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'Tribus': no hay más sordo que quien no quiere oír, ni más ciego que quien no quiere ver
(Foto: marcosGpunto)

'Tribus': no hay más sordo que quien no quiere oír, ni más ciego que quien no quiere ver

martes 01 de diciembre de 2020, 09:51h

Dirigida por Julián Fuentes Reta y con texto de la dramaturga inglesa Nina Raine, ‘Tribus’ (estrenada en 2010), reflexiona sobre la incomunicación y sus límites. Dicho de otra forma, que cualquier lenguaje que utilicemos puede ser un instrumento de comunicación, de acercamiento, de entendimiento, pero también, y al mismo tiempo, puede constituir una barrera infranqueable. Fuentes Reta vuelve donde solía, al núcleo central de la sociedad, la familia, y además con idéntica fortuna, agudeza y sensibilidad porque sus dos obras precedentes sobre este mismo tema son sencillamente insuperables: Cuando deje de llover y Las cosas que sé que son verdad.

La propuesta de Fuentes Reta comienza con aires costumbristas y presenta a una familia hipertecnologizada de nuestros días (“Atenea, busca…”), de buen nivel intelectual y en la que, en su día a día, no se puede vivir sin lecturas, sin música, (Wagner, Haendel, arias de ópera…), sin constantes referencias al ámbito académico, pero al mismo tiempo sin que sea posible un verdadero diálogo, la escucha al otro, porque cada instante en común está lleno de ruido, de diálogos cruzados permanentes entre los personajes, cuajados de tacos y de gritos, que provocan confusión y una tensión in crescendo que llega a límites casi insoportables.

En medio de ese ambiente contradictorio ha crecido Guille, un chico sordo de nacimiento, baqueteado en mil batallas cotidianas y familiares para intentar pillar alguna parte de ese maremágnum constante de voceríos, discusiones, diatribas y enfrentamientos. Ni él ni sus familiares han aprendido el lenguaje de signos porque sus padres han considerado que no debían tratarlo como discapacitado y que lo mejor era aprender a hablar y a leer los labios de sus interlocutores. A Guille lo interpreta Marcos Pereira, estupendo actor, que también es sordo fuera de las tablas. Su relación con Silvia, una chica que pierde oído a marchas forzadas pero que maneja estupendamente el lenguaje de signos, encarnada por la también actriz sorda Ángela Ibáñez (aún recordamos con admiración sus intervenciones en Cáscaras vacías o en Madre coraje), pone de relieve la frustración permanente en la que ha tenido que vivir Guille durante toda su vida.

El padre de familia es Cristóbal, un profesor retirado y sesentón encarnado por Enric Benavent, que prefiere estudiar chino a comunicarse verdaderamente con sus hijos o con su mujer, Isabel, una novelista tardía a quién da vida Ascen López, siempre intentando armonizar pareceres y apagando fuegos familiares.

Los otros dos hijos, por último, son Ruth, interpretada por Laura Toledo, una cantante de ópera que no ha pasado de mostrar sus cualidades vocales más allá de los baretos donde actúa de vez en cuando y que, además, está frustrada personalmente también porque no le sale novio y lo necesita como agua de mayo. Y, en fin, Jorge Muriel -autor, por cierto, de la conseguidísima adaptación del texto a nuestro idioma-, es Daniel, un treintañero que está ultimando su tesis que precisamente versa sobre las limitaciones del lenguaje a la hora de conseguir una comunicación íntima, integral. Daniel acaba de romper una relación y, además, tiene también algún tipo de trastorno mental porque frecuentemente oye voces cuando el estrés se adueña de él.

La minimalista y soberbia escenografía que ha diseñado Elisa Sanz para la ocasión presenta un espacio diáfano y con muy pocos muebles -un gran salón donde discurre la mayor parte del tiempo familiar-, y un telón al fondo que unas veces deja ver también la cocina y otras es el soporte donde se proyecta la videoescena de Álvaro Luna, siempre desbordante de imaginación que aporta complementos icónicos a las escenas. Todo ello, claro está, con ayuda de la magnífica iluminación de Felipe Ramos. Y, en fin, completan el equipo artístico Sofia Nieto, autora del vestuario con tintes de actualidad que lucen los personajes, e Iñaki Rubio, diseñador del logradísimo espacio sonoro.

La propuesta de Fuentes Reta va mucho más allá del planteamiento del conflicto citado porque en ella se hace un uso modélico de los subtítulos y demuestra con hechos que estos no son necesarios únicamente para personas sordas, sino también para estudiantes de español, o incluso para los espectadores que acuden a ver ‘Tribus’, porque cuando hay tanto ruido, pueden apoyarse en los subtítulos para no perderse frases, o cuando se entabla un diálogo entre los dos protagonistas sordos. Y otro tanto podría decirse de la audiodescripción con la que debieran ofertarse todas las funciones de teatro –más aún tratándose de teatros públicos-, porque sin esta ayuda, por ejemplo, es extremadamente difícil -cuando no imposible-, poder seguir esta propuesta para una persona ciega o con discapacidad visual seria.

Aunque la tensión dramática entre los diversos personajes mantiene al público absolutamente entregado a cuanto sucede en el escenario durante las dos horas ininterrumpidas de duración de la función, no faltan tampoco las escenas llenas de poesía como ese baile que termina en beso entre Daniel, hermano de Guille, y Silvia; o el poema enunciado en lenguaje de signos. Pero son inolvidables también los constantes cabreos del padre de familia, o esa proclamación torrencial de Guille lanzando a sus padres y hermanos que él también existe, que puede volar solo y que tiene todo el derecho del mundo a buscar su propia forma de lenguaje, les guste o no.

‘Tribus’ es un emocionado y descarnado marco que nos recuerda los muchos ámbitos (familiar, escolar, de asociaciones, de entornos ciudadanos, etc.) en los que todos nos movemos y que, en conjunto, armoniosa o conflictivamente, contribuyen a forjar nuestro modo de ser, nuestro lugar en el mundo. Un montaje absolutamente imprescindible.

‘Tribus’

Autora: Nina Raine

Adaptación: Jorge Muriel

Dirección: Julián Fuentes Reta

Reparto: Enric Benavent, Ángela Ibáñez, Ascen López, Jorge Muriel, Marcos Pereira y Laura Toledo

Escenografía: Elisa Sanz

Vestuario: Sofia Nieto (Carmen 17)

Iluminación: Felipe Ramos

Espacio sonoro: Iñaki Rubio

Vídeo: Álvaro Luna

Intérprete de signos: David Blanco

Ayudante de dirección: Angelina Mrakic

Ayudante de escenografía: Carlos Brayda

Ayudante de audiovisuales: Elvira Rodríguez

Ayudante de vestuario: Arancha

Fotografía: marcosGpunto

Diseño cartel: Javier Jaén

Coproducción: Centro Dramático Nacional en colaboración con Octubre Producciones

Teatro Valle-Inclán, Madrid

Hasta el 27 de diciembre de 2020

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