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El sexo de los ángeles
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El sexo de los ángeles

lunes 18 de enero de 2021, 11:44h

Hace tiempo que los políticos tienen su propio discurso y que este, ajeno casi por completo a la durita cotidianidad y las muchas angustias de la ciudadanía a la que representan, se refocila cuanto le plugue en arabescos y circunloquios, versitos y citas cogidas por las hojas del rábano, amenazas en tono de jaques y perdonavidas, que en el fondo acaban en un engolfe de subterfugios y triquiñuelas que se resumen en: “diga usted algo para que yo me oponga. Ante ese panorama, el pueblo soberano considera que su portavocía se entretiene en argumentaciones bizantinas y en discutir sobre el sexo de los ángeles. Y hay que decir que este es análisis atropellado y de poco rigor porque, de un lado, la caída de Bizancio en garras otomanas significó el fin de la Edad Media en Europa y el inicio de la Edad Moderna, que no es granito de anís, y de otro, que el asunto de la genitalidad de los espíritus celestiales es, ya lo decía Mario Benedetti: “Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y las mujeres de todas las épocas”.

Para empezar, Bizancio y el Imperio Cristiano de Oriente no cayeron con estrépito por discusiones ni desvaríos internos, sino por la imparable potencia de fuego del ejército turcomano que en aquella primavera de 1453 ya poseía 42 poderosísimas bombardas, entre las que se contaba una espantosa y gigantesca capaz de lanzar bolas de granito de 750 kilos a una distancia superior al kilómetro y medio.

Por otra parte, el debate sobre la sexualidad de los ángeles, además de la pléyade de incoherencias que caracterizan al Antiguo Testamento y a la idiosincrasia de sus mentores, que ya se sabe que dos judíos son siempre tres opiniones, se resuelven en lo básico en el texto de Mateo 22-30, cuando los saduceos le hacen a Jesucristo una pregunta típicamente saducea y le ponen en el brete de que les diga con quien estaría casada un día después del Día del Juicio una mujer que en el mundo hubiera estado desposada consecutivamente con siete hermanos. Jesús no lo duda ni un instante y contesta: “En la Resurrección, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el cielo”.

Tal viene a decir que los ángeles carecen de apetitos sexuales, luego lo más lógico es que no tengan sexo, porque, como siglos después demostrara el naturalista francés Jean-Baptiste Lamark, “la función crea el órgano y la necesidad crea la función”.

Pero la controversia no se zanjó y los Pro-sex siguieron argumentando por su lado mientras que los Non-sexs lo hacían por el suyo. Sostiene el gran escritor histórico Juan Eslava Galán que los pro: “… argumentaban que lo tendrían como los mulos, o sea bien presentado de tamaño y forma, aunque no lo ejercieran”, mientras que: “… los negacionistas estaban convencidos de que esa parte los ángeles la tendrían como los muñecos”.

Por su parte, Salvador Carabante, el gran artista malagueño formado en la Escuela de la Bellas Artes de la Universidad de Mánchester y profesor agregado del Museum of Islamic Art, MIA en Doha, Qatar, está convencido de que Yahveh creó a los ángeles para su uso y disfrute, así que: “… habrían de tener ambos sexos, por lo que los creó hermafroditas. Pero para evitar problemas los hizo carentes de libido, con lo que al principio los ángeles andaban confundidos tratando de dilucidar para qué puñetas servían aquellos atributos”. El primer problema serio que tuvo el Creador fue con Lucifer, quien, dotado de un pandero digno de varios Oscar, se enredó en un rifirrafe sobre la lógica del intercambio del dar/tomar entre que acabó en la historia del ángel caído que todos conocemos. O sea, mal.

Los ángeles terminaron montando orgías entre las nubes de las que participaba El o Elohim más o menos en secreto, quien terminó admitiendo formalmente las estimulantes reuniones, pero con la condición de que se mantuviera totalmente en secreto a los hombres para evitar agravios comparativos: “… Es así como aprendieron a posar con cara de no haber roto nunca un plato, o de ignorar lo que es una felación o un cunilingus, aunque en realidad sean un@s expertos. La historia del arte está llena de ejemplos, y bien analizados las posturas en las que a veces se les representa son reveladoras. Sus sonrisas de satisfacción son también un aspecto que los delata”.

El maño Antonio Altarriba, ensayista, novelista, historietista y catedrático de Literatura Francesa en la Universidad del País Vasco, le ve futuro incierto a la controversia: “El carácter andrógino de los ángeles podría permitir que la Iglesia se planteara cuestiones de género, tan importantes en la sociedad actual. ¿No podrían formar parte de un colectivo LGTBI espiritual? Pero el mito fundacional, profundamente anclado en la tradición, carece ya de recorrido. Así que nos quedan pocas posibilidades de reengancharnos al debate sobre el sexo de los ángeles. Aunque ataquen los turcos”. Que lo están haciendo y de qué modo.

Por último y para cerrar el círculo con las primeras digresiones que lo iniciaron hay que volver a Mario Benedetti, quien sostuvo que todo apunta a que los ángeles hacen el amor, pero de forma distinta a los mortales, de manera que no lo ejecutan con sus cuerpos sino con las palabras: “Así, cada vez cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales. Y si Ángel, para abrir el fuego, dice “Semilla”, Ángela, para atizarlo, responde “Surco”. Él dice: “Alud”, y ella tiernamente “Abismo”. Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acaricientas como copos. Ángel dice: “Madero”. Y Ángela dice “Caverna”. Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su amor. Él dice: “Manantial”. Y ella “Cuenca”. Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa. Ángel dice: “Estoque”, y Ángela, radiante: “Herida”. Él dice: “Tañido», y ella: “Rebato”. Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo”.

Porque, vuelve a insistir Benedetti y nos en su propia voz y palabra, que: “Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y las mujeres de todas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles”.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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