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¿De qué pruebas disponemos en estos momentos para diagnosticar la COVID-19?

lunes 28 de septiembre de 2020, 17:10h

Afortunadamente la ciencia y la investigación avanzan a un ritmo nunca visto, a pesar de la lentitud que todos nuestros representantes políticos están provocando en la lucha contra el Coronavirus con sus continuos e inadmisibles enfrentamientos. Solo a modo de ejemplo, no se puede ni entender ni admitir que el Profesor Emilio Bouzas, solo haya podido “aguantar” 48 horas en su nuevo cargo de portavoz de esa “Comisión de la tregua de las banderas”. Al menos la ciencia y los investigadores, a pesar de las “luchas por el éxito”, nos ofrecen cada vez más y mejores resultados y especialmente en cuanto a la llegada de las deseadas vacunas y de las nuevas pruebas diagnósticas, tanto víricas como serológicas, que sin duda contribuirán, si los responsables de la sanidad los utilizan adecuadamente, a controlar la expansión del Coronavirus.

Las “pruebas serológicas” hoy ya se realizan a través de los recientes “test rápidos”, que con una gota de sangre tras un simple pinchazo en la yema del dedo, aplicada en la placa diagnóstica, nos ofrece el resultado en unos 10-15 minutos y con una gran fiabilidad. Gracias a esta prueba podemos conocer nuestros niveles “cualitativos” de los Anticuerpos (Ac) que nuestro organismo ha desarrollado en el caso de que hayamos estado en contacto con el Coronavirus.

Si la prueba demuestra la presencia de IgM significa que estamos en contacto con el Coronavirus y es posible que se esté desarrollando la enfermedad, aún de forma asintomática. Y si es positiva a la IgG, es prácticamente seguro que hemos podido pasar la enfermedad, con síntomas o sin ellos, o incluso que todavía estamos pasándola, pero creando anticuerpos de defensa.

¿Qué significa si la gM es negativa y la IgG es positiva? En este caso es claro que ya no hay presencia de la enfermedad y que la persona la ha pasado y ha creado anticuerpos de defensa, que desde luego hoy no sabemos todavía a ciencia cierta durante cuanto tiempo estarán presentes.

En el caso de que tanto la IgM como la IgG sean positivas, indicaría que la persona está pasando la enfermedad y al mismo tiempo está creando anticuerpos de defensa, por lo que debería respetar el “aislamiento” que le haya aconsejado su médico.

Si la IgM es positiva, pero la IgG es negativa, lo más posible es que esté en un período inicial de la enfermedad y su organismo todavía no haya creado anticuerpos IgG de defensa. En este caso, también debería guardar el período de “aislamiento” indicado.

Y si las dos, IgM e IgG son negativas, es claro que no ha tenido ningún contacto con el Coronavirus, lo que significa que debe continuar con las máximas medidas de prevención de contagio: las “3 reglas de oro o las 3 M”, la higiene extrema de las manos, la distancia de seguridad de 1.5-2 metros y el uso adecuado de la mascarilla eficaz.

Las “pruebas víricas” por su parte demuestran la presencia del virus y entre ellas disponemos de la conocida PCR y ahora de los nuevos “test rápidos antigénicos”. La recogida de las muestras es exactamente igual, a través de un “bastoncillo” que se introduce por la boca o las fosas nasales hasta llegar a la nasofaringe. Para realizar la prueba de la PCR, es necesario contar con los recursos necesarios en un laboratorio: personal técnico, reactivos específicos y aparatos de medida, y los resultados se pueden obtener en 24-48 horas, aunque en alguna ocasión hemos asistido a un importante y peligroso retraso en el diagnóstico de la enfermedad ,como consecuencia de la falta de algunos de estos recursos. En este caso, no es ni entendible ni aceptable que una prueba que tiene un coste de unos 20-25 euros, algunos laboratorios clínicos sigan cobrando a los ciudadanos 150 euros. ¿Se puede tolerar este negocio en la lucha contra esta pandemia? Puede ser lícito, pero desde luego no es nada ético y los responsables políticos deberían tomar medidas al respecto, al igual que lo hicieron con las mascarillas quirúrgicas, fijando un precio máximo.

