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Los 10 mejores discos de rock progresivo

Los 10 mejores discos de rock progresivo

martes 16 de febrero de 2021, 08:29h

Rock Progresivo, dos palabras que aparecían en mis pesadillas musicales cuando era un jovenzuelo, dos palabras que me traían a la mente a Rick Wakeman disfrazado de mamarracho haciendo un solo interminable en su teclado.

Pero la edad, y las escuchas, te van quitando prejuicios y luego te das cuenta de que Genesis son capaces de hacer grandísimas canciones y de que el puto Wakeman es el responsable del piano de 'Life On Mars?'... Es evidente que es un género en el que hay que ir con mucho ojo, porque una mala canción punk solo te roba dos minutos de tu vida mientras que una canción mala de rock progresivo puede arruinarte medio día… pero eso no quita para que todo el género sea horrible, es más entendido en su mejor forma, como la que representan Pink Floyd o King Crimson el rock progresivo puede a llegar a ser pura ambrosía musical, eso sí es un género en el que es muy fácil caer en sus dos principales pecados, la pomposidad y la autocomplacencia, pero reducir el género a eso sería como echarle la culpa a Hendrix por los miles de imitadores que lo único que buscaban era lucirse con la guitarra.

Aquí aparecen diez discos maravillosos de bandas que no se conformaban con repetir el esquema estrofa, estribillo y puente. (Para hacer la selección más representativa y no llenar el breve listado de 10 con discos de Pink Floyd, King Crimson o Can, he decidido limitar a un solo disco por artista o banda, y añadir otro disco imprescindible de cada grupo que aparece.

Pink Floyd - The Dark Side of the Moon (1973)

Poco se puede añadir a uno de los discos más emblemáticos de la historia de la música. El momento en el que Pink Floyd encontró la fórmula perfecta y el disco clave en su evolución, de banda psicodélica al grupo más importante de la historia del rock progresivo, siendo el inicio de su póker de discos conceptuales que completarían 'Wish You Were Here', 'Animals' y 'The Wall'. 'Meddle' ya había supuesto un gran paso para olvidar la alargada sombra de su primer líder, Syd Barrett, con canciones tan increíbles como 'Echoes' y 'Fearless', pero 'The Dark Side of the Moon' dejó esa huella definitivamente detrás convirtiéndole en parte de la banda otra vez, y es que el decline mental de Barrett ("The lunatic is on the grass") se convertiría en uno de los temas fundamentales para el hombre que tomará las riendas líricamente (y musicalmente) de la banda, Roger Waters. Aunque 'The Dark Side Of the Moon' todavía es la obra de un grupo que funciona como tal, con todos sus elementos aportando ideas, logrando una interacción entre ellos absolutamente increíble y es que Pink Floyd funciona mejor como la suma de sus partes que como grandes solistas (a pesar de que todos ellos, principalmente David Gilmour, lo eran). Es, además, su disco más cohesionado, los largos pasajes instrumentales de otros discos se acortan y se logra un disco en el que la banda logra algo cercano a la perfección musical, con la ayuda del ingeniero de sonido Alan Parsons, con multitud de efectos de sonidos que ayudan a entrar en algunas de las mejores canciones de su discografía, como los relojes al principio de 'Time' o la caja registradora de 'Money'. Uno de los viajes más alucinantes de la música rock (progresiva o no).

Otro disco fundamental: Wish You Were Here (1975)


King Crimson - In The Court Of The Crimson King (1969)

Puede que ‘Days Of Future Passed’ o los inicios de la escena de Canterbury llegaran antes, pero el disco que marcó para siempre el género fue el debut de King Crimson, un disco gigantesco y el inicio de una de las carreras más influyentes de la historia. Una carrera con un único elemento en común, uno de los personajes más importantes de todo esto, Robert Fripp. Los Crimson mezclan con gusto en su primer disco elementos de música clásica y jazz con su rock psicodélico sin caer en la pedantería y los excesos de otros grupos progresivos (sin ir más lejos los Emerson, Lake & Palmer que formaría un año después de esta maravilla el vocalista Greg Lake). Sus momentos más progresivos, como el puente de '21st Century Schizoid Man' o los 10 minutos de 'The Illusion', la segunda parte de 'Moonchild', se sostienen gracias a la pericia instrumental de Fripp, un guitarrista mágico que, al contrario de la mayoría de sus coetáneos, parece salido de un planeta distinto en el que no han existido ni Chuck Berry, ni B.B. King . Pero además de Fripp el gran protagonista de este disco es Ian McDonald, tocando varios instrumentos, entre ellos el omnipresente Mellotron, y creando las maravillosas melodías 'The Court of the Crimson King', 'I Talked to the Wind', además de contribuir, junto al resto de la banda, en la gigantesca 'Epitaph', una de las mejores canciones del género.

