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Pacto para la reconstrucción: demasiados nubarrones

viernes 24 de abril de 2020, 11:06h

En buena lógica, lo que se esperaba con el acuerdo entre Sánchez y Casado el pasado lunes era una notable mejoría del clima político. Desde luego, no tanto como para esperar unos días claros llenos de sonrisas y abrazos telemáticos, pero sí algunas alocuciones que mostraran puntos de convergencia y bastante menos crispación. Sin embargo, sólo 48 horas después todo indica que la pelea política sigue y, lo que es peor, comienzan a aparecer importantes desajustes y graves interrogantes sobre la posibilidad de llevar el pacto a buen puerto.

Pareciera que al gobierno le cuesta mucho bajarse de su soberbia y al principal partido de la oposición le resultara muy difícil mostrar su disposición al pacto sin dejar de criticar lo que le parecen errores en la gestión del gobierno. Sin embargo, afortunadamente, todos los medios coinciden en que Ciudadanos está mostrando cómo resulta perfectamente compatible mantener la mano tendida sin dejar de ser críticos. Habría que preguntarse, pues, si el mantenimiento de la crispación entre el Gobierno y el Partido Popular, responde a factores de mayor calado que no se aprecian claramente en la superficie.

Una primera explicación refiere a la inercia que se desprende de la dinámica política previa. Eso pareció suceder con la intervención bronca del representante del PP, Alfonso Alonso, en la sesión de control del Gobierno en el Senado. Para alguien no muy agraciado con el don de la dulzura, pareciera que resulta muy difícil cambiar el switch, del comportamiento agrio a la actitud más afable. Pero cuando al día siguiente, el líder del PP, Pablo Casado, mantenía en el Congreso un talante similar, todo indica que ello responde a una decisión política de partido acerca del trato a mantener con el Gobierno.

Esta posición del PP también está condicionada por la presión que ejerce Vox por su flanco derecho. Sobre todo, ahora que en las últimas semanas Vox ha aumentado la dureza de su rechazo al Gobierno. Su líder, Santiago Abascal, se mofa de la paciencia que tiene Casado con Pedro Sánchez. Es indudable que este factor influye en el comportamiento del PP, pero parece que hay otros aspectos menos evidentes que podrían tener un considerable peso al respecto.

Uno, especialmente serio, refiere al grave estado de la hacienda pública. Casado preguntó en el Congreso a Sánchez si la razón por la que no han pagado los subsidios prometidos hace un mes por los ERTE es porque no hay dinero en las arcas públicas, es decir, porque el Estado ya está en quiebra. Sánchez no respondió la pregunta. Pero economistas del PP señalan que la causa de que Sánchez aceptara rápidamente la propuesta de Casado el lunes sobre la comisión parlamentaria guarde relación con la intención del Gobierno de compartir con la oposición la bancarrota financiera. De todas formas, resulta curioso que se atrase el pago los subsidios por trabajo y se quiera adelantar el pago de una renta mínima vital. Tal vez ya no haya fondos para pagar ambas cosas al tiempo. Al menos no hasta que lleguen los apoyos de la UE. Podría ser, por tanto, que el PP haya decidido no colaborar estrechamente con el Ejecutivo, para evitar una imagen de complicidad con la posibilidad de que el Gobierno evidencie la quiebra estatal.

El segundo elemento de peso refiere al estado de opinión sobre la gestión gubernamental de la crisis sanitaria. Parece que los errores de las últimas semanas (mascarillas defectuosas usadas por personal sanitario, salida de niños, dificultad por computar los decesos reales, etc.) están provocando una extensión de la crítica social al Gobierno de tipo espontaneo, que el PP no quiere atenuar. Hasta ahora la opinión pública se encontraba dividida (como mostró el último CIS), pero en las dos semanas pasadas esta opinión podría estar oscilando hacia la baja calificación de la gestión del Gobierno Sánchez. Todavía no se han consolidado los sondeos de opinión al respecto, pero si esto fuera así podría entenderse que el PP quisiera tomar distancia del Ejecutivo.

La otra causa de la posición crítica del PP está referida a la formación de la Comisión parlamentaria donde se tratará de la reconstrucción. El PP se ha dado prisa por presentar una propuesta de organización y contenidos ante la Junta de Portavoces bastante ambiciosa (quiere ostentar la presidencia y que también sea de investigación sobre la gestión previa), que definitivamente es rechazada por PSOE y Podemos. En todo caso, una cosa es segura: el Gobierno no conducirá la comisión como había previsto, sino que será un instrumento más en el concierto.

Pero como señalan muchos observadores, no hay duda de que la suerte del pacto de reconstrucción también va a depender considerablemente de lo que suceda en Bruselas. Claro, no se podía acudir divididos ante el pacto formado en la UE por populares, socialistas, liberales y verdes para conformar un enorme paquete de financiación comunitario en orden a la respuesta a la pandemia. Y si ese apoyo fundamental para España se obtuviera, tal cosa cambiará la situación del gobierno Sánchez y probablemente la relación con la oposición. Pero lo que no sería de recibo es que los intereses partidarios, especialmente de PSOE y PP, entorpecieran el fortalecimiento de un proceso de reconstrucción que el país va a necesitar desesperadamente.

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