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Amoralidad táctica

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 28 de octubre de 2019, 10:31h

El “Ahora sí” de Pedro Sánchez frente al desafío de Torra consiste en “ahora no” coger el teléfono. Este desdén significa que está algo enfadado, lo que no sucedería si la llamada fuese para tratar un simple problema de orden público, según la retórica “marlaskiana”. Torra quisiera dialogar “vis a vis” sobre el sistema constitucional y la unidad de España lo que, evidentemente, no es de recibo. No se trata de que condene la violencia o respalde a las fuerzas de orden público sino de algo más. Torra actúa con doblez al pretender ser interlocutor político en la altura e inductor de la insurrección en la calle. Pero Sánchez le contesta blandamente con amoralidad táctica, limitándose a hacer oídos sordos a lo que sucede en Cataluña pero sin requerir a quien desacata a los tribunales, incumple las leyes y cuestiona la unidad nacional.

La insuficiente presencia y tibia respuesta del Gobierno en funciones contra el desafío separatista tiene su antecedente en la insoportable arrogancia con que Pedro Sánchez se presentó a una investidura insegura para ser nombrado presidente del Gobierno con el voto o la abstención de sus rivales, a izquierda y derecha, pero sin compromiso de fondo ni con unos ni con otros. “Ahora sí”, en vísperas electorales, tras ejercer meses de lamentable desgobierno en funciones, pretende ser alzado por el voto popular sin otro aval que promesas demagógicas sin respaldo económico. Es una reproducción a escala nacional de su “manual de resistencia”, cuando fue apeado de la Secretaría General de su partido por sus anteriores dirigentes y recurrió a exaltar la pasión ciega de unas bases peor informadas para regresar a Ferraz. Ahora vuelve con una convocatoria electoral que ha retrasado todo lo posible, para permitirle contaminar todo lo que ha podido el aparato oficialista, para intentar ganar en las urnas lo que no fue capaz de pactar en el Congreso. Pero todos los indicios demoscópicos predicen que la respuesta popular a su maniobra es escasa y oscila entre el estancamiento o una clara decadencia de su reiterada apuesta. En consecuencia solo cabe esperar que se reproduzca una fragmentación del voto que únicamente le ofrezca la posibilidad de recomponer el conjunto Frankenstein para soñar en superar por algún escaño al tripartito a su derecha.

Para que este monstruo quirúrgico pueda volver a recoserse, como en los días de la moción de censura, le sería preciso contar con el apoyo de los separatismos insurrectos o durmientes y que estos sigan considerándolo como el mal menor en comparación con cualquier otra fórmula que tenga por eje al Partido Popular. Por ello el Gobierno en funciones renuncia a tomar las medidas necesarias y a convocar a los otros partidos constitucionalistas para que lo secunden, como sin duda harían, en la protección del interés general de España. Pero Sánchez prefiere tolerar la continuidad del sectario Torra como presidente estatutario y representante ordinario del Estado en Cataluña. Aquellos partidos o bandas que suscribieron hace días en la Lonja del Mar una declaración a favor de la autodeterminación son gentes que formaron parte del bloque que llevó a Sánchez a la Moncloa y ahora son sus aliados en varias instituciones territoriales. Estos enemigos declarados de la unidad nacional son lo peor de cada casa política. El social-sanchismo blanquea esta patulea como “progresista” sin otra argamasa ideológica que el odio hacia todo proyecto que cuente con el centro y la derecha. No requerir formalmente a Torra para que cumpla las leyes y la Constitución es estar dispuesto a compartir la droga separatista para no perder una expectativa de mal gobierno. Esta es la amoralidad táctica que convierte a Sánchez en una amenaza para la estabilidad del Estado.

Que una izquierda que históricamente se tenía por internacionalista cuente con ser aceptada por los nacionalismos es la sórdida conducta de Pedro Sánchez. El principio de autodeterminación que no es otra cosa que edificar fronteras donde no las hay, se tolera y se disimula como una actividad política legítima mientras que se combaten a medio gas los disturbios prerrevolucionarios como algaradas traviesas. El separatismo catalán no se conforma por cronificar su agresión al Estado sino que congrega bajo su manto a los gérmenes esquizofrénicos que pululan por otras regiones con el delirio de pulverizar la milenaria identidad hispánica. Millones de españoles contemplan con indignación la pasividad de Pedro Sánchez pero no todos son conscientes de la responsabilidad histórica que contraen al volver a votar a un viejo partido que “Ahora sí” se presenta adulterado por su inmoralidad táctica.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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