Otro disco fundamental: Red (1974)


Can - Tago Mago (1971)

En esto de la música popular lo normal es empezar copiando, ir modelando tu sonido en base a tus influencias, si eres un buen artesano lograrás poner algo propio e incluso encontrar tu propio sonido, aunque lo normal es sonar a eso que te gusta, hay cientos de bandas con Joy Division como referentes, como antes hubo miles que seguían los pasos de los Beatles, pero en raras ocasiones surge un grupo que solo suena a ellos, alienígenas que consiguen sonar como si hubieran surgido por osmosis. Los alemanes Can forman parte de este privilegiado grupo, no es que no tengan referentes, es que su asimilación de esos referentes es totalmente única, es lo que pasa si mezclas a Stockhausen con James Brown y Jimi Hendrix, lo mojas todo de ácido y pones a un japonés loco y extravagante a cantar lo primero que se le ocurre, en un idioma que no es el suyo, sobre 'jams' interminables y fuertemente editadas, como hacían Miles Davis y Teo Macero. Todos los discos de la etapa de Damo Suzuki como cantante son esenciales, y puede que 'Ege Bamyasi' sea la mejor introducción para los neófitos, pero 'Tago Mago' es la obra maestra absoluta. Se trata de un disco doble con una segunda parte tan difícil de tragar como un ladrillo untado de hormigón, 'Aumgn' y 'Perking O' son indescifrables (si el disco es un viaje en ácido, estas dos piezas son el mal viaje), pero las cuatro primeras canciones son tan colosales que sirven para dar validez a todo lo demás, sobre todo los increíbles 18 minutos de 'Halleluwah', la canción de las canciones dentro de la discografía de Can, funk progresivo en el que se encuentra todo lo que hace grande a esta banda, un bajo inolvidable, una batería que es un metrónomo de precisión y 'groove', un guitarrista original y desenfrenado y, por último, un Suzuki desatado, capaz de nombrar las tres canciones anteriores (las también imprescindibles 'Paperhouse', 'Mushroom' y 'Oh Yeah', pura delicia psicodélica) y llevar la canción a nuevos extremos de expresividad con esos gritos desquiciados de "Searching for my blood flow, Hallelalalaluhwah, Halalalalalalalalalalalaluwah, Halalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalalaluwah" que suenan como el grito de guerra definitiva de la vanguardia experimental que significó el krautrock (tampoco he querido meter al resto de bandas de este género, al ser una selección muy corta, pero aquí también podrían haber aparecido cosas de Neu!, Faust, Amon Düül II o, incluso, los primeros Kraftwerk).

Otro disco fundamental: Ege Bamyasi (1972)


Robert Wyatt - Rock Bottom (1974)

Una de las cosas que se le recriminan al rock progresivo es la falta de sutileza, en general el género tiende a la ampulosidad y a la fanfarria, pero aquí hay un músico progresivo lleno de matices y sutilezas, con un disco absolutamente único y original. La historia es conocida, Wyatt, uno de los elementos fundamentales de la escena de Canterbury y parte de dos bandas notables como Soft Machine y Matching Mole (sobre todo los primeros), tuvo un accidente, mientras grababa su segundo disco en solitario, que le dejó en silla de ruedas. El resultado fue esta maravilla que suena en su propio mundo pero en cuyas fuentes han bebido luminarias posteriores como Radiohead, es posible ver en el jugueteo con el jazz de 'Little Red Riding Hood Hit The Road' el antecedente de 'The National Anthem' y la melancolía de 'The Sea Song' baña a canciones como 'Pyramid Song'. Es esta canción una de las más bellas de toda su discografía, un perfecto ejemplo de como utiliza a las mil maravillas su extraña pero emocionante voz, pero lo increíble de este disco es lo adelantado a su tiempo que suena. 'Little Red Riding Hood Hit The Road' sigue sonando futurista, a 'sample', a 'loop', a deconstrucción, es absolutamente fantástico saber que esto está grabado en 1974, con el sudafricano Mongezi Feza regalando grandes notas en su trompeta y un Richard Sinclair sencillamente magistral al bajo. 'Alifib' y 'Alife' son dos de las canciones de amor más extrañas y originales de la historia, una increíble introducción instrumental, que por momentos suena a la última parte del 'Shine On You Crazy Diamond' (en concreto al momento en el que Richard Wright homenajea a Syd Barrett, puede que la conexión no sea casualidad ya que la producción corre a cargo de Nick Mason), sobre la respiración en cadencia de Wyatt repitiendo el título, luego entra la melodía, con la voz de Wyatt a punto de romperse y la canción pasa a su segunda parte, casi imperceptiblemente, con una percusión y las locuras líricas de Wyatt, unidas a un saxo chirriante cerca del free jazz. El disco se cierra con la canción más cercana a los postulados del rock progresivo, 'Little Red Robin Hood', que incluye hasta un solo de guitarra de Mike Oldfield, eso sí tras una primera parte, más o menos, normal, la canción se rompe y se convierte en un lamento de órgano, casi como un canto chamánico y la recitación con fuerte acento escocés de Ivor Cutler, acompañada por un solitario violín. Es un final de altura para uno de los discos más originales e innovadores de la historia del rock.

