¿Está el PP casi en la ruina? Casado medita vender la sede de Génova y ejecutar un ERE de trabajadores

¿Está el PP casi en la ruina? Es la pregunta que muchos se hicieron desde que en el mes de abril el partido presidido ahora por Pablo Casado se quedase en 66 escaños, una situación que le restaba gran parte de la financiación estatal por representación parlamentaria.

Es por eso que, meses después, el partido tiene que meditar su futuro a nivel financiero. Según publica este lunes el diario 'El País', Casado medita incluso vender la sede nacional en la madrileña calle de Génova, así como estudiar un ERE de trabajadores.

Según un veterano miembro del PP en declaraciones a 'El País', el partido necesita una gran cuota de poder para costearse y su "resultado en las generales fue desastroso". Todos los éxitos autonómicos y municipales quedan bien para la prensa y para la imagen externa, pero en realidad, la entrada de dinero es la misma y "los problemas sigan ahí". También denuncia este viejo miembro del partido que "hay mucha gente incómoda con la actual dirección, pero además, tiene miedo a hablar".

Hacer un ERE está sobre la mesa para afrontar el pago de salarios, ya que el PP pidió préstamos en campaña proyectando un resultado de unos 110 diputados, pero al final se quedaron en 66, dejando un "agujero terrible" de deuda. Es por eso que "responsables de distintas áreas del partido no descartan, incluso, que el PP ponga en venta su sede de la calle Génova", explica el periódico 'El País'.

También se teme que la línea ideológica abrazada por Casado, escorada a la derecha, agrave más los problemas. Apostar por esa vía, creen muchos en el PP, le impide volver a ser un partido aglutinante, como lo fue en la primera etapa de Mariano Rajoy, cuando la formación llegó a obtener más de 10 millones de votos en las urnas -elecciones de 2011-. El nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz no es el único problema, ya que la nueva dirección aprobada por Casado la pasada semana le lleva a reducir las voces discrepantes, rodeándose de fieles y sectores más radicales de la derecha.

Nadie olvida que Alberto Núñez Feijóo, una especie de contrapoder como lo fue en su día Esperanza Aguirre respecto a Rajoy, ni se presentó por Madrid para ver cómo el PP cambiaba tanto que ni lo reconocía ni él ni otros veteranos del partido.