El de ayer miércoles fue un día con muchas polémicas parlamentarias. Pero sin duda que Pablo Iglesias se llevó la palma con su tensa conversación con María Jesús Montero por los pasillos del Congreso, que fue captada por las cámaras.
Se escuchó, al parecer, cómo la ministra de Hacienda y portavoz del Ejecutivo llamaba "cabezón" al vicepresidente segundo y líder de Podemos, supuestamente en una discusión sobre el retraso en el decreto antidesahucios.
Pero sólo fue el aperitivo. Después, en la sesión de control al Gobierno, Iglesias no dudó en abandonar el hemiciclo con un claro gesto de desacuerdo con las palabras de su compañera del Consejo de Ministros, la titular de Exteriores, Arancha González Laya.
Laya estaba en esos momentos respondiendo a una pregunta parlamentaria de Vox sobre Venezuela, asegurando que nadie dictaba su postura sobre el régimen chavista, en clara alusión a sus socios de gobierno de coalición, Unidas Podemos, y que la política de relaciones internacionales la marcaban únicamente ella y el presidente, Pedro Sánchez.
Justo al escucharse esas palabras, Iglesias se levantaba violentamente de su escaño, recogía sus enseres personales y abandonaba la cámara. Antes, disimulaba que miraba la pantalla de su móvil, pero no parecía estar leyendo o interactuando con su dispositivo, y eligió dejar a su compañera en plena intervención.
Nadie ha querido confirmar ni desmentir nada sobre este gesto, pero pocos creen que fuera una casualidad que justo el vicepresidente tuviera una urgencia repentina por marcharse, y justo sucediese mientras se le desautorizaba públicamente en este asunto.
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