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Un primer balance de este Annus horribilis

miércoles 04 de agosto de 2021, 07:40h

La llegada a España del COVID 19 a partir de marzo de 2020 ha dejado en nuestras conciencias una huella indeleble. Ninguno de los hombres y mujeres que nos han antecedido en la historia de la humanidad se habían pasado más de tres meses encerrados en sus cuevas, sus campamentos, sus casas o, como ahora y en su mayor parte, en sus pisos y apartamentos durante tanto tiempo. No es difícil, pues, explicarse el porqué de la irrupción en tromba de la ansiedad, la depresión o el miedo en nuestra sociedad. Y tampoco que el poder político haya aprovechado esta circunstancia pandémica para poner el turbo y comenzar a tomar una serie de decisiones y de abordar una serie de reformas para las cuales y , en otro momento y sin esta situación, probablemente hubiera necesitado años y años para llegar al mismo punto.

Para ser más concretos, y si hubiera que fijar dos o tres aspectos que, de forma general, hayan caracterizado este año y pico de gobierno durante la pandemia en España creo que bastarían dos o tres palabras para enmarcarlos: dejación de funciones, indultos y mentiras. Es obvio que el ejecutivo de Pedro Sánchez ha dejado en manos de las comunidades autónomas la gestión diaria de las decisiones más duras frente al covid y, además, con ese ánimo de no querer soportar las consecuencias de las medidas que pudieran desgastar al gobierno, se ha replegado hasta el punto de no aparecer más que para ponerse las medallas. En especial la de la vacunación, y eso que la compra de viales dependía de Europa, por un lado, y, por otro, de las comunidades autónomas para su administración a los ciudadanos. Y ello hasta el punto de negarse a legislar para prevenir nuevos aspectos que puedan surgir de esta pandemia, o el afrontar otras nuevas con un mínimo de coordinación y homogeneidad.

Las varias decenas de miles de muertos en la pandemia que el gobierno Sánchez no ha querido reconocer nunca en su totalidad están en la base de ese empecinamiento. El resultado final: 17 formas distintas de abordar la lucha anticovid y, por el momento, cinco olas con cientos y cientos de miles de infectados a pesar de superar el 50 por ciento de personas vacunadas ya en este verano 2021.

El hecho de que el ejecutivo dependa absolutamente de los apoyos que ha querido buscar exclusivamente entre las izquierdas más radicales (Unidas Podemos y sus satélites), y entre los nacionalismos independentistas (Esquerra, Bildu y PNV), por otro, le han hecho rehén de su ánimo de mantener el poder a toda costa. El resultado, ya se ve, cesiones económicas y políticas constantes a los dirigentes nacionalistas. Las más dolorosas e impopulares de todas ellas, las relacionadas con medidas de gracia hacia aquellos que más directa y cruelmente han atentado contra el estado: los indultados del procés.

Y, por otra parte, de los compañeros de viaje de Bildu, es decir, de los etarras convictos y confesos de delitos de sangre que, a pesar de todo y semana tras semana en los últimos meses, están obteniendo sustanciales mejoras de su situación penitenciaria a través de acercamientos a cárceles del País Vasco. Y, lo que aún es peor, el ninguneo y la afrenta constante a la que se está sometiendo a las organizaciones de víctimas del terrorismo que aún siguen sin dar crédito al giro de 180 grados de la política gubernamental en este terreno.

El tercer aspecto al que me refería es el de la mentira. Las redes, los medios y la memoria de todos los españoles tienen bien grabados en sus discos duros o en su cerebro los compromisos, las promesas y los triples saltos mortales dialécticos de la facción socialista del gobierno, encabezada por su generador, Pedro Sánchez, que, como consecuencia de los nefastos resultados obtenidos en las elecciones del pasado 4 de mayo en Madrid, ha llegado a tener que efectuar un profundo cambio de gobierno hace solo unas semanas, con el fin de lavar su imagen de deterioro político, aunque con muy dudosos resultados en este fin último porque el presidente sigue sin poder hacer apariciones abiertas en público para no encender los abucheos, las recriminaciones y las acusaciones de muchos ciudadanos que, al comparar las promesas electorales y los hechos del día a día, ven que hay un trecho infranqueable que no parecen dispuestos a perdonar.

Hay también un cuarto asunto, a nuestro entender, extremadamente grave y del que aún no se ha hablado con suficiente profundidad y contundencia porque, al menos por el momento, aún no ha adquirido el rango de ley. Me refiero al anteproyecto de ley que el ejecutivo estudió el pasado 22 de junio en el Consejo de Ministros y que reforma aspectos esenciales de la Ley de Seguridad Nacional. Entre otros, y, por ejemplo, la adopción de medidas excepcionales (expropiación de bienes, movilización de los ciudadanos, etc.), mediante Real Decreto sin consultar al Consejo de Seguridad Nacional o al Congreso. Los tintes de este anteproyecto son de tal calado y gravedad que, desde luego, exigen la máxima alerta de políticos y ciudadanos. Para no alargarnos más, hablaremos de ello en próximas fechas.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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