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La demagogia sanitaria de Más Madrid

sábado 08 de mayo de 2021, 10:50h

En el contexto de la derrota categórica de la izquierda en la Comunidad de Madrid, una de las fuerzas que se reclaman de esa orientación, Más Madrid, se muestra exultante por el aumento de su caudal de votos, que le permite empatar en número de escaños con el PSOE y superarle en más de cuatro mil votos, lo que convierte a su candidata, Mónica García, en jefa de la oposición al gobierno de Isabel Diaz Ayuso.

Se ha dicho que Mónica García era una desconocida al comienzo de la campaña y eso no pasa de ser una exageración. Esta anestesióloga que labora en el hospital 12 de Octubre, tiene una patente trayectoria en el activismo radical madrileño: fue por años miembro del grupo parlamentario de Podemos Comunidad de Madrid y, tras la ruptura entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, entró a formar parte del grupo parlamentario Más Madrid. Cuando Ayuso adelantó las elecciones, esta formación política la eligió como candidata a la presidencia de la Comunidad.

Como se ha subrayado, su forma de encarar la campaña se ha cuidado de distinguirse de las maneras de Pablo Iglesias, a quien rechazó su propuesta de alianza conjunta desde el principio. Por ejemplo, ha preferido hablar de políticas del odio en vez de denunciar el “fascismo”, como ha hecho Iglesias. Sin embargo, como le han insistido desde Podemos, esas diferencias son mucho menores cuando se examinan los contenidos de los programas de ambas formaciones políticas.

Dada su profesión y su experiencia organizativa en el ámbito sanitario, ha hecho de la defensa de la sanidad pública un pilar fundamental de su campaña. Desde el equipo de Ayuso le han reprochado el uso poco riguroso de los datos y, de hecho, el punto más bajo de su participación en el debate en televisión fue cuando mostró un cuadro sin fuente alguna y Diaz Ayuso se lo recriminó, sin que García pudiera dar una respuesta. La otra crítica que se le hace refiere a las debilidades que presenta su planteamiento para financiar las reformas sanitarias que propone.

Para salir de la controversia subjetiva nada mejor que examinar el programa sanitario de Más Madrid. Una primera sorpresa es que se trata de un extenso listado de medidas puntuales (más de 800) sin mucha explicación de cómo se pondrán en marcha y, desde luego, sin que se hable de su financiamiento. De hecho, si se utiliza el buscador de su página web para preguntar por el tema financiero, aunque se formule la pregunta de distintas formas, la respuesta es siempre la misma: 0 medidas encontradas.

No obstante, el hecho de que el programa de Más Madrid no trate del financiamiento de la salud pública no quiere decir que no contenga una visión general sobre el desarrollo del sistema de salud y su gestión. Dos asuntos se repiten entre sus medidas: la progresiva ampliación del sistema de cobertura universal y la absorción o reabsorción de segmentos de la medicina privada en el sistema público.

Desde luego, no se explica por qué razón debe haber una ampliación progresiva del sistema sanitario. ¿Será acaso porque la demanda de asistencia sanitaria crece continuamente? ¿Y si fuera así, cuál sería el motivo de ese crecimiento? Lo cierto es que se notan más fácilmente sus efectos: largas listas de espera, falta de recursos técnicos y humanos y, en general, una saturación del sistema público. Algo que, por cierto, sucede en todos los países de la Unión Europea y no sólo en España.

La causa principal de esa demanda progresiva de servicios de salud guarda relación con la denominada transición demográfica. Un proceso que se ha acelerado a nivel mundial, si bien cada región se encuentra en una determinada etapa de tal proceso. Europa ha llegado ya a su fase avanzada. Ello significa que se produce una acumulación progresiva de personas adultas mayores (de 65 años y más) en la población nacional. Pronto un cuarto de la población europea tendrá más de 65 años: hoy esa proporción es en Italia el 23%, en Grecia, Portugal y Alemania el 22% y en España el 20%. Y resulta que ese segmento poblacional (de 65 y más años) presenta un 60% de enfermedades crónicas que se agravan progresivamente. Es decir, la demanda de servicios sanitarios crece imparablemente en los países de transición demográfica avanzada. Por eso las listas de espera y el desbordamiento de los servicios han aparecido en Francia, Inglaterra y Alemania, y no sólo en España, como producto de la mala voluntad de sus gobernantes. Desde luego, esa demanda insatisfecha se convierte fácilmente en un buen elemento de agitación para las políticas radicales.

¿Es posible detener ese crecimiento de las necesidades sanitarias? Pues la respuesta es mucho más compleja de lo que aparece en el programa de Mas Madrid. La primera medida consiste en entender el cambio sociodemográfico que nos ha tocado vivir. Y a continuación, impulsar toda una serie de medidas complementarias que suavicen los imperativos de la transición demográfica, cuyo objetivo preventivo general consiste en lograr un envejecimiento saludable. Siempre sabiendo que se trata de avanzar por el curso de un río de poderosa corriente contraria. Claro, la otra solución (más sencilla) consiste en ir aumentando el gasto en salud sin límite, aunque ello ponga en jaque los equilibrios fiscales. Y bueno, siempre es posible acudir al endeudamiento, aunque ello recaiga sobre las espaldas de las próximas generaciones. Desde luego, el colmo de la demagogia consiste en reclamar ese aumento constante del gasto en salud hasta alcanzar el gobierno y una vez en este no realizar nunca ese gasto desequilibrante.

El otro asunto que aparece en el programa de Más Madrid refiere a la medicina privada. Frente a los que entienden la medicina como un negocio, que también existen, Mas Madrid (y Podemos) resuelven el problema procurando su absorción por el sistema público. Este pensamiento simple choca con la realidad del estatus actual de la medicina privada. En todos los países europeos, entre un quinto y un cuarto de su población acuden al sistema privado huyendo de la saturación del sistema público y porque pueden pagárselo. Y las autoridades que saben de gestión y políticas de sanidad, conciben la medicina privada como una válvula de descompresión del sistema público. De hecho, si toda la población que usa el sector privado perdiera esa opción y tuviera que acudir al público, se produciría un completo caos en la sanidad pública. Por ello, en algunos países se han establecido incentivos para que la gente que usaba la medicina privada en edades jóvenes permanezca en ellos cuando envejece, en vez de volverse hacia la medicina pública cuando llega a su sexta década. Algo que ya está sucediendo y conlleva una sobrepresión de la sanidad pública.

En suma, se trata de la clásica situación donde un problema complejo necesita de un tratamiento riguroso, que sólo una visión demagógica puede simplificar. Y no hay duda de que tiene razón Podemos cuando sostiene que, en este asunto, las propuestas de Más Madrid son muy parecidas a las de Podemos. Hay que reconocerle a Mónica García que haya hecho una campaña a pie de calle, sin caer en las formas broncas de Pablo Iglesias, pero lo que vende no es muy diferente del producto que vocea Podemos. Esa visión simplista de la problemática sanitaria es congénitamente populista y dista mucho de ser de izquierdas. La socialdemocracia no hace juegos malabares con la crisis sanitaria de nuestro tiempo.

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