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'El bar que se tragó a todos los españoles': en defensa de la libertad de conciencia
(Foto: Luz Soria)

'El bar que se tragó a todos los españoles': en defensa de la libertad de conciencia

viernes 19 de febrero de 2021, 17:23h

La primera creación de Alfredo Sanzol como director del Centro Dramático Nacional se titula ‘El bar que se tragó a todos los españoles’, un título sorprendente y hasta magnético que, sin embargo y en el fondo, da muy pocas pistas –por no decir ninguna-, acerca de lo que el espectador va a encontrarse durante las tres horas de función que se ofrece en el Teatro Valle-Inclán de Madrid hasta primeros de abril próximo

La función que Sanzol ha escrito y dirigido está llena de personajes (unos 50), de espacios (Pamplona, Orange -en el estado de Texas-, California, Roma, Dinamarca, Madrid…), en donde se desarrolla la acción de un inmenso montaje que capta la atención del público desde el primer minuto y hasta el mismo final. En medio, una decisión firme que marca un antes y un después en la vida del protagonista, un joven sacerdote en crisis que decide colgar la sotana para encontrarse a sí mismo: aventuras, ilusiones, sinsabores, humor –mucho humor, porque las verdades duelen menos si van acompañadas de sonrisas, como muy bien sabe Sanzol-, un profundo calado en la historia de la España de los años 60 del siglo pasado, un breve pero intenso tratado de sociología popular y religiosa post Vaticano II, una loa a la amistad, al amor, a la esperanza, al tesón, a la fe y, sobre todo, una búsqueda decidida y radical de la libertad personal y de la libertad de conciencia del ser humano

Un texto, el de Sanzol, interesante y valiente pero de complicado montaje y de máxima exigencia para cualquier elenco y equipo artístico que, si termina por saber llevar del mundo de la quimera al de los escenarios ese endiablado y complejo montaje puede acabar construyendo una propuesta de ensueño. Así ha sido y el milagro –nunca mejor dicho…-, del teatro ha levantado esta vez una propuesta de las que hacen época. Desde luego en la historia personal del autor y director y –estoy también seguro de ello-, en la de todo el equipo que le ha ayudado a materializar su ambicioso proyecto. Y, por último, en el alma de los afortunados espectadores que puedan acudir a ver la función.

Inspirado en la vida del padre del autor, ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ cuenta, con parecidas dosis de realismo costumbrista y de ficción, la vida de un sacerdote católico que entra en una profunda crisis y decide colgar la sotana para ir en busca del amor y de una vida nueva en la que él sea verdaderamente el protagonista de su destino personal que, de pronto, siente que se lo han robado entre la familia y el seminario. Desde un bar de Pamplona a la Gran Vía de Madrid, su periplo transita además por la Norteamérica profunda, la liberal Dinamarca y traspasa también los muros del Vaticano en esta especie de road movie que termina por materializar los sueños de Jorge Arizmendi cuando en su vida se cruza Carmen Robles, una trabajadora de Telefónica adscrita al departamento de Internacional.

Fascinantes, deslumbrantes las interpretaciones de los nueve actores en escena, comenzando por Francesco Carril y Natalia Huarte que fijan indeleblemente en la retina del espectador varias escenas sublimes (el baile, la discusión para ver quién conduce hasta el restaurante de El Pardo…). Y con ellos, junto a ellos, maravillan también las interpretaciones del resto de compañeros de viaje en esta obra coral: Nuria Mencía, esa magnética, solitaria, misteriosa y atractiva periodista y escritora que seduce al joven Arizmendi; Jesús Noguero, el dueño del bar que abre cada mañana su establecimiento a ritmo de ranchera; Camila Viyuela, alter ego del autor y narradora equilibrada y precisa de los grandes vuelcos que da la historia del joven sacerdote en busca de la dispensa papal que le permita ejercer por completo su libertad; Elena González es primero la madre norteamericana que ha perdido a su hijo y ve en el joven sacerdote su reencarnación, pero más tarde se enfunda también en la piel de una italiana de rompe y rasga en la figura de Gina Zanella; Jimmy Roca es Martin Luther King, y también el Padre Robert; Albert Ribalta, el Padre de Jorge y el Padre anarquista; y David Lorente, entrañable Cura del pueblo al tiempo que un perplejo y dubitativo camarero en el restaurante de El Pardo.

