La próxima presidenta del BCE compareció ayer ante la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de la Eurocámara, anunció que dará continuidad a la política monetaria impulsada por Draghi. Lo hizo en su primera comparecencia ante el Parlamento Europeo en donde validó su candidatura con 37 votos a favor, 11 en contra y 4 abstenciones. Aunque todavía tiene que obtener el respaldo del pleno de la Eurocámara, del BCE y de los Estados miembros de la zona euro, Christine Lagarde señaló que “la actual política acomodaticia está justificada durante un periodo prolongado de tiempo para conseguir que la inflación se sitúe cerca, pero por debajo del 2%”. Esta declaración anticipa una política de continuidad a partir del 1 de noviembre, cuando asuma la presidencia del BCE, aunque su primera reunión de política monetaria será el 12 de diciembre.
Su perfil es el más político de todos sus antecesores, y quiere diseñar un BCE ágil, capaz de adaptarse con más velocidad al volátil entorno macroeconómico. Advirtió que será vigilante en cuanto a los posibles efectos secundarios derivados de la política de liquidez, a la vez que señaló que “el BCE no es omnipotente”, con lo que el esfuerzo debe ir acompañado de medidas adoptadas por los diferentes países de la zona euro. Además del relevo al frente del BCE, la atención de los mercados va a estar puesta en el día 12 de septiembre en la que será la penúltima reunión del actual presidente y en las medidas que pueda poner en marcha.
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