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El insondable enigma de Kaspar Hauser

Kaspar Hauser
Kaspar Hauser
domingo 20 de septiembre de 2020, 10:48h

Contemplando el árbol suburbano con tres chiquillas escupiendo e insultando como “panchitos de mierda” a una pareja iberoamericana y más allá el aterrador bosque del campamento de Moria, convertido ha poco en desolación y cenizas con miles de seres humanos deambulando en un limbo del que no podrán salir ni hacia el paraíso europeo ni de vuelta al báratro de sus respectivos países, la mente vuelve al eco de las palabras que Luz Arcas, coreógrafa e intérprete de Kaspar Hauser, el huérfano de Europa, pronunció hace cuatro años en la presentación del espectáculo que la compañía La Phármaco presentó en los Teatros del Canal de Madrid para el Festival de Otoño en Primavera. Refiriéndose al personaje que el criminalista y filósofo Von Feuerbach analizó minuciosamente en su libro Un delito contra el alma del hombre, habló de su historia como algo universal y atemporal; como una especie de conciencia: “… sobre la imposibilidad de comprender la experiencia de uno mismo, el paso de uno por el mundo y para asimilar la realidad”, y sobre una Europa que: “… intentaba hacerle ver que ese mundo era el bueno y el de verdad mientras que él había vivido una mentira, pero en ese mundo no hay lugar para él (…) dejando muy clara la doble moral hacia el extranjero y el distinto”. Todo apunta a que la esencia del personaje al que Werner Herzog hizo protagonista de su película El enigma de Kaspar Hauser sigue desventuradamente vivo y el arcano en vigilia tensa.

La historia comienza el 26 de mayo de 1828, lunes de Pentecostés, cuando en una plaza de la ciudad de Nuremberg, en la actual Baviera alemana, apareció un muchacho desaliñado y extremadamente confuso que no sabía hablar, por lo que inmediatamente fue trasladado a comisaria. Allí exhibió dos papeles, uno con lo que parecía su nombre, Kaspar Hauser, y una carta dirigida al militar Friedrich von Wessing en la que también figuraba su nombre y una fecha de nacimiento: 30 de abril de 1812.

Su estado mental llamó inmediatamente la atención de teólogos, juristas y pedagogos que empezaron a llevar a cabo ensayos para enseñarle a hablar, leer y escribir, algo que logró en un tiempo record además de adquirir otras capacidades como montar a caballo o tocar el piano.

Finalmente quedó bajo la custodia de Paul Johann Anselm Ritter von Feuerbach, eminente filósofo, criminólogo y jurista, creador de famosa máxima que consagra del Principio de Legalidad en lo Penal: “Nullum crimen, nulla pœna sine lege praevia”, “No hay delito ni pena sin ley previa”, quien descubrió sobre él cosas elementales, como que no toleraba la leche y la carne y sólo aceptaba alimentarse con pan y agua, lo que evidenciaba un largo periodo de reclusión en duras mazmorras y en total aislamiento, para provocar que lo aparentemente cotidiano le resultara con frecuencia fascinante. No llegaba a comprender como su imagen se reflejaba en un espejo y le costaba distinguir entre cosas inanimadas y animadas. También describió von Feuerbach con incontenido asombro y extrema minuciosidad las fuertes impresiones de Kaspar al constatar que las piezas del cuerpo humano no podían despegarse de un todo que parecía formar un mecanismo único o la estupefacción que le sobrevino al contemplar por primera vez la nieve o un cielo cuajado de estrellas.

Von Feuerbach fue más allá e investigando a fondo sobre su posible origen concluyó que era extremadamente probable que se tratara de un príncipe del Estado histórico de Baden, situado en lo que actualmente es el suroeste de Alemania en la ribera oriental del Rin y que tras la disolución del Sacro Imperio Romano Germánico se constituyó en Gran Ducado y país soberano, hasta que en 1871 pasó a integrarse en el Imperio Alemán.

Su hipótesis era que Kaspar había sido sustituido por un niño moribundo a causa de alguna de las oscuras intrigas dinásticas que durante mucho tiempo acaecieron en el Gran Ducado.

Poco a poco la sociedad en la que se había instalado como un fenómeno fascinante empezó a perder interés en él. Además, un año después de su aparición fantasmagórica en una plaza de Nuremberg sufrió un atentado recibiendo un golpe en la cabeza sin que nunca se supiera quien había sido su agresor. Finalmente, el 14 de diciembre de 1833, cinco años y medio después de su primera aparición pública, fue acuchillado en los jardines del palacio de Ansbach y murió tres días después.

Algunos forenses especularon con la posibilidad que el deceso hubiera sido consecuencia de heridas autoinfligidas, aunque todo indica que fue el resultado de un crimen premeditado y ejecutado con extrema precisión y limpieza.

Sobre su posible identidad y origen familiar se siguió investigando durante muchísimos años. En 1996 y por iniciativa de la revista Der Spiegel se realizaron análisis de ADN de unas manchas de sangre en unos calzoncillos que supuestamente habían pertenecido a la víctima y de los resultados se concluyó que no podía haber sido miembro de la familia reinante en Baden, pero con el tiempo se puso seriamente en duda que la prenda le hubiera pertenecido. En 2002 se llevó a cabo un segundo estudio del material genético de otra prenda custodiada en el Museo Kaspar Hauser proveniente de la herencia de von Feuerbach, que incluía algún pelo del interfecto y esta vez se determinó que había una singular coincidencia con las huellas genéticas de la realeza local, aunque sin llegar al 99% de seguridad que la ley considera como prueba irrefutable.

Estudios posteriores indican que bien podría tratarse de un hijo ilegítimo de Napoleón Bonaparte y Estefanía de Beauharnais, esposa de Carlos II de Baden, en los días en los que el corso preparaba la invasión del Imperio Ruso. La nueva hipótesis se sustenta además en la extraordinaria similitud entre Kaspar y Napoleón II, Napoleón François Joseph Charles Bonaparte, que constata la misma distancia entre la nariz y el labio superior, barbillas muy parecidas y una frente casi idéntica.

Es probable que nunca sepamos con total certidumbre quien eran sus padres, pero sí sabemos que fue muerto y apartado sin conmiseración de la sociedad por ser diferente, un migrante en el que aparece la doble cara de la Europa de su tiempo y de estos días.

Y así estamos.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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