Con el crucifijo en la mano

Después del coleto del 2 de diciembre, el hombre volvió a poner el disco rayado de la rectificación, el reencuentro y cualquier R que se le ocurra. Un recurso que Chávez ha utilizado cada vez que deja de llover en las cabeceras de los ríos.

Y la verdad es que de eso nada. Él mismo, de tanto estar en poder repitiendo la misma morcillera, se ha cansado de decirle al país, en su condición de excelentísimo militar, que hay una cosa que llaman retroceso estratégico. Este, aunque todavía subsiste la amenaza del triunfante comandante de la operación multilateral de rescate humanitario de que jugaría rojo y la piragua con la oposición, es uno de esos retrocesos.

¿Revisar? ¿Rectificar? ¿Reimpulsar? ¿Con qué se sienta la cucaracha? Si Chávez en lo individual ha llegado a un punto en que todo lo mal que hace se nota. Esa es la diferencia. Antes, lo pésimo de su gobierno, quedaba bajo las cobijas de los escándalos, el enamoramiento colectivo y las mentiras cantadas. Ahora, la cosa es diferente. Es malo. Su gobierno es un fracaso. La gente lo sabe y, para rematar, no es posible disimularlo ni esconderlo. Son malísimos.

Esas tres R, además del discurso repetitivo, no tienen motores. No hay con qué echar andar la coba esta vez.

El mismo gabinete, las mismas personas, el mismo cogollo. Entran unos, salen otros. Los mismos viejos y pavosos comunistas, los mismos militares nuevos ricos, los mismos jalamecates buscavidas. El mismo discurso hipócritamente socialistoide forrado de dólares, los mismos planes con otros nombres, las mismas peleas internas por el billete y las cuotas de poder, el mismo egocentrismo, las mismas familias medrando y enriqueciéndose en Caracas y en los llanos a cuenta de sangre de próceres y libertadores de pobres. Pura coba. Embuste pública y notoria.

Así estará de mal la cosa que Chávez admite que tiene que irse en 2013. Ni un día antes. Que enfrente, como un valiente jefe de rescates internacionales, todas las barrabasadas que por años le aplicó al país sin ninguna vergüenza ni moral revolucionaria.

Inseguridad, corrupción, basura, ineficiencia, inflación, personalismos. Y hay más. Se quedó corto el genial estratega militar que diseñó, explicó vestido elegantemente en cadena y lideró en el sitio con uniforme de combate, la exitosa operación Enmanuel. Lo que no dice es que tienen nueve años pudriendo al país en esos y otros aspectos. Si lo que han hecho es tapar, manipular y esconder esos problemas para aparentar una perfección de pacotilla. Ahí tiene para lucirse. El maletinazo, las denuncias en Pdvsa, el narcotráfico instalado como otro poder, los malandros como quinto motor del proceso, no hay ni dólares para aguantar la mecha de importaciones. El desastre es monumental. Pero, como ya se sabe, no harán nada. Es la misma gente con el mismo cuento. Tres R. Sí, claro. Robo, rumba y retroceso.

Elides J. Rojas L. (*)
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* Es Director de Información del Diario El Universal de Venezuela