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Nos la jugamos en Estados Unidos

Nos la jugamos en Estados Unidos

viernes 04 de enero de 2008, 11:16h
Hasta los más antiamericanos —mayoría de nosotros— saben que parte de su propio futuro se juega en las elecciones estadounidenses. Por eso, les fastidia el que decidan por ellos tan pocas personas: sólo la mitad de los norteamericanos en edad de votar.
Con todo, esos votos tienen mucho mérito. Para empezar, suponen en quienes los emiten una voluntad explícita de hacerlo, registrándose previamente como electores y acudiendo luego a una serie de votaciones parciales, las primarias, o de tipo asambleario, los caucus, en un largo y complejo proceso electoral de tipo eliminatorio, casi como en los premios Planeta, pero que dura todo un año. Si eso no son ganas de votar, que venga Dios y lo vea.

La primera etapa de esta peculiar gymkhana política la ha ganado, dentro de los demócratas, Barack Obama, que no sólo cuenta con el voto afroamericano, sino que viene a ser como El negro que tenía el alma blanca, la novela de Alberto Insúa. Para muchos anglosajones, pertenece a esa amplia clase ilustrada, junto al militar Colin Powell o el actor Bill Cosby, que carece de connotación racial alguna.

Por eso se ha impuesto a Hillary Clinton, favorita en las encuestas, pero de la que han llegado a desconfiar hasta los progresistas que creyeron en ella cuando el mandato de su marido. Entonces presumía de feminista —se hacía llamar Hillary Rodham, su nombre de soltera—, era más radical que Bill en cuestiones sociales y no se pasaba el día citando a Dios, como en sus mítines actuales. Por eso, los electores progres de Iowa han preferido también, de momento, a John Edwards, quien con menos dólares y menos aspavientos que Hillary, es tan liberal como ella, pero también más consecuente. Entre estos tres nombres está necesariamente el aspirante demócrata a la presidencia.

En frente, los republicanos no han resuelto nada. El triunfo conservador del pastor evangélico Mike Huckabee se daba por descontado, así como el segundo puesto de Mitt Rooney. Los dos hacen bueno, probablemente, el dicho norteamericano: “Si tienes un hijo listo, dedícalo a los negocios; si te sale tonto, mételo en política”. Eso es algo que ya parece inevitable en esta sociedad desarrollada —la española, incluida—, de grandes oportunidades y cambios sociales vertiginosos.

Por eso, hay aspirantes que se han reservado en Iowa, como el republicano Rudy Giuliani, triunfador tanto en la empresa privada como en la pública. Y, para demostrar que en política nada es lo que parece, ni siquiera el color facial de Obama, Giuliani, un conservador casado tres veces, resulta partidario de la mano dura contra la delincuencia, pero tendida en cambio hacia el aborto.

Al final, el discurso de todos se irá centrando porque el largo partido de un año de duración no ha hecho más que comenzar.
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