Mara y Sonja en la eternidad

Hace cinco años que un particular cuya identidad se desconoce se hizo, pujando hasta los 137.000 dólares, con el lote de 25 cartas de amor que subastaba la casa Doyle de Nueva York. Se trataba de las misivas que Frida Kahlo le dirigió al ilustrador español Josep Bartolí, con quien vivió un apasionado romance que parece consiguió ocultar a su marido mediante envíos a direcciones postales tapadas por amigos y con pseudónimos en los que ella era Mara, diminutivo de “maravillosa”, y Josep se convertía en Sonja por expreso deseo de su amada.

Ese quinto aniversario ha coincidió más o menos en el tiempo con una de las celebraciones más exitosas del Día de los Enamorados en los últimos años (a pesar que casi todo el mundo sabe que san Valentín son los padres); con una fútil descalificación del feminismo de por Frida como feminista por parte de la Vicealcaldesa de Madrid, al considerar que la mundialmente famosa artista mexicana “vivió una gran relación tóxica con Diego Rivera”; y con la presentación en salas comerciales de la película de nueva animación Josep*, dirigida por el gran artista gráfico francés Aurelien Froment, “Aurel” (colaborador habitual en medios como Le Monde Diplomatique, Jazz Magazine o Le Canard Enchainé), seleccionada para el Festival de Cannes 2020 que no pudo celebrarse por el confinamiento pandémico y que finalmente fue estrenada en la Seminci de Valladolid.

Sobre la peripecia del genial dibujante ya se escribió en este medio el 12 de julio de 2020 en un artículo titulado En attendant Josep, pero en unos someros trazos recordatorios baste reseñar que fue uno de los cerca del medio millón de españoles que cruzaron la frontera francesa en febrero de 1939 perseguidos por el ejército sublevado y los cazas de la Luftwaffe; que pasó por varios campos de concentración franceses, pero finalmente pudo huir a Paris y que allí trabajó como decorador en Moulin Rouge y Folies-Bergère. La ocupación nazi de la capital francesa le obligó a huir a Marsella, donde logró embarcar hacia Túnez. Luego Orán, Casablanca y finalmente México donde conoce a Frida Kahlo, que llegará a sentir por él: “… un amor que jamás había experimentado: apasionado, carnal, tierno y maternal” y donde, en 1943, publica su primer libro ilustrado, Campos de Concentración, que recoge su colección de dibujos del vivido espanto. En 1946 se traslada a Estados Unidos y muy pronto se convierte en primer dibujante de la revista Holiday, editada en Filadelfia al tiempo que se integra en la vanguardia artística de la que forman parte personajes como William de Kooning, Franz Kline, Jackson Pollock y Mark Rothko. En 1971 publica el libro Calibán, en 1973 recibe el premio Mark Rothko de Artes Plásticas y en 1975 ve la luz su tercer libro The black man in América.

Dice adiós a la vida el 3 de diciembre de 1995 en la ciudad de Nueva York. Atrás quedan las apasionadas cartas de amor rebosantes de notas, fotos y dibujos, aunque solo se conservan las que ella le dirige a él. La primera es formal y está fechada el 12 de agosto de 1946. La segunda datada el 29 de ese mismo mes ya entra en materia tras la primera tarde que pasan solos en México: “Anoche sentía como si muchas alas me acariciaran toda, como si en las yemas de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel. Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos. Quiero vivir y ser fuerte, para amarte con toda la ternura que te mereces, para entregarte todo lo que de bueno haya en mí (...) Te escribiría horas y horas, aprenderé historias para contarte, inventaré nuevas palabras para decirte en todas que te quiero como a nadie”.

Tiempo después, en octubre, le envía una misiva acompañada de las hojas de una planta que le dice ha regado y besado para él: “… no sé como escribir cartas de amor. Pero quería decirte que todo mi ser está abierto para ti. Desde que me enamoré de ti todo se transforma y está lleno de belleza. El amor es como un aroma. Como una corriente, como la lluvia”.

El 5 de noviembre le informa de que no ha tenido la menstruación desde principios de octubre: “… ¿te imaginas un pequeño Bartolí o una Mara? Ríete de mi, te doy permiso ya que estoy más loca que una cobra”. Semanas después le dice que finalmente no estaba embarazada y al poco la comunicación se interrumpe porque su estado de salud empeora extraordinariamente. Le tienen que amputar una pierna y comienza un declive imparable: “Pies, ¿pará que los quiero si tengo alas para volar”, escribe.

Tras varios intentos de suicidio, fallece el 13 de julio de 1954. Dejando muchas cosas. Entre otras las cartas de amor a Josep: “Cerca o lejos, quiero que te sientas acompañado de mi, que vivas intensamente conmigo, pero sin que mi amor te estorbe para nada en tu trabajo ni en tus planes, que forme yo parte tan intima de tu vida, que yo sea tu mismo, que si te cuido nunca será exigiéndote nada, sino dejándote vivir libre… Te quiero como eres, me enamora tu voz, todo lo que dices, lo que haces, lo que proyectas. Siento que te quise siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y a veces siento que me naciste a mi. Quisiera que todas las cosas y las gentes te cuidaran y te amaran y estuvieran orgullosas, como yo, de tenerte. Eres tan fino y tan bueno que no mereces que te hiera la vida”.

Frida siempre lo tuvo muy difícil. En lo físico y en lo psíquico. Juzgarla globalmente representa, creo, una osadía sin límites. En lo poco que se me alcanza tengo constancia de que intentó ahogar sus penas en alcohol, pero las condenadas aprendieron a nadar.

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* Josep se estrenó en cines españoles en 4 de diciembre, cuando en Francia ya superaba los 150.00 espectadores, algo insólito para una película de animación no infantil. Ha ganado el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cine de Valladolid y está nominada a los Premios de Cine Europeo como Mejor Largometraje de Animación.