Hace poco más de dos meses, el 18 de marzo, el BCE puso fin al pánico en los mercados financieros. Después de una reunión de crisis esa misma noche, anunció que compraría 750 mil millones de euros de deuda hasta final de 2020 (plan pandémico, Programa de Compra de Emergencia Pandémica, PEPP), que se agregaron a unos 300 mil millones anunciados previamente (Programa de Compra del Sector Público, PSPP). Pero este plan está empezando a agotarse.
Hoy se reúne el Consejo de Gobierno del BCE y la mayoría de los observadores esperan una extensión sobre lo anunciado en marzo, con quizás 250 mil millones o 500 mil millones de euros más. El BCE se ha convertido en la piedra angular de la economía. Sin embargo, las críticas contra su acción están aumentando, creyendo que su método salva el sistema financiero, pero no la economía real. Pero es posible que su Presidenta prefiera esperar un poco para presionar a los líderes de la UE antes de la Cumbre europea del 18 y 19 de junio.
Quiere mostrar a los gobiernos que el BCE no puede hacer todo el trabajo y que el estímulo fiscal, especialmente el fondo de estímulo europeo, debe hacerse cargo en parte. Si el BCE sorprende y no amplía los estímulos (debe hacerlo si no quiere agotar los 750.000 millones anunciados antes de noviembre si mantiene el ritmo de compras actual, y se ha comprometido a que el programa dure al menos hasta final de año), la decepción de los inversores podría pasar factura al euro y a los mercados europeos.
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