La utilización de los nuevos “test rápidos antigénicos”, requiere de un procedimiento similar, aunque es más recomendable que se tome la muestra introduciendo el bastoncillo en las dos fosas nasales, con el objetivo de recoger el material adecuado. La gran diferencia con la PCR es que en este caso no se necesita ni de un laboratorio, ni de reactivos especiales, ni de aparatos, porque todo viene incluido en el “kit de la prueba” que tiene un coste que no supera los 6 euros.

Una vez tomada la muestra se introduce en un tubito que ya lleva incluido el reactivo necesario y tras su adecuada mezcla, se colocan un par de gotitas en una pequeña placa, similar a la de la prueba de embarazo, y tan sólo en 15 minutos disponemos del resultado. Su sensibilidad y especificidad es cercana al 95-98 %, por lo que todas las sociedades científicas y el Instituto de Salud Carlos III, los han validado para poder utilizarlos en el diagnóstico precoz de la enfermedad. En definitiva, una prueba sencilla, rápida y eficaz, con la que espero que ningún “laboratorio privado” trate de hacer el mismo negocio que están haciendo con la PCR.

Estos nuevos “test rápidos antigénicos” nos servirán de una gran ayuda en el diagnostico precoz de la enfermedad, aunque también para detectar a las personas asintomáticas, por lo que se deberían utilizar en la población general con el fin de contribuir a controlar y evitar la transmisión comunitaria actual, que está poniendo en serio compromiso a todos los sistemas sanitarios; pero también en las Residencias Geriátricas, tanto a los residentes como a todos los trabajadores, a los profesionales sanitarios en todos los Hospitales, Centros de Salud y Servicios de Urgencias y por supuesto que en todos los colegios, tanto a los alumnos como a los trabajadores de los centros educativos. Y deberían ser la prueba de elección ante un niño que pueda tener síntomas de sospecha de COVID-19, porque sin necesidad de acudir al Centro de Salud o al Hospital, un profesional de enfermería puede hacer la prueba en el mismo colegio.

De momento, todo son ventajas para contribuir a frenar la expansión comunitaria del Coronavirus, pero debe quedar claro a todo el mundo, que no se trata de un test de autochequeo que podamos adquirir en una oficina de farmacia, o a través de Internet y practicarlo en casa. Se requiere de un profesional sanitario adecuadamente formado para realizar la toma, proceder a la realización de la prueba y a interpretarla adecuadamente.

Con este nuevo test rápido antigénico, seguro que disminuirá la presión asistencial, tanto en los Centros de Salud como en los Servicios de Urgencia de los Hospitales, porque es una prueba rápida y se necesitan solo de 15 minutos para conocer si una persona está o no afectada por la enfermedad.

De todos modos y para contribuir aún más a disminuir la presión asistencial de la sanidad pública, las autoridades competentes deberían permitir que los farmacéuticos, en sus oficinas de farmacia, puedan realizar la prueba a los ciudadanos respetando siempre la intimidad de las personas y dentro de un convenio específico con las Consejerías de Sanidad. Los farmacéuticos son profesionales sanitarios que están perfectamente preparados para realizar este nuevo test rápido antigénico.

Y como en tantas ocasiones, me sigo preguntando… ¿qué problema existe para no aceptar esta propuesta para que las instituciones públicas sanitarias se apoyen en los centros privados, como las oficinas de farmacia, que tanto nos han ayudado en otros muchos momentos? Hoy no caben tampoco las luchas profesionales del pasado, porque estamos en un momento en el que “todos debemos remar juntos y hacia el mismo destino”.

Jesús Sánchez Martos

Catedrático de Educación para la Salud

Universidad Complutense de Madrid

Jesús Sánchez Martos

Catedrático de Educación para la Salud; Universidad Complutense de Madrid.

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