Ayer, el presidente de la Fed de Nueva York decía que la marcha de la economía de EE.UU. se haría de manera sólida y cerca del pleno empleo “en alrededor de un período de tres años”, aunque agregó que claramente hay muchas incógnitas sobre los próximos años.
Frente a este panorama, el consumidor estadounidense parece tener un horizonte más claro y despejado. En septiembre, la confianza del consumidor, medida por el índice de Conference Board, aumentó más de lo esperado gracias a una mejoría de las percepciones actuales sobre el mercado laboral, aunque el indicador siguió por debajo de los niveles vistos antes de que llegara al país la pandemia de COVID-19. El índice subió a 101,8 desde 86,3 en agosto. El indicador de expectativas basado en las previsiones de corto plazo de los encuestados sobre ingresos, empleo y negocios saltó a 104,0 desde la lectura de 86,6 del mes pasado.
La mayor confianza se produjo a pesar de un resurgimiento de los brotes de coronavirus en algunas partes del país y después de que se agotaran los fondos del Gobierno para ayudar a los desempleados y las pequeñas empresas, lo que podría reducir la presión para que la Casa Blanca y el Congreso acuerden un nuevo paquete de ayuda fiscal.
Por otro lado, las empresas del país están empezando a reabastecerse tras haber frenado las compras para inventarios al inicio de la pandemia, según refleja un incremento de las importaciones en agosto que eclipsó el alza en la exportación y llevó el déficit comercial a un máximo histórico.
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