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Cuando el crimen es el olvido

jueves 19 de noviembre de 2020, 09:40h

Visto lo visto estos días, conviene hacer memoria... Y no hablo sólo de recordar, sino de no olvidar.

En este país nuestro, durante 51 años vivimos aterrorizados por una banda de criminales, de terroristas, de encapuchados que pegaban tiros en la nuca, que ponían y estrellaban coches bomba, que chantajeaban y extorsionaban a empresarios, que se inventaron un impuesto, que igual ahora es el que sus herederos quieren seguir cobrando, que secuestraban y mataban inocentes. Una banda que nació en los 60 en plena dictadura y perduró en democracia hasta hace poco menos de 10 años. Una banda de asesinos escondidos detrás de unas siglas: ETA.

En su medio siglo de historia, perpetraron más de 700 atentados, de los cuales más de 200 están sin resolver. Asesinaron a casi 900 personas inocentes, civiles y militares, de todas las edades, desde niños a ancianos. Hirieron a miles de personas y truncaron el destino, los sueños, la ilusión y las vidas de todas sus víctimas y de sus familias. Padres enterrando a hijos a los que, en muchas ocasiones, no podían ni celebrarles un funeral, viudas, huérfanos... miedo y dolor, mucho dolor. Familias enfrentadas, vecinos chivatos, verdugos conviviendo en el mismo edificio que sus víctimas... Fueron años muy duros y algunos, especialmente sangrientos, cuando no había semana que no desayunáramos con un atentado o varios.

Ellos y sus herederos, que esos sí tienen memoria, justifican el nacimiento y la existencia de ETA en una cosa que denominaban y aún lo hacen como “la lucha armada”, el “conflicto vasco”, la liberación de “su país” y algunas cosas más que son maneras de utilizar el lenguaje para justificar lo injustificable: la violencia por la violencia. No se trataba de política, no era política, eso no es política. Por eso ahora no nos pueden hablar de “normalidad democrática”, porque hay cosas que no son normales ni siquiera en una “nueva normalidad”.

Y después de tanto miedo, de tanto terror, de tanta sangre de inocentes... descubrimos que 7 de cada 10 españoles encuestados por GAD3 no reconocen a Ortega Lara, un funcionario de prisiones secuestrado por los terroristas durante más de 500 días.Y peor aún 6 de cada 10 jóvenes no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco, un chaval de 29 años, con toda la vida por delante, pero que ETA secuestró por ser concejal en su pueblo y en 48 horas lo mató con su técnica favorita, con un tiro en la nuca y lo dejó tirado agonizando en un bosque. Era Julio de 1997 y ahí la gente de bien despertamos y salimos a la calle bajo un mismo espíritu “El de Ermua”. Y las calles se llenaron de manos blancas de inocentes y por fin se oyó una sola voz, un mismo “Basta ya”.

Por eso, hoy debemos tener memoria porque no todos eran ni son iguales. Porque las víctimas eran los buenos y los que mataban y los que aún les defienden o les jalean o les rinden homenajes son los malos. Porque no podemos perder la perspectiva. Porque no todo lo podemos envolver en la bandera de la democracia para justificarlo. Porque no todo vale. Porque hay cosas que no se pueden perdonar y si se perdonan... no se pueden ni se deben olvidar.

Esther Ruiz Moya

Periodista

Esther Ruiz Moya es comunicadora, creativa, escritora y motivadora. Premio Círculo Rojo 2021. Colaboradora en medios en España y Estados Unidos. Autora del libro 'Cuando esto pase...', sobre la pandemia y el confinamiento. Autora del podcast 'A Contraluz', disponible en Spotify

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