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Natural de Curro Díaz al cuarto de la tarde en uno de los escasos momentos de interés.del festejo.
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Natural de Curro Díaz al cuarto de la tarde en uno de los escasos momentos de interés.del festejo. (Foto: Plaza1)

Feria de Otoño: aburrido festejo final con una mala corrida de Adolfo Martín y sólo una ovación para Curro Díaz

domingo 06 de octubre de 2019, 21:35h

El sabio refranero español siempre acierta. Sí, hombre, si: por ejemplo con aquello de 'días de mucho, vísperas de ‘na’. Que se cumplió en grado máximo en el cierre del ciclo otoñal, merced a una descastada y floja corrida de Adolfo Martín, que acabó con las ilusiones de una terna sin ninguna opción de triunfo, en cuyo balance de silencios sólo se salvó la ovación a Curro Díaz por los destellos de clase ante su segundo.

No es que se puedan aguardar siempre tardes como la anterior, con la explosión de torería de Antonio Ferrera. Eso ya se sabía, pero de un extremo a otro, existe un punto intermedio: aquellos festejos en que pasan cosas, aunque sea a ratos. Pero, este domingo, ni eso. Sí, pensarán viendo la ficha del final que a Curro Díaz se le aplaudió a la muerte del cuarto. Y es verdad. Pero en mayor medida por aplicar otro certero aserto, el de que 'en el país de los ciegos, el tuerto es el rey'. No más.

Cierto es que, dentro del mal encierro y peor juego de los bicornes, tampoco un prodigio de trapío, ese cuarto, ‘Bonito’ de nombre, digamos que se dejó. O sea que tuvo un punto mínimo de codicia que le salvó del desastre de sus hermanos, pero no salvó la corrida en su conjunto. Lo supo ver su matador, que lo brindó a la concurrencia a ver si la despertaba de su sopor, e incluso comenzó con un bellísimo cambio de mano al natural que hizo concebir esperanzas.

Mas entre que un Curro conformista –como tantas veces en su ya dilatada carrera- no cruzó la raya que puede traer el triunfo, pero también la cornada, y que el burel se fue apagando y quedándose corto, la faena consistió en fulgurantes detalles sueltos, carteles de toros, pero sin ligazón, de uno en uno y que supieron a poco. El primero, un feo animal cornipaso, ya nos adelantó con su ayuno de sangre brava lo que iba a venir después. Frente a este animal el linarense en sus nulos intentos de lucir llegó a ponerse pesado y sonaron palmas… de tango desde los tendidos en demanda de que acabara pronto.

Muy dispuesto compareció López Chaves, quien tan buen regusto dejó en San Isidro, pero su lote –el 2º, además de chico, inválido- poco le dejó festonear. Hasta el punto de que el único aplauso en su honor fue cuando obligó al quinto a alejarse de toriles –donde se refugió en tres ocasiones nada más aparecer por su puerta- a base de andarle para detrás con muchos pies y mucha templanza.

Nadie puede negarle a la eterna voluntad de triunfo de Manuel Escribano pese a sus limitaciones artísticas. No le importó el recuerdo de la grave cornada de otro ‘adolfo’ que sufrió en el ciclo isidril y se clavó de rodillas en el tercio para recibir a sus dos enemigos, salvándose de milagro de otro percance con el tercero, con el que naufragó en banderillas antes de que se le parase en la muleta. El sevillano se sacó la espina ante el último con los rehiletes, sobre todo con un par al violín por los adentros de máximo riesgo. Luego el animal, muy noble, no se empleó mucho en la flámula, pero tampoco su matador dijo nada en lo poco que le permitió.

FICHA

Toros de ADOLFO MARTÍN, muy justos de presentación, con 2º y 4º chicos; mansotes y descastados –excepto 4º- y flojos, con 2º inválido. CURRO DÍAZ: silencio; ovación. LÓPEZ CHAVES: silencio tras aviso; silencio. MANUEL ESCRIBANO: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 6 de octubre, 6ª y última de la Feria de Otoño. Tres cuartos de entrada.

CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR

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