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Del aprovechamiento de sobras al feminismo de las legumbres y la alubia primigenia

lunes 04 de noviembre de 2019, 11:22h

En estos tiempos en los que el pensamiento feminista se ha diversificado, conceptual o caprichosamente, a cascoporro y hasta extremos inauditos, de manera que antes de empezar a exponer una idea hay que aclarar si se hace desde el feminismo de igualdad o de la diferencia, del transfeminismo o del ecofeminismo, del feminismo liberal o radical, del nazifeminismo, del feminismo marxista, islámico o lésbico, no estaría de más recordar a la escritora Céline Renooz, tanto por sus muy singulares concepciones en este ámbito, que entre otras cosas le llevaron a sostener que Moisés y Jesucristo fueron mujeres disfrazadas, literal o metafóricamente, de hombres, como porque durante dieciséis años estuvo casada con una de las grandes glorias y cimas de la culinaria hispana, Ángel Muro Goiri, probablemente madrileño y autor de un libro de máxima referencia, El practicón: tratado completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras, que se viene reeditando sin pausa desde 1894 y del que muchos grandes chefs, entre ellos Ferran Adrià, se consideran discípulos y herederos.

Céline conoció en Bélgica, su país, a Ángel, un entonces estudiante español de ingeniería, se casaron al poco, en 1859, y se trasladaran a Madrid, donde vivieron una desastrosa convivencia, tuvieron cuatro hijos y, finalmente, transcurridos dieciséis años, partieron peras y ella se trasladó a París con sus hijos, para iniciar una aventura intelectual como historiadora, epistemóloga y escritora evolucionista.

Muro se olvidó de sus estudios de ingeniería para dedicarse por completo al periodismo, fundamentalmente sobre temas culinarios, publicando ininterrumpidamente artículos bajo el epígrafe Conferencias culinarias, entre 1890 y 1895, a los que siguió el Diccionario General de Cocina en dos volúmenes, que apareció en 1992 con un sello inequívocamente Dumas, al punto de que en el repertorio no figuraba ni un solo plato español. Finalmente y como se dijo, en 1894 publicó El practicón, su gran obra inmortal.

Justo un año antes, Céline había puesto en el mercado su primer libro, L’Origine des animaux, donde intentaba rebatir las tesis evolucionistas de Charles Darwin basándose en la embriología y claramente influenciada por los postulados de Ernst Haeckel.

Así, mientras en Madrid, Ángel Muro reflexionaba sobre el aprovechamiento de sobras, entendiendo estas : “… lo que queda de la comida, al levantar la mesa. Es decir, lo que puede ser aprovechable por resultar demasía; pero no hay que pensar siquiera, como algunos dicen, en que las sobras son los residuos que quedan en el plato del que come (…) Cuando las sobras son residuos de rebañaduras o sobrantes maltratos de los manjares, su aprovechamiento traspasaría el límites de lo sucio, pero cuando las sobras son lo que deben ser (…)auxilian poderosamente al gobierno de la casa”, su ex, Céline, concluía que los antepasados de la especie humana debía ser rastreados a través del reino vegetal y más concretamente en la familia Fabaceae, es decir, frijoles, alubias, porotos, judías o habichuelas.

Aunque buena parte de la prensa la hizo objeto de público escarnio, motejando sus ideas y postulados como “teoría de las legumbres”, una parte significativa de los medios académicos la respetaron y tuvieron en consideración, admitiéndola como miembro de la Société d’Etnographie de París y de la Société botanique de France, lo que para aquel tiempo era más que poner un pica en Flandes.

En 1888 fundó al revista La Revue scientifique des femmes, tratando de poner en marcha un análisis libre de prejuicios patriarcales, y a partir de 1921 empezó a publicar un voluminoso tratado, L’Ère de vérite, que finalmente llegaría a completarse en seis volúmenes y donde, por ejemplo, especulaba sobre la posibilidad, para ella certidumbre, de que el Templo de Salomón fuera un diseño de una mujer, Mirah, que la masonería acabaría convirtiendo en figura masculina bajo el nombre de Hiram Abiff, y que la fundación del cristianismo debiera ser atribuida a otra fémina, Johana, que los textos bíblicos convertirían en Juan el Bautista en un ejercicio de impostura machista.

Ángel Muro, murió el 13 de agosto de 1897, cinco días después del asesinato en el balneario de Santa Águeda de su ídolo Antonio Cánovas del Castillo, un trágico suceso que según José María Pisa precipitó su muerte. Pasaron los años y las décadas y su obra nunca perdió actualidad ni protagonismo en los ambientes manducarios y a ello se añade que hoy se le ha empezado a considerar una suerte de apóstol contra el desperdicio alimentario, una de las tantas plagas de nuestro tiempo.

Por su parte, Céline Renooz, que le sobrevivó tres décadas, fue con frecuencia ridiculizada en su tiempo y en gran medida olvidada después, pero hoy es una figura reivindicada como pionera en las denuncias de las sempiternas manipulaciones históricas del patriarcado cultural y religioso para mantener sojuzgada a la mujer.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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