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Asegura el Papa que sólo sirven para "exorcizar los aspectos negativos"

Benedicto XVI condena los ritos de fin de año

Benedicto XVI condena los ritos de fin de año

lunes 01 de enero de 2007, 00:45h
En su último mensaje del 2006 el Papa Benedicto XVI dedicó uno de sus últimos mensajes del 2006 a las familias y expresó que enfrentan presiones culturales que amenazan con destruirlas como institución social. Criticó que en las últimas horas del año se repiten algunos "ritos mundanos, marcados sobre todo por la diversión y vividos a menudo para evadir la realidad". Según el Papa, estos "ritos" sólo sirven para "exorcizar los aspectos negativos y proporcionar improbables fortunas".
Con alegría saludo a todas las familias del mundo, deseándoles la paz y el amor que Dios nos entregó al llegar hacia nosotros en la Navidad'’, manifestó Benedicto XVI  en su último discurso planeado del año desde la ventana de su oficina que da hacia la Plaza de San Pedro, donde lo escuchaban peregrinos, turistas y romanos.

El Papa dijo que las familias sonn la “célula viviente'’ de la sociedad y un “símbolo e instrumento de unidad para todos'’ en la humanidad. Benedicto pidió oraciones para “todas las familias, especialmente aquellas en dificultad'’.

Deberían ser apoyadas para que sepan cómo resistir las presiones desintegradoras de la cultura contemporánea, que socava los fundamentos de la familia como institución'’, consideró el pontífice.

El sucesor de Juan Pablo II, se refirió a los "ritos mundanos" que se festejan en este último día del calendario, "vividos a menudo como evasión de la realidad", en la tradicional ceremonia del Te Deum, celebrada en la Basílica de San Pedro.

Benedicto XVI dijo que en las últimas horas del año se repiten algunos "ritos mundanos, marcados sobre todo por la diversión y vividos a menudo para evadir la realidad".

En estos momentos de final de año, para el Papa, el comportamiento de los cristianos "tiene que ser diferente" y así, instó a presentar a la Virgen María "las alegrías, esperanzas y tristezas y las angustias del hombre moderno, de los pobres y de todos los que sufren".

El papa Joseph Ratzinger terminó su homilía deseando que la fe de los creyentes sea como la de la María: "limpia, humilde y al mismo tiempo valerosa".
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