor maquinaria de censura burocrática. Ni Orwell, ni Kafka en su Proceso, ni el KGB y el Politburó hubieran podido desear mejor herramienta de represión y conformación de voluntades. Merece con justicia ser llamado el Algoritmo Goebbels.

Alexandra Brodsky fue expulsada de twitter en 2017. Feminista activista y con una beca de investigación por la universidad de Yale, cometió dos errores: 1) Defender y propagar su lucha feminista y 2) Ser judía. Un montón de racistas, antijudíos, machistorros y odiadores en general fueron a por ella y consiguieron en muy poco tiempo que el Algoritmo Goebbels baneara a la señora. Solamente pudo recuperar su cuenta porque decenas de miles de seguidores presentaron sendas quejas directamente ante Jack Dorsey, CEO de twitter.

El BJP, el Partido Popular Indio, ha nombrado a varios trolls en puestos de responsabilidad, tanto dentro del partido como en la administración con el objeto de perseguir, trolear y denunciar los twiteros incómodos. En poco tiempo este partido ha conseguido acosar a todos los periodistas, blogueros y opinadores con twitter que se le han interpuesto y acallar la mayoría de críticas a su gestión o actuación.

Es curioso el caso de una cuenta anónima que respondió duramente a unos twits del Partido Nazi Americano que movilizó a su ejército de brutos para que denunciaran la cuenta y en unas horas consiguieron cerrarla. Es tan curioso este hecho que un periodista joven y de cierto prestigio, el columnista del NYT Jamelle Bouie, consiguió viralizar su twitt "Me encanta que @Twitter se haya comprometido a hacer que Internet sea seguro para los verdaderos nazis.”

Ahora le ha tocado a @xriusenoticies. Xavier Rius, periodista independiente, independentista no prusesista e informador sobre la actualidad catalana con 28.000 seguidores solo en twitter. Y no es el único, antes le tocó el turno a otro independentista no prusesista, Maiol Sanaüja, este con 130.000 seguidores al que le cerraron la cuenta.

Estos dos informadores, uno profesional y otro sobrevenido, tienen en común una cosa: creyeron que podían opinar con libertad en un contexto en el que, justamente, ni hay ni puede haber libertad: el independentismo oficial del govern catalá y sus redes tentaculares hasta la capilaridad del vecindario.

Ambos han sido perseguidos y acosados por las hidras del independentismo de opereta que hoy (des)gobierna Cataluña. Lo sé porque tengo memoria: hace no mucho que un tal Joan María Piqué, Jefe de Comunicación y Relaciones Públicas Internacionales del Govern épocaPuigdemont, anterior Jefe de Prensa de Presidencia con Artur Mas, y actual director del programa Xammar de la Generalitat de Torra, se jactó en Twitter de haber provocado y conseguido la suspensión de muchas cuentas con las denunciadas teledirigidas a la legión de twitteros prusesistas que las denunciaron. Terminaba su twit con un muy democrático "Seguid así, burros". (Se refería a los disidentes baneados no a los obedientes trols).

No tengo, pues, mucha fe en que twitter cambie nada. Se han convertido en el cómplice protector de los supremacistas, de los machistorros más energúmenos, de la asociación nacional del rifle, del white power y, cómo no, de cualquier tiranía en formación como la prusesista lazi.

Lo más triste, lo más miserable, es que un algoritmo secreto está decidiendo qué mensajes deben publicarse y cuáles no. O dicho de otra forma, qué ideas son las que permite y defiende twitter y su dios algorítmico para conformar una mayoría con un pensamiento homogéneo que, a la vista de los precedentes, es un pensamiento excluyente y supremacista, Goebbels los perdone. ¿Pero quién vigila al vigilante?

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