Para los optimistas, el crecimiento del PIB norteamericano en el segundo trimestre no resulta tan malo como aparenta. Se esperaba que se acercase al 8,5% y ha resultado ser 6,5% (1,6% si utilizamos la variación sobre el trimestre anterior que es como se publica en Europa). La razón del optimismo es que el consumo creció con fuerza y que fueron los componentes de inversión e inventarios los que descuadraron la cuenta. Para estos optimistas, la contracción de estos componentes tiene que ver con los “cuellos de botella” de la oferta, de modo que, si el consumo se mantiene, lo mejor está por venir. Puede ser. Sin embargo, no es menos cierto que los índices de confianza de consumidores no están respaldando esa asunción, y que el trimestre venía dopado con los cheques que el gobierno envió a millones de hogares entre marzo y abril. Y es que hasta gastar dinero lleva su tiempo, aunque una vez gastado...
Donde las quejas de los consumidores ponen el foco es en la inflación. El deflactor del PIB que ya había sido del 3,8% en el primer trimestre sube ahora al 6,4% y si quiere encontrar consuelo en el subyacente, olvídelo, porque fue del 6,1%. Respecto a los precios, no hay donde esconderse. Formalmente, con este crecimiento, el PIB recupera en EE.UU. el nivel previo a la pandemia y eso permite buenos titulares a pesar de la inicial decepción. Dependiendo de donde ponga el peso, si en lo negativo o en lo positivo, puede apostar crecimientos incluso más sólidos el resto del año, o reducirlo a cerca de la mitad. Tememos más bien lo segundo.
Si (
No(
