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Crítica de la obra de teatro 'Bodas de Sangre': Lorca entre Granada y Moscú

Crítica de la obra de teatro 'Bodas de Sangre': Lorca entre Granada y Moscú

domingo 21 de febrero de 2021, 16:27h

Este fin de semana el Teatro Tribueñe ha vuelto a vestirse de largo con las ‘Bodas de sangre’ de García Lorca, uno de los inolvidables montajes de la actriz y directora de origen ruso, Irina Kouberskaya, una de las almas que más y mejor han conectado con la poesía y el teatro del autor granadino.

Lo bueno que tienen las llamadas compañías de repertorio, como es la de Tribueñe, es que cualquiera de los montajes que ha subido a los escenarios desde el mismo momento de su fundación hace ya más de tres lustros, pueden volver en cualquier momento para gozo y deleite de sus numerosos espectadores incondicionales. Estoy seguro de que más de uno de los que acudieron el viernes 19 a ver la función podrían haber sustituido a alguno de los actores o actrices si hubiera sido necesario ante algún contratiempo.

No es extraño porque la palabra intensa y profunda de Lorca adquiere aún un significado más universal, y su teatro es aún más metáfora, más liturgia y más tocado por la fuerza del destino cuando está dirigido por Kouberskaya. Si ‘Bodas de sangre’ Lorca lo situó en algún lugar de su Andalucía atávica, una tierra feroz consigo misma y con los suyos, la actriz de origen ruso despoja la tragedia de cualquier rasgo espacial que lo identifique con Andalucía, ni siquiera con España. Los personajes visten de oscuro (negro, rojo en su mayoría), aunque también hay algún vestido blanco. El escenario queda completamente oscuro y la luz se proyecta con la intensidad necesaria en cada escena. La escenografía inicial es un ataúd que, movido por los actores, se va convirtiendo en cajones, bancos o incluso una especie de maqueta que servirá de fondo en las fotografías del matrimonio de los dos jóvenes casaderos. Suenan mantras, músicas orientales y mediterráneas que lo mismo pueden ser turcas, rumanas o libanesas.

Al cabo, tragedias hay en todo tiempo y en todo lugar… Las resonancias del drama son casi religiosas. Movimientos reiterados, lentos, marcados. Todo apunta a que aquí la muerte está más presente que nunca. Ni la novia, ni el novio, ni los padres, ni el amante y su mujer van a salir indemnes a esa fuerza de la naturaleza que es el sexo, el fatal poder de atracción entre un hombre y una mujer, aunque esta última no quiera confesarse a sí misma que no ha podido olvidar aquellos abrazos de Leonardo cuando hace ya más de diez años eran novios. Después la vida los separó y ahora él tiene mujer e hijo. Ella va a casarse y Leonardo no puede resistir que su novia vaya a ser de otro hombre.

En la versión de Kouberskaya el racial y decidido Leonardo es Zalo Calero; la Novia Nereida San Martín; el Novio Miguel Pérez- Muñoz; la atormentada Madre de éste -un marido y un hijo muertos ya a filo de navaja y algo le dice que habrá un tercer cadáver en la familia-, la soberbia María Luisa Budi, y el Padre de la Novia José Luis Sanz. Y, junto a ellos, Badia Albayati (¡Dios, cómo recita a Lorca esta actriz!); Virginia Hernández, Alejandra Navarro, María Barrionuevo e Inma Barrionuevo (personalísima voz la de la Vecina chismosa, y más aún y muchísimo más inquietante la de la Muerte). Dos horas de pasión, de fatalismo, de poesía, de amor insatisfecho, de tragedia, de muerte y de vida. Una función maravillosa en ese templo del buen teatro, en esa Sala Tribueñe que nunca defrauda y que, pasito a pasito, día tras día, mes tras mes, año tras año, está levantando hermosísimas propuestas teatrales que, de tarde en tarde, vuelve a resucitar para que aquellos que no habían sabido de ellas puedan verlas ahora. Lo he dicho siempre y lo repito ahora: a
Tribueñe puede irse, incluso, con los ojos cerrados, sin saber qué va uno a ver exactamente porque nunca, nunca, sale defraudado, sino todo lo contrario.

‘Bodas de sangre’
Texto: Federico García Lorca
Dirección: Irina Kouberskaya
Intérpretes: María Luisa Budi, José Luis Sanz, Nereida San
Martín, Badia Albayati, Miguel Pérez-Muñoz, Zalo Calero,
Virginia Hernández, Alejandra Navarro, María Barrionuevo,
Inma Barrionuevo y Eduardo Pérez de Carrera
Escenografía y diseño de luces: Eduardo Pérez de Carrera
Espacio sonoro: Miguel Pérez-Muñoz, Jesús Ortiz e Irina
Kouberskaya
Vestuario: Ana Moreno
Técnico de iluminación y sonido: Nicolás Orduna
Teatro Tribueñe, Madrid
19 y 20 de febrero de 2021

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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