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Crítica de la obra ‘La chica que soñaba’, o la construcción social de la realidad
(Foto: Javi Burgos)

Crítica de la obra ‘La chica que soñaba’, o la construcción social de la realidad

viernes 30 de octubre de 2020, 17:17h

Lucía Miranda, dramaturga y directora, ha sabido inventar desde la nada un proyecto teatral que ha denominado 'The Cross Border Project' a través del cual ha creado interesantísimos montajes (Perdidos en Nunca Jamás; ¿Qué hacemos con la abuela?; Fiesta, Fiesta, Fiesta…), de aparente sencillez pero que, en el fondo, encierran aspectos profundos tanto personales como sociales. Este es también el caso de ‘La chica que soñaba’, que puede verse durante unos días en Conde Duque Madrid.

Lucía parte siempre de entrevistas previas realizadas a un buen número de personas directamente relacionadas con el asunto sobre el que va a tratar en la dramaturgia que está preparando -en este caso, ‘La chica que soñaba’-. Lo hace a través del teatro foro (en él no solo intervienen los actores sino también, de un modo ordenado, los espectadores que voluntariamente lo deciden durante el transcurso de la representación); aquí construye un montaje en el que se analiza la razón por la cual, y durante los últimos años, ha descendido de forma alarmante el número de alumnas universitarias en carreras técnicas, en especial en todas las ingenierías.

Así, en el otoño de 2018 y 2019, Miranda habló con profesoras e ingenieras de la Universidad Carlos III de Madrid y, más tarde, con otras mujeres que hoy ejercen profesiones tradicionalmente reservadas a los hombres, tanto en Madrid como en Ponferrada. El resultado ha sido ‘La chica que soñaba’, un espectáculo alegre, abierto, divertido, reflexivo y eminentemente participativo en el que el público -mayoritariamente joven el día en que acudimos a la función-, no se corta ni un pelo en manifestar sus opiniones, o en dar salidas a las situaciones enquistadas en las que se encuentran los personajes en el planteamiento inicial de Lucía Miranda quien, además, participa como maestra de ceremonias (Jocker)y animadora de la representación.

En todas esas situaciones lidian tres estupendos, entregados, versátiles y dúctiles actores que se convierten en Silvia, Anahí Beholi; Alex, Orientadora, Pilar y Madre, Belén de Santiago, y Teo, Siri, Padre y Jefe, en el caso de Ángel Perabá.

Silvia es una joven brillante a la que vemos en dos fases decisivas de su vida. Primero como estudiante que está a punto de entrar en la universidad, quiere hacer alguna ingeniería y no son precisamente facilidades las que encuentra en el seno familiar, especialmente con la actitud de su padre. Finalmente consigue terminar la ingeniería. Varios años después de su licenciatura, cuando anda ya en la segunda mitad de la treintena, surgen otro tipo de dilemas de mayor calado aún, si cabe. Se los plantea crudamente su jefe en el proyecto de construir un robot humanoide en colaboración con empresas japonesas: “¿para ti que es más importante tu profesión o tu familia?”.

Como puede verse, el calado de los asuntos planteados no es precisamente blandito: la libertad individual, las relaciones familiares, de pareja y de amistad, la maternidad, el peso del trabajo en la vida personal, su incidencia en las relaciones de pareja…

Javier Burgos ha diseñado una escenografía limpia, minimalista, en la que los pocos elementos utilizados son soberbiamente iluminados; Paz Yáñez ha vestido con modernidad e imaginación a todos los personajes, y Nacho Bilbao ha construido el espacio sonoro, muy importante en un espectáculo especialmente dirigido a adolescentes y jóvenes.

La situación está hábilmente construida y dirigida por Lucía Miranda quién, a pesar de las limitaciones que imponen los protocolos de la pandemia, y respetándolos escrupulosamente a lo largo de toda la función, reúne en el escenario a personajes y público que se anima a intervenir, en interesantes diálogos improvisados que obligan a todo el público a intentar encontrar respuestas y soluciones a todos y cada uno de los problemas surgidos de un montaje, ‘La chica que soñaba’, que aunque está eminentemente dirigido a jóvenes –ya lo hemos dicho-, también a sus padres y hasta a sus abuelos, que pueden disfrutar de él con la misma intensidad. Muy interesante.

La chica que soñaba’
Dramaturgia, dirección y Jocker: Lucía Miranda
Reparto: Anahí Beholi, Belén de Santiago y Ángel Perabá
Escenografía y diseño gráfico: Javier Burgos
Vestuario: Paz Yáñez
Espacio sonoro: Nacho Bilbao
Producción: Helena Ordoñez
Ayudante de dirección: José Ortuño
Redes sociales: Irene Blanco
Administración: Carmen Miranda
Distribución: Susana Rubio (Nuevos Planes, [email protected])
Una producción de The Cross Border Project con la colaboración de la Comunidad de Madrid, Junta de Castilla y León, Teatro Bergidum de Ponferrada y Universidad Carlos III de Madrid
Teatro del Centro Cultural Conde Duque, Madrid
29, 30 y 31 de octubre, y 1 de noviembre de 2020

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