Otro disco fundamental: The Soft Machine (1968)


Caravan - In The Land Of Grey And Pink (1971)

Caravan es una de las bandas fundamentales del sonido Canterbury, formados a partir del mismo grupo del que surgió Soft Machine, Wilde Flowers, David Sinclair, Richard Sinclair, Pye Hastings y Richard Coughlan tenían una facilidad melódica excepcional, algo que se hace evidente en su gran obra maestra, In the Land of Grey and Pink, su tercer disco que se abre con una golosina pop como 'Golf Girl', compuesta por el bajista David Sinclair, aunque tampoco le tiene mucho que envidiar, a la hora de melodía pegadiza, la única aportación del que había sido el principal compositor hasta entonces, el guitarrista Pye Hastings. Eso sí, para compensar, la segunda cara es ocupada en su totalidad por una única pieza de más de 22 minutos, la notable 'Nine Feet Underground', en la que el protagonismo absoluto lo tienen las teclas de David Sinclair, el miembro de la banda que terminaría junto a Robert Wyatt en sus Matching Mole al año siguiente, aunque todos los miembros tienen su momento de lucimiento.

Otro disco fundamental: If I Could Do It All Over Again, I'd Do It All Over You (1970)


Frank Zappa - Hot Rats (1969)

'Hot Rats' es uno de los discos más ambiciosos de la discografía de Frank Zappa, una discografía que desafía las etiquetas y las clasificaciones. Lo que parece evidente es que es imposible meter a Zappa en una sola etiqueta, por ejemplo, mis discos favoritos de su carrera, 'Freak Out!' y 'We’re Only In It For The Money' no creo que entren en la categoría progresiva, tampoco los más directos como 'Over-Nite Sensation' o 'Apostrophe', pero sí que creo que este 'Hot Rats', el segundo que aparece a su nombre y el primero tras la disolución de la primera formación de las Mothers Of Invention, es un disco que podría tener cobijo en esta categoría. Es un disco instrumental en el que se pueden ver las muchas influencias de Zappa más allá del rock, principalmente el jazz. El álbum se abría con la que posiblemente sea la canción más conocida de su repertorio, 'Peaches En Regalia', una maravilla que te va llevando por caminos diferentes que suenan nuevos y refrescantes cada vez que la oyes, alguien la ha querido ver como un cruce entre Steely Dan y Weather Report lo que dice mucho de Zappa, ya que ninguno de esos dos grupos existía en 1969. Pero el resto es casi igual de interesante con Zappa dando rienda suelta a su pasión por la fusión con el jazz y las bandas sonoras, lo que le llevó a catalogar a este disco como "una película para tus oídos", aunque otro de los grandes momentos del disco es la única canción cantada, 'Willie The Pimp', un blues rock básico y salvaje en el que destaca la poderosa voz de Don Van Vliet, o lo que es lo mismo Captain Beefheart, otro verso suelto del rock que era su amigo desde la adolescencia. Aunque el hombre, fuera del propio Zappa, que habría que destacar es al gran Ian Underwood, multinstrumentista que entrega un maravilloso solo de saxo en 'The Gumbo Variations'.

Otro disco imprescindible (dentro del género): One Size Fits All (1975)


Jethro Tull - Aqualung (1971)

La verdad es que Jethro Tull era una banda de blues rock y hard rock que tenían como elemento distintivo la original flauta que tocaba su líder, Ian Anderson, pero en 'Aqualung' ya se puede ver una ambición musical y lírica que sobrepasa a esos géneros. Fue en este disco donde su parte más 'folkie' y acústica comenzaría a estar presente, con Anderson citando a Bert Jansch y Roy Harper como influencias, además de ser el primero al que se le podría aplicar la etiqueta de conceptual, con Anderson distinguiendo entre religión organizada y Dios en las letras de las canciones. Jethro Tull logra aquí una golosa mezcla de hard rock, folk y sonido propio que se podría llegar a calificar de progresivo, siendo un ejemplo perfecto la canción titular, donde encontramos los mejores rasgos de la banda, un excelente riff a cargo de Martin Barre abre paso a una gran canción rock pero, de repente, a partir del minuto uno, la canción se abre a una maravilla acústica con los mejores momentos melódicos de la banda, para luego aunar las dos partes. Pero 'Aqualung' va mucho más allá de su primera canción, conteniendo gemas como 'Hymn 43' o 'Cross Eyed Mary', dos de las canciones más directas y rockeras de su discografía, o la imprescindible 'Locomotive Breath', en la que una larga introducción de piano da paso a un potente riff cortesía de Barre. En su momento fue visto como un disco conceptual pero Anderson que no lo veía así por lo que decidió hacer una sátira sobre todo ello con 'Thick As a Brick', un disco al que llamaría el 'Aterriza como puedas' del género, pero que, más allá de la parodia, es el disco más claramente progresivo de su carrera.

