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Diario de una pesadilla (15 de mayo)

viernes 15 de mayo de 2020, 11:48h

¡Viva San Isidro! Patrón de Madrid y el santo más cercano del santoral; cuya mujer, Santa María de la Cabeza y su hijo, San Illán, también merecieron la condición de santos. Este año no podremos ir a la Pradera, ni a la Ermita, ni tampoco a beber agua de la fuente milagrosa. Nada. Este 2020 va borrando celebraciones, onomásticas, festividades patronales, aniversarios…Lo que no podrá borrar el Covid-19 son nuestros recuerdos. Un año me hicieron madrina de un acto que se celebró en la ermita y acudí con mi hija mayor,tendría uno o dos años, vestida de chulapa. Bailé un chotis, dije unas palabras sobre San Isidro al que le tengo una especial simpatía, y me abracé y me besé con todos los ciudadanos que acudieron al acto. Me acompañó mi madre, muy madrileña ella, y no paró de llorar emocionada durante las dos o tres horas que allí estuvimos. ¿Quién tendrá esas fotos? Me encantaría recuperarlas. También pude beber de la fuente del santo, cuyas aguas tienen fama de milagrosas. A este manantial se le atribuye la curación de Felipe II cuando era un niño.

Siempre que he podido, he ido a venerar al Santo. La última vez, el año pasado con el programa “Madrid Directo” de Onda Madrid. Compartimos toda la tarde con los chulapos y chulapas que quisieron acercarse al camión desde donde retransmitimos cuatro horas de radio. Fue muy emocionante. Recuerdo a familias enteras sentadas en la Pradera. Unos comiendo, otros durmiendo, otros vendiendo gorras y claveles…Hasta la unidad móvil nos llegaba un olor constante a fritanga. Había bocadillos de todas clases, así como churros y porras para aburrir. ¡Fue fantástico! Lo reconozco, soy muy madrileña, muy de barrio, muy de festejarlo todo y como no, estas fiestas de San Isidro especialmente.

San Isidro ha obrado el milagro de hacernos olvidar por un rato esta pesadilla que hoy ya va para sesenta días. En Madrid no parece que tengamos cerca esa desescalada que ya están haciendo otras comunidades. No entiendo como seguimos contagiando si extremamos las medidas de seguridad que nos recomiendan las autoridades sanitarias. No comprendo tampoco que vayamos sin mascarillas y guantes por la calle. No tengo palabras para los que no guardan la distancia de seguridad. ¿Se puede ser más insolidario e irresponsable? He llegado a la conclusión de que hay gente que ni oye, ni ve, ni lee sobre lo que está pasando en España y en el mundo. Quiero pensar que es eso. De no ser así, ya entraría en otros calificativos que hoy no vienen al caso.

Volviendo a San Isidro, un santo de familia humilde y de religión cristina. Comenzó a trabajar con diez años la tierra. Labraba en una finca y muchas veces sus rezos retrasaban el comienzo de su jornada. Sin embargo, sus bueyes araban solos mientras se encomendaba a Dios. Este fue uno de sus quinientos milagros. Otro, que cada año organizaba una gran comida donde los invitados eran los más pobres y marginados de la capital. Aunque santa María de la Cabeza servía toda la olla que había preparado, volvía a los fogones y siempre había comida para seguir sirviendo. ¡Otro de los milagros!

Hombre cercano, humilde, de gran corazón, amante de la tierra y de la familia. Ese era Isidro. Hoy le festejamos virtualmente. Como casi todo ya. En una de estas, nos convertiremos en un holograma y no nos habremos dado cuenta. ¡Cuando volvamos a la normalidad lo mismo no reconocemos a nuestra gente! ¡Hoy los problemas los vamos a dejar a un lado! ¡Festejemos a San Isidro! ¡Un milagro, eso es lo que necesitamos! ¡Isidro, tú puedes!

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