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Aquellos cuatrocientos golpes

jueves 13 de mayo de 2021, 08:13h

Hace poco más de un año que se nos fue Luis Eduardo Aute, pero la mochila sigue cargada de recuerdos, que aunque la vida perdió, dejonos harto consuelo su memoria. Así, siguen muy vivos aquellos cuatrocientos golpes de Truffaut y el travelling con el pequeño desertor, Antonie Doinel, playa a través, buscando un mar que parecía más un paredón.

Un travelling (técnica que consiste en colocar la cámara en un soporte que sigue al sujeto u objeto que se filma), memorable y de culto para cualquier cinéfilo, que según algunos críticos está inspirado en la película Rashōmon de Akira Kurosawa y que algo seguramente tiene, salvadas las insalvables distancias, con el casi pionero que realizó el operador de cámara y embajador comercial de los hermanos Lumière, Alexandre Jean Louis Promio, un año y algo después de ser artífice de la primera proyección cinematográfica de la historia en Madrid, el 13 de mayo de 1896, es decir hoy hace 125 años, un siglo y cuarto, qué barbaridad cómo pasa el tiempo.

Y decíamos no ayer sino líneas más arriba que Promio fue casi pionero en lo del travelling porque durante mucho tiempo la crítica y la historia han dado por hecho que lo inventó rodando Panorama du Grand Canal vu d'un bateau en Venecia y a bordo de una góndola en movimiento, el 25 de octubre de 1896: “Yendo en góndola a mi hotel, veía huir las orillas ante el esquife y pensé que si el cámara inmóvil permitía reproducir los objetos móviles, quizá se podría invertir la proposición y reproducir con ayuda del cine móvil los objetos inmóviles”.

Más, héteme aquí que Thierry Frémaux desvela esto como falaz en su película Lumière! L’aventure commence. Resulta y esto es que en este exquisito documental se desvela que ese mismo año, pero el 21 de septiembre, otro de los camarógrafos de los Lumière, Constantin Girel, había caído en el potencial interés visual de tal recurso, rodando Panorama pris d'un bateau en el río Rin a su paso por la ciudad alemana de Colonia.

Expertos en cálculo diferencial sostienen que entre uno y otro hecho median 36 días a favor de Girel. Grosen putaden, que diría Manolo el del Bombo instantes antes de rebobinar y volver a lo mollar del asunto, que son los 125 años hoy de la proyección en Madrid de fotografías animadas y trenes que al llegar a su estación a punto estaban de traspasar la pantalla.

El suceso tuvo lugar en el lujoso salón-comedor de los bajos del Hotel Rusia, sito en la privilegiada esquina de la carrera de San Jerónimo con la calle Ventura de la Vega, a pocos cientos de metros de la Puerta del Sol.

Tan magno acontecimiento se recuerda con dos placas, ambas erradas en la fecha, ya que la colocada en 1946 hace referencia al 15 de mayo, quizá por ser este el día del patrón de Los Madriles, y en la segunda, instalada en 1996, reza que la “primera sesión de cine” fue el 14. Pero que no, que fue el 13, miércoles, ya se ha dicho y con un programa en el que Promio había incluido Batalla de nieve, Los baños de Diana en Milán, Salida de obreros de la fábrica Lumière en Lyón, La llegada del tren a la ciudad, Derribo de un muro, El regador regado y alguna otra hasta las diez que formaban el repertorio inicial.

La primera sesión fue para prensa e invitados especiales y a partir del día siguiente se estableció en programa en sesiones de diez a doce de la mañana, de tres a siete de la tarde y de nueve a once de la noche, al desorbitante precio de una peseta por cada pase, que en total duraba unos veinte minutos.

En el diario El Correo del día siguiente se aportan algunos datos más: “El programa, repetido varias veces ayer, contenía diez números, entre los que son dignos de mención especial la llegada de un tren a la estación, el paseo por el mar, la avenida de los Campos Elíseos, el Concurso Hípico y la Demolición de un muro”.

Promio tiene una entrevista con el embajador de su país en España, el marqués de Reverseaux de Rouvray, que no tarda en facilitarle un buen contacto con la familia real española que encabeza la Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena. La gestión da sus frutos y el sábado 6 de junio, la infanta doña Isabel, de quince años, asiste a una sesión especial del cinematógrafo que le produce un entusiasmo que pronto contagiará al resto de la familia. Dos sábados después, el 18 de junio de 1896, la casa real en pleno, es decir la reina regente María Cristina y sus tres hijos, Isabel, María Teresa y Alfonso, el futuro rey, asisten a una sesión extraordinaria del recientísimo invento.

Promio aprovecha la vehemencia con la que la regente le expresa sus felicitaciones y le pide permiso para rodar películas en espacios de formación y prácticas de sus ejércitos, a lo que la reina accede de inmediato. Con ese plácet el operador de cámara francés se dirige al cuartel las tropas de artillería acantonadas en Vicálvaro, a las afueras de Madrid y le pide al mariscal responsable su interés en filmar detonaciones de cañón. El alto mando pone el grito en el cielo y le dice que tal cosa no será posible, pero al día siguiente llega una orden desde Palacio para emplazar y disparar seis cañones. La oficialidad descubre la poderosa influencia que el cinematógrafo ejerce sobre la soberana y se pliega a los deseos de Promio.

Así se rueda y estrena Maniobras de la artillería en Vicálvaro, a la que seguirán otras cintas sobre espacios civiles, pero nuevamente militares como la Salida de los albarderos de Palacio y otra, verdaderamente fascinante, que al decir de Thierry Frémaux, director del Instituto Lumière y del Festival de Cannes, es: “… la primera película qué nos confunde”.

Se trata de un grupo de soldados españoles que baila en festiva turbamulta y aparentemente sin ton ni son. De pronto paran y al instante retoman la fiesta y se ponen a danzar una jota, mientras que alguna pareja, agarradita y modosa, se mueve en modo pasodoble. Digno de ver y difícil de creer.

Como escribió Luis y por decir algo, pido perdón por confundir el cine con la realidad. No es fácil olvidar Cahiers du cinéma.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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