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'Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)': 8 años después de que pasara lo que pasó

'Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)': 8 años después de que pasara lo que pasó

viernes 05 de febrero de 2021, 12:06h

Una de las intérpretes de la Bernarda Alba de Lorca que más me han impresionado, entre las muchas que he visto a lo largo de mi ya dilatada vida como espectador de teatro, fue la de Pilar Ávila, una soberbia, aunque no suficientemente conocida actriz que entonces formaba parte de la Compañía Martes Teatro, encabezada por Manuel Galiana.

Fue a mediados de 2015 y caló tanto en el alma de Pilar Ávila el personaje lorquiano que un lustro después la actriz, convertida ahora en dramaturga, vuelve donde solía imaginando qué habría sido de la protagonista del drama de Lorca y de su criada y plasmándolo en un espléndido, sencillo, profundo y poético texto, ‘Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)’, que puede verse los jueves de febrero en el madrileño Teatro La Encina. Y, si entonces fue Oscar Olmeda, ahora es Manuel Galiana el director de la propuesta, son también aquí Pilar Ávila y Pilar Civera, respectivamente, Bernarda y Poncia.

La autora sitúa la acción de su ópera prima ocho años después de la muerte de Adela, la más joven de las hijas de Bernarda Alba, situando frente a frente a ama y criada de los Alba en la casa familiar, con una Bernarda ya muy deteriorada por el paso de los años y la enfermedad, y que por una vez y sin que sirva de precedente, muestra su alma a Poncia en el transcurso de las doce horas que van desde el amanecer hasta el atardecer de un caluroso día de junio. Las dos mujeres, frente a frente, dan un descarnado repaso a sus vidas, descubren intimidades de las hijas de Bernarda, sus dos maridos, los dos hijos de Poncia y su marido, qué fue de Pepe el romano, el causante del suicidio de Adela, y mil secretos familiares más que –como tantos otros-, nunca han saltado los muros de la casa de Bernarda.

Delicioso el duelo interpretativo de las dos actrices en escena: una Pilar Ávila (Bernarda) guardando siempre la compostura, fuerte de fachada, pero descubriendo sus más íntimos sentimientos con Poncia, Pilar Civera, una mujer acostumbrada a sufrir los embates y la rigidez extrema de su ama pero que sabe utilizar mejor que nadie esa mano izquierda que no debe de saber nunca lo que hace la derecha. Pilar Civera dibuja en escena a una mujer del pueblo (fascinante su movimiento de manos, su postura corporal, su palabra precisa , su dignidad férrea ante los embates dialécticos de Bernarda.

La rígida y férrea pose de Bernarda se derrumba ante la honestidad y la lealtad de Poncia y eso que Bernarda no solo no teme a la muerte sino que, incluso, está esperándola como agua de mayo. Eso sí, habiendo dejado todo atado y bien atado. Y Poncia recogerá el justo y merecido fruto de sus servicios prestados a lo largo de toda una vida de entrega a Bernarda y a sus hijas Angustias, Martirio y Adela que, aunque ya no están en casa, por allí siguen vivos sus espíritus y sus recuerdos con mayor fuerza que nunca.

Magnífica la dirección de Manuel Galiana –cocinero antes que fraile-, conduciendo a las actrices por los caminos del naturalismo que marca el drama de Ávila (palabra, escenografía y atrezo resaltan la austeridad de Bernarda), perfectamente enganchado al de Lorca, impregnado también de la poesía, la sangre, la tierra y el pasado.

La aparente osadía inicial de Pilar Ávila al tomar como referente previo de su primer texto dramático nada más y nada menos que a Federico García Lorca, no ha sido tal. A los hechos -texto y puesta en escena-, me remito. El resultado no puede ser mejor. Montajes como este vuelven a inyectar en uno ese amor al teatro bien hecho, independientemente de que pueda verse en un gran espacio público o en un pequeño teatro de la calle Ercilla de Madrid, como es el caso de La Encina. ¡Chapeau!

Y, finalmente, no puedo dejar de expresar en voz alta un ruego y un deseo: que espero que, después de este ‘Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)’, vengan muchos más textos surgidos de la pluma de Pilar Ávila, porque aquí hay madera.

‘Bernarda y Poncia (Silencio, nadie diga nada)’

Autora: Pilar Ávila

Dirección: Manuel Galiana

Ayudante de Dirección: Pedro Fajardo

Producción: Compañía de Teatro Íntimo

Bernarda Alba: Pilar Ávila

Poncia: Pilar Civera

Diseño de iluminación: Compañía Teatro Íntimo

Efectos musicales y sonido: Compañía Teatro Íntimo

Escenografía: Compañía Teatro Íntimo

Vestuario: Trinidad Mora Lara

Diseño cartel: Hannibal González y Ana Irina Pedroche

Diseño logotipo: Pablo Izquierdo

Dossier y programa de mano: Compañía Teatro Íntimo

Teatro La Encina, Madrid

Próximas funciones: jueves 11 y jueves 18 de febrero de 2021

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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