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Crítica de la obra de teatro 'Fariña': droga, retranca y sociología gallegas
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(Foto: Vía J.M.Vila)

Crítica de la obra de teatro 'Fariña': droga, retranca y sociología gallegas

miércoles 23 de septiembre de 2020, 14:26h

Confieso que comencé a leer Fariña, la novela de Nacho Carretero, por el morbo del secuestro por una jueza, pero abandoné su lectura unas cuantas páginas después. Más tarde vi algún capítulo en televisión que me pareció de excelente factura y ahora que llega a las tablas de Naves del Español en Matadero no he querido perderme la versión dramatúrgica que dirige Tito Asorey y cuya autoría firman al alimón José L. Prieto y el mismo Nacho Carretero. La experiencia está cargada de costumbrismo gallego, humor contínuo, diversión, fiesta, sociología local y, como no podía ser de otro modo, de los dramas personales y familiares que han sembrado de muerte por drogas a miles de familias en Galicia y el resto de España.

El montaje adopta la forma de teatro documento en el que un sinfín de personajes vinculados durante los últimos treinta años al fenómeno de una u otra forma, van desfilando por el escenario de la Sala Fernando Arrabal A de Naves del Español –antes, por mor de la cainita política patria, Nave 11, y un poco antes, solo Fernando Arrabal, sin la A final-. Así, en poco menos de dos horas llenas de creciente interés, cinco extraordinarios actores trasladan del escenario al patio de butacas el día a día, las encrucijadas, las tentaciones, el terremoto social, político y económico que supuso en Galicia el abandono del contrabando del tabaco por el de la droga que inició a gran escala el famoso narcotraficante Sito Miñanco. Los artífices en escena de ese milagro de humor, dolor y emociones son Cris Iglesias, Marcos Pereiro, María Vázquez, Sergio Zearreta y Xosé A. Touriñán.

A ritmo de rock, muñeiras y música verbenera (decisiva la intervención de Novedades Carminha), que puede escucharse en cualquier capital, pueblo y aldea de esa hermosísima región bañada por casi 1500 kilómetros de costas, desfilan ante los atónitos y chispeantes ojos del público asistente, paisanos crédulos y agradecidos, alcaldes corruptos, capos del narco, adolescentes cabreadas con el mundo que ven en la droga el camino más fácil para olvidarse de él, y policías y guardias civiles, jueces estrella, y los grandes proveedores del mercado de la droga situados en Colombia o en el Norte de áfrica.

María Vázquez encarna, entre otros inolvidables personajes, a una colombiana en quien se encarna la cocaína, y a Carmen Avendaño, la madre que encabezó la lucha contra el narco gallego. Sugerente, cínica y sensual la primera, y destrozada, valiente y decidida madre coraje la segunda. Marcos Pereiro construye un estupendo y graciosísimo inmigrante marroquí que, entre incontenibles risitas y el manejo utilitarista y efectivo de un castellano comercial, glosa las virtudes del hachís. Cris Iglesias es un excelente partenaire del desfile de situaciones y personajes, envidiable baterista rockera, adolescente protestona o callada –según venga el día-, o colaboradora estrecha de los narcos. Sorprendente, profundo y contundente Sergio Zearreta, ya sea como narco o como cantante de esa brillante orquesta verbenera, y Xosé A. Touriñán que se mete al público en el bolsillo como capo comprensivo y máximamente eficaz.

José Faro ha diseñado una ingeniosa y sencilla escenografía que ha dividido en dos partes: una baja, con puertas giratorias que sirve a los numerosos personajes para entrar y salir a escena convenientemente transformados, y una superior en donde se desarrollan también algunas escenas pero que, fundamentalmente sirve de base para la proyección de material documental audiovisual que apoya cuanto sucede en escena. El sonido y la luz de Santi Jul y Laura Iturralde, respectivamente, son deslumbrantes y ayudan a enmarcar la historia que se cuenta con la veracidad buscada. Y, por último, el vestuario de Ruth D. Pereira aporta el toque histórico -una vez popular, otras sofisticado o formal-, de personajes y época.

Dejo para el final la excelente labor de dirección de Tito Asorey para encajar en esas casi dos horas de función el constante ajetreo de personajes y escenas -algunas de clara resonancia al también gallego grupo Chévere-, sin que por ello se pierda ni un momento la tensión y el tono de la historia contada. El engranaje y el resultado de la propuesta dramática no pueden ser mejores. Muy interesante.

‘Fariña’

De José L. Prieto y Nacho Carretero

Dirección: Tito Asorey

Reparto: Cris Iglesias, Marcos Pereiro, María Vázquez, Sergio Zearreta y Xosé A. Touriñán

Diseño de sonido: Santi Jul

Diseño de espacio escénico: José Faro, Coti

Diseño de iluminación: Laura Iturralde

Diseño de vestuario: Ruth D. Pereira

Tema original: Novedades Carminha

Una producción de Ainé Producións, Undodez y Oqueteño Media

Matadero-Naves del Español, Madrid

Hasta el 11 de octubre de 2020

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