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Las 50 mejores películas de los años 50 (del 20 al 11)
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Las 50 mejores películas de los años 50 (del 20 al 11)

miércoles 19 de agosto de 2020, 17:01h

Se podría hablar de los años 50 del siglo pasado como de la edad de oro del cine clásico, los estudios de Hollywood todavía no habían entrado en decadencia y los mejores directores de todos los tiempos, como Alfred Hitchcock o John Ford, estaban en el momento más importante de su carrera, por si fuera poco fue la época en la que empezó a filmar otro gigante como Stanley Kubrick y las grandes estrellas dejaban paso a los rebeldes sin causa del Actor's Studio, con Marlon Brando a la cabeza. Pero es que, además, los años 50 fueron el despegue definitivo del cine de autor a nivel mundial, el mundo descubrió a Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu o Kenji Mizoguchi en Japón, a Satyajit Ray en la India, a Ingmar Bergman en Suecia, al español Luis Buñuel en su periodo mexicano, mientras que en Italia Federico Fellini o Luchino Visconti cogían el testigo de los maestros neorrealistas, en Francia aparecía la revolucionaria Nueva Ola que cambiaría las reglas en la siguiente década y en España a la censura le salía un doble dolor de muelas con Berlanga y Bardem. (Del 50 al 41 / Del 40 al 31 / Del 10 al 1

20. Pather Panchali (La canción del camino) (1955) Satyajit Ray



Situémonos a mediados de los 50, Satyajit Ray no ha dirigido nunca antes una sola toma, Subrata Mitra, su director de fotografía, no ha trabajado nunca en el cine y los niños que han sido contratados como actores ni siquiera han hecho una prueba. Sin embargo, aquellas primeras imágenes rodadas serán tan poderosas que la película encontraría financiación inmediatamente después de ser proyectadas por primera vez. Y es que lo que Ray, y el resto del equipo, consiguieron con 'La canción del camino' fue una especie de neorrealismo poético que lograba traspasar su época, su país y su cultura. Y es que partiendo de lo particular, los problemas de una familia para salir adelante en la India de 1920, Ray alcanza lo universal, conseguir emocionarnos con los sentimientos humanos más básicos, demostrando el poder del cine para traspasar fronteras e idiomas. Y es que todos nos podemos sentir reflejados en la familia del pequeño Apu. Por cierto, otro casi novato se encargó de poner la maravillosa banda sonora, un Ravi Shankar mucho tiempo antes de ser descubierto por los hippies.

19. La noche del cazador (1955) Charles Laughton



Charles Laughton solo dirigió una película en su vida, pero lo que hizo no fue una simple película sino poner en imágenes los miedos y pesadillas de cualquier niño. Una obra maestra onírica que no se preocupa tanto del realismo como de crear un ambiente pesadillesco, en el que no sabemos si soñamos o estamos despiertos, pero compartimos los miedos y anhelos de esos niños que intentan huir de ese coco con las palabras ‘amor’ y ‘odio’ escritas en sus nudillos. Robert Mitchum se mete en la piel del Reverendo Harry Powell y nos encandila/aterra para siempre: “Estoy perdiendo la paciencia, niños. Salgo a buscaros”.

18. Fresas salvajes (1957) Ingmar Bergman



Ingmar Bergman no había cumplido todavía 40 años cuando en 1957 estrenó 'El Séptimo Sello' y 'Fresas Salvajes', dos verdaderos hitos en la historia del cine. La mejor de las dos es la segunda, una 'road movie' existencialista sobre el viejo profesor Isak Borg (interpretado por el mítico director Victor Sjöström) que Bergman comenzó a escribir con su padre en mente pero que acabó siendo un triste autorretrato, alguien que en sus propias palabras era "autoafirmativo, introvertido, no sólo bastante fracasado sino fracasado de verdad. Aunque exitoso. Y capaz. Y ordenado. Y disciplinado". Quizás sea la más humana y cálida de sus películas, gracias a la fuerte presencia de Ingrid Thulin como la nuera de Borg y a una refrescante Bibi Andersson, como Sara la autoestopista, que también es la prima de la que estaba enamorado en sus recuerdos. Un viaje de redescubrimiento, físico y espiritual.

