Las medidas tomadas por China en respuesta al coronavirus parecen tranquilizar a los mercados. Una nueva intervención del banco central de China calmó ayer los nervios. Entre el lunes y el martes, el banco central ha inyectado 1,7 billones de yuanes a través de operaciones de mercado abierto en un intento por restaurar la confianza de los inversores. Fuentes del Gobierno chino han afirmado que el Gobierno está evaluando recortar su objetivo de crecimiento para este año de alrededor del 6%. Lo cierto, es que en el contexto actual parece demasiado ambicioso.
Junto con las inyecciones de liquidez y aunque la tarea más urgente es controlar el brote del virus, China también está estudiando otras medidas para apoyar su economía y minimizar las pérdidas de empleo: aumento del gasto público, exenciones tributarias y subsidios a los sectores más golpeados por la propagación del virus, junto con políticas de relajación monetaria a fin de alentar los créditos y reducir los costes de financiación de las empresas. Las medidas estarían concentradas en el sector minorista, de suministros y servicios de alimentación, logística, transporte y áreas del turismo, que posiblemente serán los más afectados. Además, el incremento del gasto público podría permitir a los gobiernos locales emitir más deuda para financiar proyectos de infraestructura. Hay que suavizar el golpe económico de la epidemia.