Otro disco fundamental: Thick As A Brick (1972)


Triana - El Patio (1975)

Uno de los grupos más importantes de la historia del rock español. Triana se fundó en Sevilla con una formación en la que estaban Jesús de la Rosa Luque, a la voz y los teclados, Eduardo Rodríguez Rodway, a la guitarra, y Juan José Palacios 'Tele', a la batería. La primera formación también tenía a Dolores Montoya y Manuel Molina, o lo que es lo mismo, Lole y Manuel, lo que ya nos da una clave de esta banda, que quería fusionar el rock progresivo de sus adorados Pink Floyd o King Crimson con los aires flamencos propios de su tierra creando algo único e irrepetible. Al final Lole y Manuel se fueron por su lado, grabando también varias maravillas, aunque más cercanas al flamenco, mientras que Triana se quedaba en un trío en el que los teclados progresivos de Jesús de la Rosa se reforzaban con el deje flamenco de su voz y la batería por bulerías de 'Tele', creando una absoluta obra maestra que servía de punto de partida de eso que se llamó rock andaluz. No hay canción mala entre sus escasos siete temas pero tres de ellas han alcanzado la categoría de himnos absolutos, 'Abre la puerta', 'Sé de un lugar' y 'En el lago'.

Otro disco fundamental: Hijos del agobio (1977)


Genesis - The Lamb Lies Down On Broadway (1974)

He de reconocer que Genesis nunca fueron santo de mi devoción, sobre todo después de perder a su elemento más creativo, Peter Gabriel, pero sería una tontería no reconocer la enorme fuerza de este disco, una obra que avanza la carrera en solitario de Gabriel pero, también, demuestra la enorme fuerza del resto de músicos de la banda, baste escuchar el agresivo bajo de Mike Rutherford en la canción titular o la batería de Phil Collins en 'Fly on a Windshield'. Gabriel logró meter su historia conceptual sobre Rael, un portorriqueño de pantalones vaqueros y chupa de cuero que anticipaba a los punks, a costa del resto de la banda que prefería hacer algo sobre 'El Principito'. Pero es que era 1974 y Gabriel ya había visto como el barco del rock progresivo se había convertido en un transatlántico de excesos, y no quería hundirse "en ese Titanic". El caso es que lo consiguió, 'The Lamb Lies Down On Broadway' sigue siendo progresivo pero está lleno de rabia y agresividad, lo que le hace muy especial, además de contener algunas de las mejores canciones de la banda, como la titular, 'In The Cage', 'The Lamia', 'Back in N.Y.C.', 'Fly on a Windshield', 'The Chamber of 32 Doors' o, por encima de todas, la magistral 'Carpet Crawlers'.

Otro disco fundamental: Selling England By The Pound (1973)


Van Der Graaf Generator - Pawn Hearts (1971)

'Pawn Hearts' es el epítome del rock progresivo, tres únicas canciones, todas ellas por encima de los 10 minutos, con 'A Plague of Lighthouse Keepers', una multi-suite de más de 23 minutos, ocupando toda la cara B. Es excesivo con largas partes instrumentales que no parecen ir a ninguna parte, está lleno de cambios y los teclasdos y los saxofones son los instrumentos principales... Es también totalmente fascinante con un Peter Hammill al frente que parece una especie de Bowie liderando los King Crimson más afilados, no en vano Robert Fripp aparece como guitarrista invitado en todas las canciones. El disco se abre con 'Lemmings (Including Cog)', uno de sus temas más accesibles, le sigue la deslumbrante 'Man-Erg', donde más fácil se pueden ver las comparaciones vocales con Bowie, con ese fraseo operístico tan característico, aunque luego la canicón se rompe en una orgía progresiva llena de furiosos riffs y Hammill dejándose la voz, la canción vuelve a la calma y Hammill nos regala alguna de sus mejores melodías, el final con el piano es de una belleza desgarradora hasta alcanzar momentos épicos con ese estribillo final de "I'm just a man, and killers, angels, all are these, Dictators, saviors, refugees". Es monumental y nos prepara para 'A Plague of Lighthouse Keepers' una canción menos centrada en la que a veces parecen perderse pero que contiene también varios de los mejores momentos de la banda.

Otro disco fundamental: Godbluff (1975)

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