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El guionista

martes 02 de enero de 2007, 12:49h
Detrás de un hombre triunfador hay siempre una mujer... sorprendida. Eso es, al menos, lo que dice una vieja frase de éxito que muchas veces es verdad. Detrás de un director de cine y de unos actores de éxito, hay siempre un guionista excelente y, salvo excepciones, desconocido. Yo he tenido la suerte de conocer a uno de los más brillantes del cine español del siglo XX, Vicente Coello (Valencia 1915, Madrid 2006), periodista, licenciado en derecho y hombre de cine, que acaba de hacer las maletas para siempre. En su historial están, entre otras muchas cosas, más de 67 guiones de películas y la fundación, en 1946 con José Angel Ezcurra, de la revista Triunfo. Antes, fue crítico de cine, con apenas 18 años, en Las Provincias y Diario de Valencia, redactor de Levante y un excelente periodista deportivo en Jornada, Marca y Radio Mediterráneo.  

Pero su verdadera dedicación fue el guión de cine, en el que se inició en 1950, con Pequeñeces, dirigida por el gran Juan de Orduña. Durante más de 30 años escribió los guiones de algunas de las películas más vistas del cine español de todos los tiempos -La ciudad no es para mí (4.296.000 espectadores), Nuevo en esta plaza (3.068.000) o Las Leandras (2.413.000)- hasta la última, en 1982, Loca por el circo. Casi sesenta millones de personas vieron sus cintas, según datos del Ministerio de Cultura, y hoy muchas de ellas son parte fundamental de Cine de Barrio en TVE y vuelven a tener audiencias millonarias. Trabajó con algunos de los mejores directores de cine españoles, desde el ya citado Juan de Orduña a Rovira Beleta, Mur Oti, Forqué, Sáenz de Heredia, Lazaga, Escrivá, Romero Marchent, Mariano Ozores o Luis María Delgado. Recluta con niño. Historias de la Televisión, Tres de la Cruz Roja, La tía de Carlos o Los ladrones somos gente honrada son otros de sus guiones triunfadores. Es imposible citarlos todos. Tuvo muchos premios y apenas hace tres años fue homenajeado en la Mostra de Valencia y hace sólo unos meses la Asociación de la Prensa de Madrid le rendía también homenaje. Con razón y justicia.

Transmitía la pasión por el cine y por la vida. Dominaba el guión, el tan difícil ritmo narrativo cinematográfico, sencillo y directo, y la expresión literaria como muy pocos. Era un maestro en hacer adaptaciones de obras literarias. Fue un hombre íntegro, generoso, cabal y trabajador, que estuvo detrás de los guiones pero fuera de la farándula y la fiesta. El cine fue su trabajo y su mujer y sus hijos, su vida. Desde que murió Maria Julia, su esposa, su gran aspiración, su única meta en la vida era volver a reencontrarse con ella. Por fin lo ha conseguido y ya vuelve a ser feliz. Descanse en paz el guionista que ayudó a que fueran grandes tantos actores y directores.

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