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El primer debate electoral evidencia la dificultad de un entendimiento entre posibles socios o bloques ideológicos
(Foto: RTVE)

El primer debate electoral evidencia la dificultad de un entendimiento entre posibles socios o bloques ideológicos

sábado 02 de noviembre de 2019, 10:05h

Imposible cualquier acuerdo, como ya ocurrió en primavera y el pasado verano tras los comicios de abril. Es lo que evidenció el primer debate electoral celebrado ayer viernes en TVE con los portavoces de los 7 partidos principales del Congreso de los Diputados. En la contienda participaron Adriana Lastra (PSOE), Cayetana Álvarez de Toledo (PP), Inés Arrimadas (Ciudadanos), Irene Montero (Unidas Podemos), Iván Espinosa de los Monteros (VOX), Gabriel Rufián (ERC) y Aitor Esteban (PNV). Faltaban JxCat, Bildu y otros partidos minoritarios, así como el recién fundado Más País, el partido de Íñigo Errejón.

En el 'Debate a 7', moderado por el periodista Xabier Fortes, evidenció cómo será casi imposible que pueda haber un pacto para formar gobierno con las actuales mayorías parlamentarias, si es que como indican las encuestas, se cumple la repetición de los bloques: el PSOE necesita socios para lograr la investidura de Pedro Sánchez y sólo parece que el centro-derecha tiene la llave para conseguirlo, puesto que la suma de Unidas Podemos, posiblemente Más País y algún partido minoritario como PRC necesitará también de la abtención del grupo independentista de ERC.

El formato del debate daba lugar a fáciles intercambios de argumentos, pero los portavoces prefirieron posiciones más cómodas, agotando sus tiempos preferiblemente en explicar sus propuestas electorales y no en debatir, salvo alguna excepción puntual, algo que les achacó en varias ocasiones el moderador Fortes, que les repetía que el formato estaba precisamente pensado para el intercambio de pareceres y no los soliloquios. Los momentos más tensos y discusiones fueron a cuenta de temas delicados como Cataluña, el fracaso de las anteriores negociaciones y la causa feminista.

PSOE

"Los españoles ya votaron en abril y el PSOE ganó, pero otras fuerzas políticas nos han obligado a volver a las urnas", decía por su partido la socialista Adriana Lastra, que intentaba comunicar a los espectadores que el PSOE no habría tenido la culpa de la repetición electoral, apuntando a Unidas Podemos y ERC, que si bien se abstuvo en la investidura, antes acabó con la legislatura al no apoyar los Presupuestos. El papel de Lastra fue el de dar la cara sosegada y tranquila, pero no brilló sobre los demás.

Otros debatientes

Arrimadas, de Cs, muy tensa como es habitual en su forma de comunicarse, dijo con claridad que prefiere gobernar con el PP debido a la "podemización" de Sánchez, aunque reconoció ya no se mantenía el cordón sanitario al socialista, su bandera en el 28 de abril. Tampoco brilló especialmente la portavoz de Cs, salvo en cuestiones de economía. En el tema catalán estuvo especialmente tensa y se lo reprocharon sus contendientes.

Álvarez de Toledo volvió a dar la razón a los que cuestionan a Pablo Casado por darle el papel de portavoz. Cayetana estuvo apagada, con un tono poco útil en debates, y se limitó a reprochar las formas de gobernar del PSOE cuando está en el poder, pero cuando dio datos o habló de hechos, no aportó pruebas ni detalles, algo que le reprocharon sus rivales, como Rufián, de ERC, cuando ésta dijo que los cruceros se iban de Barcelona sin ofrecer datos concretos.

Irene Montero de Unidas Podemos tampoco estuvo especialmente brillante. Se la notó tensa y algo descolocada, mientras que Iván Espinosa de los Monteros y Aitor Esteban se tomaron con tanta calma el debate que fueron al otro extremo: pareciera que no se jugaban nada y apenas ofrecieron argumentos de peso para convencer a indecisos. Quien sí estuvo fuerte y brilló sobre los demás fue Rufián, en su papel de mero representante de una formación nacionalista que no se presenta en todo el país.

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