17. Cautivos del mal (1952) Vincente Minnelli



‘Cautivos del mal’ es una obra perfecta en la que Vincente Minnelli echa una mirada al mundo del cine, a través de la historia del tiránico y manipulador productor Jonathan Shields, interpretado a la perfección por Kirk Douglas. Para ello se sirve de tres distintos puntos de vista, tres personas que trabajaron para él y con los que quiere volver al mundillo, un director, una actriz y un guionista. Es cine dentro del cine y demuestra la relación amor / odio que el propio Minnelli sentía con Hollywood. Shields es tan bueno en su trabajo como malo en sus relaciones personales, supo sacar lo mejor de los tres pero también les traicionó sin pudor por sus películas. Y es que Shields podría haber hecho suya la conocida frase de Mae West: "Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mucho mejor".

16. La ley del silencio (1954) Elia Kazan



Kazan intenta justificar lo injustificable, su delación de compañeros durante la ‘Caza de Burujas’ del McCarthysmo, con una obra maestra de altura. No lo logra, y posiblemente los fantasmas de su paso por el Comité de Actividades Antiamericanas le perseguirían para siempre, pero logra crear una maravillosa película, llena de cine de altura. Y luego está Brando, cambiando para siempre la forma de actuar delante de una cámara. Ya había asombrado al mundo con otras películas de Kazan como 'Un tranvía llamada deseo' o '¡Viva Zapata!' pero es aquí donde De Niro, Pacino y compañía tendrán el faro que les guíe en próximas décadas, Brando cuidando las palomas, Brando paseando con Eva Marie Saint y, sobre todo, Brando dentro de un coche, con un también magistral Rod Steiger, diciendo aquello de "¿Es que no lo entiendes?. Pude tener clase. Pude ser el aspirante. Pude haber sido alguien, en vez de un vago, que admitámoslo es lo que soy. Fuiste tú, Charlie. Solo por ti, Charlie".

15. La Strada (1954) Federico Fellini



La película con la que Fellini se encuentra a sí mismo. Aquí sigue habiendo influencia del neorrealismo, pero esta es una película mucho más compleja y simbólica, comienzan las extravagancias pero no se deja sepultar por ellas. Fellini mira a sus personajes con todo el humor y la compasión posible, y no solo a los más fáciles de adorar, como esa maravillosa versión femenina de Chaplin que es Gelsomina (el mejor papel de la carrera de la gran Giuletta Massina) sino también a ese ser autodestructivo y lleno de ira que es Zampano (Anthony Quinn dando una lección de interpretación).

14. Senderos de gloria (1957) Stanley Kubrick



La primera gran obra maestra de Kubrick es una de las películas más antibélicas que se han rodado jamás. En ella se habla sobre la fosilizada jerarquía del ejército, donde los soldados de a pie son enviados desde las trincheras al matadero mientras los altos mandos dan órdenes desde sus confortables despachos, sin mancharse el uniforme. En este caso cuando una ofensiva fracasa, el alto mando francés decide elegir a tres cabezas de turco para ser acusados falsamente de cobardía ante el enemigo y enfrentarse a la pena de muerte por fusilamiento. El personaje de Kirk Douglas, un militar que aún cree en el sistema, será el encargado de defenderlos, viendo poco a poco como todo el sistema en el que creía se demuestra como una farsa en la que todo está predispuesto desde el principio. Una película durísima que se cierra con uno de los finales más bellos de la historia del cine, reforzando claramente el mensaje de la película: en las guerras no hay vencedores, solo vencidos.