Un hermosísimo trabajo coral de todo el elenco que hace muy difícil señalar en cualquier dirección sin cometer una injusticia evidente con el resto de compañeros.

Brillantísima la sencilla, espectacular y cambiante escenografía de Alejandro Andújar; la siempre poética luz de Pedro Yagüe; la inspirada música de Fernando Velázquez y el preciso espacio sonoro de Sandra Vicente; el vistosísimo movimiento escénico de Amaya Galeote, y el gran trabajo de caracterización de Chema Noci

Sanzol posee la inhabitual capacidad de fundir la reflexión y el juego, lo serio y lo lúdico, lo profundo y lo aparentemente superfluo y lo pone todo al servicio de una historia cercana, en la que todo el mundo, en uno u otro lado, se ve implicado y reflejado. ¿Quién de nosotros, españoles mayores de cuarenta y tantos no se ha cruzado en su vida con algún sacerdote que ha dejado de serlo? Y, sin embargo, sus vidas están herméticamente envueltas con un celofán de silencio, de prejuicios y de dudas. La propuesta del director del CDN se ha ido cociendo en su interior al menos durante tres décadas y, acaso por eso mismo –su padre fue sacerdote-, rezuma verdad, hondura, compasión y afán de ponerse siempre en el lugar del otro para poder llegar a entenderlo.

Los espectadores hemos compartido esa transformación sincera y necesaria de quién un día fuera el Padre Jorge Arizmendi y que ahora ha querido convertirse sencillamente en Jorge. Una historia llena de humanidad, de empatía, de inevitable respeto. Contada a las mil maravillas y que nadie debiera perderse. Absolutamente imprescindible.

‘El bar que se tragó a todos los españoles’

Texto y dirección: Alfredo Sanzol

Reparto: Francesco Carril (Jorge Arizmendi); Elena González (Ranchera, Angelines, Mujer que baila con tocado de estrellas, Telefonista 4, Mujer con maleta que llora y Gina Zanella); Natalia Huarte (Carmen Robles); David Lorente (Cura del pueblo, Tipo de la barra -Alan Rodrigues-, Hombre que baila con sombrero mejicano, Camarero del Pardo, Hombre con maleta y Txistorro); Nuria Mencía (Madre de Jorge, Mujer de la revista - Margaret Miller-, Mujer que baila con disfraz de china, Telefonista 1, Telefonista 3, Camarera filósofa, Enfermera, Mujer con maleta y Dolores); Jesús Noguero (Evaristo, Camarero del Blue Moon -Bob Martino-, Claus Sluter, Francisco Elizondo, Camarero de un bar en Dinamarca, Hombre con maletín, Padre Lazzaroni y Bruno Zanella); Albert Ribalta (Padre de Jorge, Ranchero, Policía Lion Knife, Padre anarquista, Hombre que baila con disfraz de turco, Obispo, Cura con maletín, Crisóstomo Carlucci y Andreas Locher); Jimmy Roca (Padre Robert, Policía Matt Laguarda, Pájaro, Martin Luther King, Médico, Hombre con periódico y Marcel van Gal) y Camila Viyuela (Nagore, Rachel Sluter, Telefonista 2 y Monja de rodillas).

Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar

Iluminación: Pedro Yagüe

Música: Fernando Velázquez

Espacio sonoro: Sandra Vicente

Caracterización: Chema Noci

Movimiento escénico: Amaya Galeote

Ayudante de dirección: Beatriz Jaén

Ayudante de escenografía: Carlos Brayda

Ayudante de iluminación: Antonio Serrano

Ayudante de vestuario: María Albadalejo

Asistente de escenografía y vestuario: Lola Rosales

Alumna en prácticas de la RESAD: Iria Ortega

Realizaciones: Pascualín Estructura Mambo Decorados y Joba Miró (escenografía), Maribel Rodríguez Hernández (vestuario), Hijos de Jesús Mateos y May Servicios para el espectáculo (utilería), Sfumato (ambientación escenografía)

Fotografía: Luz Soria

Producción: Centro Dramático Nacional

Teatro Valle Inclán, Madrid

Hasta el 4 de abril de 2021

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