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Médicos Sin Fronteras denuncia el abandono de los ancianos en las residencias
(Foto: Olmo Calvo/MSF)

Médicos Sin Fronteras denuncia el abandono de los ancianos en las residencias

martes 18 de agosto de 2020, 11:08h

Médicos Sin Fronteras (MSF) ha redactado un contundente informe tras su intervención en cerca de 500 residencias de ancianos españolas durante los peores meses de la pandemia del coronavirus. La organización ha constatado "graves problemas respecto al modelo de gestión así como de coordinación entre las administraciones competentes y las empresas gestoras". Según el informe, la elevada cifra de residentes fallecidos revela "el abandono de las personas más vulnerables a la Covid-19, así como la desprotección del personal" encargado de sus cuidados.

El documento 'Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la COVID-19 en España' señala que estos centros mostraron un "déficit estructural de recursos y de supervisión sanitaria y ningún plan de contingencia", una combinación que "hizo inviable la respuesta a la epidemia", según la responsable de la respuesta en residencias de MSF, Ximena Di Lollo.

MSF dio apoyo al personal de casi 500 centros durante las fases más agudas de la epidemia, en ámbitos como prevención y control de la infección, diseño de protocolos de sectorización o el uso de equipos de protección individual (EPI). Tras su experiencia, han alertado de la urgente necesidad de medidas y planes de contingencia que aseguren la alerta temprana y la respuesta inmediata en el control de la infección, para proteger a pacientes tan vulnerables ante la COVID-19 como los mayores.

Estos planes deben ir acompañados de una clara dotación de recursos financieros, humanos y materiales que fortalezcan el sistema de salud, tanto de atención primaria como hospitalaria.

La organización denuncia que no se priorizaron las derivaciones hospitalarias ni los circuitos preferentes, ni otros recursos disponibles, para que las personas enfermas fueran trasladadas a otros centros u hospitales. Y las residencias, lugares para la convivencia y el cuidado y no para el tratamiento medicalizado, se vieron obligadas a dar unos cuidados para los que, a pesar de su buena voluntad, no estaban preparadas. "Las residencias y sus trabajadores carecen de recursos, infraestructura, formación o responsabilidad para la atención médica y tampoco hubo una respuesta inmediata, adecuada y orientada a salvar vidas, y coordinada con los servicios asistenciales y de salud", ha señalado Di Lollo.

La capacidad en la prevención y control de infecciones (PCI), clave en una epidemia, también fue deficiente, del mismo modo que lo fue el manejo de los casos para evitar su agravamiento, fueran o no casos de COVID-19. En materia de detección, vigilancia y control de la infección, el informe de MSF recomienda, entre otras medidas, disponer de profesionales formados en este ámbito, para asesorar, capacitar y supervisar al personal asistencial.

MSF señala también la urgente necesidad de garantizar un aprovisionamiento de reserva de materiales y equipos de protección, además de una formación adaptada, oportuna y con protocolos de uso claros para que el personal sociosanitario pueda protegerse y proteger a los residentes.

Además de la deficiencia en los mecanismos de control de infecciones y de la falta de material de protección, hubo gran incertidumbre debido a los casos asintomáticos y a la poca credibilidad de los tests diagnósticos; todo ello acabó llevando a menudo a la implantación de férreas medidas de aislamiento de los residentes, a veces de forma indiscriminada, y a la restricción o denegación de despedidas, visitas o movilidad dentro de la residencia. Este hecho tuvo también consecuencias físicas y psicosociales graves para los mayores que además no contaban con apoyo emocional, según el informe.

Prueba de ello es uno de los numerosos testimonios que recoge el informe, el de la directora de una de las residencias que contaron con el apoyo de MSF: "En el caso de Eugenia, yo tenía miedo de que se dejase morir y empecé a sacarla cada día un rato, para ver si recuperaba las ganas. Y empezó a comer, empezó a ir a mejor, hasta que un día vinieron los de atención primaria justo cuando la teníamos fuera, y me dijeron que era una inconsciente y estaba poniendo en peligro a todo el mundo. No me quedó otro remedio que devolverla a la habitación; me hicieron sentir muy mal. Ella dejó de comer otra vez y a los pocos días se murió. Yo no digo que no se fuese a morir igualmente, pero tengo claro que no quiso pasar por esto".

"Los responsables de estos centros deben velar por que el aislamiento físico no aísle socialmente a los residentes y se priorice en todo momento su salud tanto física como mental. El confinamiento no debe hacerse a expensas de las facultades físicas y cognitivas de las personas mayores, sino en atención a ellas", concluye Di Lollo.

MSF recomienda cierta flexibilidad en la ocupación de los centros, especialmente en los periodos más críticos, para que se pueda proceder a una zonificación. En los casos que no sea viable tener habitaciones individuales, debe identificarse un espacio preventivo disponible para los periodos de riesgo. Los mecanismos de apoyo psicosocial son fundamentales, tanto para personal y residentes como para sus familiares; no fue el caso durante la epidemia.

Durante su intervención, MSF comprobó una gravísima carencia de protocolos para cuidados paliativos, final de la vida, despedidas y visitas. El documento revela falta de claridad y de ejecución de medidas enfocadas al tratamiento de confort, sedación y cuidados paliativos para las personas en estado terminal que no habían sido referidas a hospitales u otras estructuras durante la epidemia, dejándoles morir con un sufrimiento evitable.

“Deben permitirse las visitas de familiares y las despedidas en los momentos finales, siempre con las medidas de protección adecuadas. Para ello, es imprescindible que las residencias cuenten con suficientes equipos de protección personal, para que los mayores no vuelvan a pasar momentos tan duros lejos de los suyos”, dice la responsable de respuesta en residencias de MSF.

El informe señala también a las Administraciones competentes y empresas privadas en todos los niveles y denuncia su descoordinación y falta de estrategias y prevención ante la epidemia. "Priorizaron la respuesta asistencial en hospitales, lo que dejó atrás a las personas mayores en las residencias, a pesar de ser el colectivo más vulnerable y con mayor mortalidad", denuncia Di Lollo.

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