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Crítica de la obra de teatro 'Otoño en abril': ilusiones y pesadillas familiares
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Crítica de la obra de teatro 'Otoño en abril': ilusiones y pesadillas familiares

jueves 24 de septiembre de 2020, 16:16h

Carolina África, autora y directora de este ‘Otoño en abril’ ya buceó hace unos años en los más íntimos recovecos de la institución familiar a través de su Verano en diciembre. Y si entonces eran tres las generaciones que se daban cita en ese cuadro costumbrista que pintaba las relaciones intrafamiliares de una abuela que pasaba de los 80, su nuera y sus nietas, en ‘Otoño en abril’ continúa la saga con el nacimiento de Abril, una niña que viene al mundo con antelación y que, por tanto, tiene que sobrevivir sus primeras semanas de vida en una incubadora. Las dificultades del alumbramiento hacen que, aún con más fuerza, la representante de esa nueva generación se erija en el centro de gravedad del universo familiar exclusivamente femenino que la acoge.

La vida sigue igual, que diría Julio Iglesias, en el seno de esta familia compuesta ahora por una madre de cuatro hijas, viuda desde hace tiempo, católica y tradicionalista, y que ahora va a convertirse en abuela. Pilar Manso borda el personaje que, como buena matriarca, gobierna como buenamente puede -o, al menos, eso intenta-, las vidas de sus cuatro hijas hasta en los más mínimos detalles (“Tu hermana necesita ahora gente que la quiera y que la cuide…” “Para eso ya estamos nosotras…”, le contesta una de las hijas). Todo en aras de conseguir una razonable y pacífica convivencia familiar. Luego, como siempre, las cosas no son como ella quisiera porque, entre las hermanas hay sus más y sus menos.

Hermanas que interpretan Paola Ceballos(Carmen), Laura Cortón (Noelia / Doctoras / Amparito / Vecina), Beatriz Grimaldos (Alicia) y Majo Moreno (Paloma). Alicia, soltera, es la madre de Abril, tan ilusionada como llena de miedo ante la nueva perspectiva vital que se le viene encima con la maternidad. Aunque se confiesa a sí misma que va a intentar ser la mejor madre del mundo (“para mí siempre vas a ser lo primero. ¡Siempre, siempre!”), la realidad cotidiana muy pronto se le viene encima como una losa que, en el fondo, tiene que afrontar sola porque no quiere saber nada del padre de la criatura, un hombre casado por el que no siente nada. Carmen vive en Londres, casada y con problemas de pareja, y aspira con escaso éxito a convertirse en influencer. Paloma vive aún con su madre y está harta de que todo el mundo le marque lo que tendría que hacer o dejar de hacer en la vida. Noelia, por último, lleva ya varios años trabajando en la India y los esporádicos nexos que mantiene con la familia son siempre a través de conferencias y videoconferencias que modula a conveniencia con la típica excusa de que se le está acabando la batería del móvil.

Escenas, conversaciones y negras perspectivas vitales muy comunes en buena parte de los actuales jóvenes treintañeros de nuestro país que, a buen seguro, van a sentirse identificados con cualquiera de las hijas que dibuja aquí Carolina África en un otoñal, triste y desesperanzado fresco de la familia en nuestros días. La propia autora y directora del montaje dice en la presentación del mismo que los miedos, los anhelos, las ilusiones y las pesadillas que atraviesan ‘Otoño en abril’, no le son del todo ajenos: “he desnudado mi alma amparada por la ficción, y donde cualquier parecido con la realidad no es más que pura, hermosa o dolorosa coincidencia”.

La escenografía es obra de Mónica Boromello (modesto salón y cocina presididos por una permanente pantalla -que lo mismo sirve para ver la tele que para conectar vía bluetooth para ampliar la imagen de las vídeollamadas de las hijas emigrantes-, y una habitación y consulta de hospital); la iluminación la firma Sergio Torres; el vestuario (actual, convencional, casual), es de Guadalupe Valero; el espacio sonoro lo ha diseñado Nacho Bilbao (otoñales lluvias y tormentas e icónicas canciones de Paloma San Basilio y Julio Iglesias), y el vídeo corre a cargo de Majo Moreno, David Martínez y Néstor L. Arauzo. Todos ellos están al servicio de los permanentes y cotidianos conflictos entre madre e hijas en el seno de un núcleo familiar que parece condenado a deshacerse pero que no es capaz de resquebrajar esos hilos invisibles tejidos por el cariño y la férrea voluntad de una madre (ahora ya abuela), que no para de restaurar los afectos y las derrotas acumuladas entre todos sus miembros por el paso del tiempo. La vida misma.

‘Otoño en abril’

Texto y dirección: Carolina África

Reparto: Beatriz Grimaldos, Paola Ceballos, Laura Cortón, Pilar Manso y Majo Moreno

Escenografía: Monica Boromello

Iluminación: Sergio Torres

Vestuario: Guadalupe Valero

Espacio sonoro: Nacho Bilbao

Visuales: Majo Moreno, David Martínez y Néstor L. Arauzo

Ayudante de dirección: Beatriz Grimaldos

Ayudante de escenografía: Lorena Rubiano

Fotos: Pilar Martín Bravo y Gonzalo Moles

Diseño cartel: Javier Jaén

Producción: La Belloch Teatro

Teatro María Guerrero, Madrid

Hasta el 4 de octubre de 2020

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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