13. Cuentos de Tokio (1953) Yasujiro Ozu



Yasujiro Ozu es el más japonés de los tres grandes maestros del cine nipón, un trío que completan Akira Kurosawa y Kenji Mizoguchi. Es también el más difícil de los tres, sus películas se desarrollan sobre temas que parecen nimios y casi siempre en interiores con nula acción. Su cámara apenas se mueve y sus actores casi siempre son los mismos. Eso sí, una vez que entras en su mundo, tiene muchas posibilidades de convertirse en tu director favorito. Pocos directores en la historia del cine tienen un estilo tan propio y original como Ozu, un maestro a la hora de componer sus planos, prácticamente cuadros originales, logrando como un Velázquez hacer que, gracias a la perspectiva, las dos dimensiones de la pantalla se transformen en tres a los ojos del espectador. Es también el menos preocupado en la acción y más en la psicología de sus personajes. Ozu pone su cámara en el suelo, donde los japoneses hacían casi toda su vida familiar, donde se sentaban, comían y dormían, y raramente sale al exterior. Normalmente las películas nos cuentan lo que pasa de puertas para fuera, pero a Ozu lo que le interesa es lo que pasa de puertas para adentro, lo suyo era el interior, tanto de la vivienda, como de los personajes. Ozu te metía con la misma facilidad en la vivienda como en el interior de sus personajes. Era un director de personajes no de paisajes y ‘Cuento de Tokio’ es la esencia pura de su cine. Una película en la que llegaremos a conocer, y a comprender, a cada una de las personas que sale durante su metraje.

12. Eva al desnudo (1950) Joseph L. Mankiewicz



Mankiewicz se gradúa con una ácida mirada al mundo del espectáculo, en concreto al teatral, llena de cinismo e ironía, dos características propias del personaje que nos cuenta esta historia, el despiadado crítico teatral, Addison de Wit. George Sanders se luce en el papel, claro que cuesta encontrar un solo actor o, principalmente, actriz que no brille recitando los brillantes diálogos de Mankiewicz, por encima de todas, lo sentimos Eva, está una Bette Davis descomunal. Baste escucharla soltar ese "no te preocupes por el corazón, Eva. Siempre podrás poner ese trofeo en su lugar".

11. Con faldas y a lo loco (1959) Billy Wilder



'Con faldas y a lo loco' podría aparecer perfectamente en esta lista solo por el hecho de ser una de las películas más divertidas de todos los tiempos, Billy Wilder y I. A. L. Diamond meten una genialidad en casi cada línea del diálogo (de hecho estaban tan contentos de su propio guión, que solían leerlo en voz alta para reírse entre ellos), pero hay mucho más en 'Con faldas y a lo loco' de lo que simplemente parece. Y es que esta comedia es una bofetada en la cara a la normalidad, al 'American Way Of Life' y a la sociedad de su época. Si la hicieran en estos tiempos, posiblemente tendríamos a Marilyn descubriendo a Tony Curtis a mitad de película, cabreándose con él y no aceptando sus disculpas, hasta la inevitable reconciliación final. También tendríamos a Lemmon y a Osgood yéndose juntos de juerga para corroborar su heterosexualidad. Nada de esto hay en esta película que parece decirnos que seamos lo que seamos podemos ser felices, y que puede que haya "leyes y convenciones" pero no tienes por que verte ahogado por ellas. No olviden, una vez que se hayan repuesto tras escuchar la mejor frase final de una película, que está película fue escrita por un par de tipos que se llamaban realmente Samuel Wilder e Itec Domnici, y estaba interpretada por una actriz que se llamaba Norma Jeane Mortenson, que se hacía llamar Marilyn Monroe, e interpretaba a alguien que se llamaba Sugar Kowalczyk pero se había cambiado el nombre a Sugar Kane, por no hablar del caso del actor Bernie Schwartz que se había cambiado el nombre a Tony Curtis, e interpretaba a un saxofonista llamado Joe, que se disfraza de una mujer llamada Josephine para escapar de un gangster pero que, a la vez, se hace pasar por un multimillonario llamado Junior que habla con el mismo acento que Cary Grant, para conquistar a Sugar…

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