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Llegó el momento de enseñar las cartas

sábado 14 de septiembre de 2019, 10:08h

Esta partida, que ha durado mas de lo necesario, está llegando a su fin y ya es momento de enseñar las cartas. En su última plenaria, el Congreso se llenó de risas y rumores cuando Pedro Sánchez afirmó que no estaba interesado en ir a unas nuevas elecciones. En realidad, hace tiempo que su equipo más cercano, encabezado por Iván Redondo, está impulsando una estrategia para llegar en las mejores condiciones posibles a los próximos comicios.

Desde julio cuando menos, el debate interno en el Gobierno entre partidarios del pacto y proclives a convocar elecciones se resolvió finalmente a favor de estos últimos. Desde luego, tenían poderosos argumentos. Uno importante eran los sondeos demoscópicos, en los que el PSOE crecía sostenidamente.

El otro era un cálculo de estrategia a mediano plazo: el pacto con Podemos para que participara -de una forma u otra- en el Gobierno significaba colocarse donde la oposición deseaba, especialmente Ciudadanos. Algo decisivo con respecto a la situación que va crearse en Cataluña después que se conozca la sentencia condenatoria del proces en el Tribunal Supremo.

Sin embargo, Sánchez no podía mostrar claramente su juego antes de tiempo. Entre otras razones, porque era necesario evitar que el PSOE apareciera como culpable de no haber logrado alcanzar un pacto de izquierdas. Esa acusación podía laminar la intención de voto favorable a Sánchez, algo que había que evitar de manera directa. Otra cosa es la abstención que pueda afectar al cauce electoral del conjunto de la izquierda. Pero si esa abstención es contenida y la intención del voto sigue favoreciendo al PSOE, la jugada era provechosa.

Lo extraordinario es que Podemos haya seguido inopinadamente el juego de Sánchez. Su tozudez acerca de que debería participar en el gobierno de acuerdo con el número de votos obtenido, puede parecer algo justo a primera vista, pero en realidad es una trampa para elefantes. En las relaciones entre partidos para la formación de gobiernos ese referente (los votos obtenidos) no es precisamente el que más importe. En realidad, parece que Pablo Iglesias tampoco quería meterse en un gobierno que complicaría aun mas el ambiente existente en las bases del partido. Sea como fuere, ha participado de los órdagos que han proliferado en el juego en curso y hoy es cómplice del resultado de esta partida.

Cabe entonces preguntarse por como afectará todo esto al escenario previsible en las elecciones de noviembre. Los sondeos actuales muestran que la relación de fuerzas no cambiaría considerablemente. En la izquierda no se espera un crecimiento espectacular del PSOE ni un retroceso radical de Podemos. Ambos se acusarán en la campaña de haber sido el responsable de impedir un pacto de izquierdas, pero el sectarismo que tiñe la cultura política española probablemente inducirá a que los electores de cada partido consideren que es el suyo quien tiene la razón y no se produzcan grandes cambios.

En la oposición, las elecciones fueron siempre el plan B. Tanto PP como sobre todo Ciudadanos preferían que la profecía de que el sanchismo finalmente pactaba con populistas y secesionistas se cumplía de nuevo. Era su escenario preferido para que el sanchismo se cociera en su propia salsa. Pero los asesores de Sánchez la vieron venir y dieron un volantazo para evitarla. Ahora la oposición no sabe bien como gestionar el hecho de que la mayoría de votos que obtuvieron en las pasadas elecciones de abril (en torno a 800.000) no vuelva a traducirse en quedar en minoría en el Congreso. Por eso Casado propone España Suma, tomando como referencia el éxito navarro. Pero eso enfrenta muchas dificultades respecto de sus posibles socios. Especialmente en el caso de Ciudadanos significa la difuminación de su presencia propia, algo que para Rivera no es sólo un asunto táctico sino estratégico. Ideológicamente y políticamente Ciudadanos necesita ofrecer un perfil diferenciado o se convierte en un partido prescindible.

Por tanto, la oposición saluda las elecciones con la boca pequeña. Afortunadamente, le queda tiempo para resituarse y unos escenarios que pueden ser muy complicados para el Gobierno en funciones. Quien sabe lo que puede pasar en los próximos meses y como ello pueda afectar la intención de voto en el plano nacional.

Mucha gente ha saludado el hecho de que la pasada Diada haya tenido la mitad de asistentes en la manifestación de Barcelona. Tiende a interpretarlo como que el problema catalán estaría resolviéndose. Craso error. El debilitamiento político relativo del independentismo puede provocar una reacción de encono entre los secesionistas mas recalcitrantes. Y la sentencia condenatoria es una oportunidad de oro para salir a las calles. Todavía no hemos visto lo peor en cuanto a la violencia política en Cataluña. Y ante esa situación el gobierno de Sánchez deberá caminar por el filo de la navaja. Un pequeño desliz y cae por el precipicio electoral.

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