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Arrebatos estériles

viernes 30 de julio de 2021, 11:29h

Cuando prácticamente todos los sondeos de opinión -salvo el CIS de Tezanos, claro está, lo cual es la prueba del nueve de que los demás andan en lo cierto-, dan como vencedores al Partido Popular y a Vox, incluso con mayoría absoluta, si hoy se celebrasen elecciones, van los dos partidos representantes de la derecha y vuelven a liarse públicamente en un nuevo conflicto.

Las nuevas tensiones entre las muchas veces antagónicas sensibilidades de ambas derechas toman por razón inexcusable la declaración por parte de la Asamblea ceutí como persona non grata en Ceuta del líder de Vox, Santiago Abascal. Las tensiones han ido tan lejos que, en un primer momento, Vox dijo públicamente estar decidido a romper sus acuerdos de gobernabilidad con el PP en autonomías y ayuntamientos.

Aunque, probablemente, no llegará la sangre al río y Pablo Casado haya matizado después la abstención del PP en aquella votación, parece que Abascal no se siente satisfecho con ello porque habría deseado una desautorización inmediata y expresa del presidente ceutí, Jesús Vivas. Y, entre tanto, claro está, en Moncloa se siguen frotando las manos por esta nueva pelea de gallos que lo único que provoca es desaliento en sus huestes y seguidores y una algarabía indisimulada en las filas de la izquierda que ve en estos virulentos rifirrafes una nueva tabla de salvación para seguir detentando el poder.

Si fuera el primer desencuentro entre ambos líderes de derechas podríamos entender su irreflexivo recurso a la testosterona para intentar llevarse la ascua a su sardina política, pero no es la primera y –conociendo a los dos contrincantes políticos-, probablemente esta no sea tampoco la última. Si unos, los populares, no han medido muy bien las consecuencias de su abstención, que fue determinante para la declaración de Abascal como non grato a la ciudad de Ceuta, la salida desbocada e irreflexiva de Vox no es tampoco de recibo porque, a la postre, el único beneficiado de estas peleas de gallos no es otro que aquel a quién ambos pretenden desalojar cuanto antes del corral de la Moncloa, Pedro Sánchez.

Los desencuentros entre los dos partidos de la derecha española tienen su origen inmediato en aquel tremendo y abrupto pleno del Congreso de los Diputados en el que Casado arremetió virulentamente contra Abascal, recurriendo incluso al ataque personal. Desde entonces, las sensibilidades, no solo entre los dos líderes sino también entre las dos formaciones políticas quecapitanean , están más que alteradas y han ido creciendo y, posiblemente, hayan dado también espacio al rencor.

Si es humano que ambas formaciones hayan derivado en estos caminos de la revancha y la venganza políticas, es imperdonable que persistan en el error de seguir queriendo limpiar sus trapos sucios en la tribuna pública y en un combate irracional de egos desbocados. Con ello, no solo no colaboran en su obligación política de maximizar las contradicciones y los errores del gobierno de la nación y de los partidos de izquierda que lo sostienen, sino que además se deslegitiman mutuamente como partidos incapaces de acudir al diálogo y a la negociación para limar sus diferencias y organizar un frente común de oposición seria al ejecutivo presidido por Sánchez.

Dejar paso al arrebato y a la ira entre dos líderes con sus partidos respectivos que, aun estando en la misma corriente ideológica, mantienen sus legítimos matices sobre muchas de las cuestiones esenciales que hoy acucian a la política, la sanidad y la economía españolas, de seguir así no van a perdonárselo sus electorados respectivos. En un momento en el que el tercer partido del entorno conservador, liberal y democrático, Ciudadanos, ha desaparecido prácticamente del panorama electoral español a juzgar por los últimos resultados obtenidos, tanto el Partido Popular como Vox debieran haber identificado ya, e inequívocamente, que su adversario político está al otro lado, es decir, a la izquierda. Casado y Abascal debieran aparcar ya, y de una vez por todas, sus diferencias personales en favor de las dos formaciones políticas que lideran para tratar de encontrar caminos convergentes que marquen un final a plazo fijo de la presencia de Sánchez en la presidencia del gobierno.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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