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Conveniencias y urgencias sanitarias y políticas

viernes 10 de septiembre de 2021, 10:18h

El galimatías político en torno a la pandemia del coronavirus en España nos tiene sumidos en una perfecta recreación del esperpento de Valle-Inclán. Lo grotesco y lo absurdo son ahora, como entonces, reflejo de la realidad de España, como venía a decir Max Estrella en la escena 12 de ‘Luces de bohemia’.

Y es que, al degradarse la realidad, primero aparece la farsa y, a renglón seguido, el esperpento: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Tuvo que ser Max, ciego, poeta y pobre, quién únicamente y con profundo dolor descubre la verdad de una España fracturada que nadie parece querer ver.

Y digo esto porque el esperpento sigue instalado en medio de nosotros. Ahora el gobierno Sánchez quiere iniciar una investigación en torno a los afectados, en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado, por el poliovirus, la pandemia en época de Franco. Lo recoge así el proyecto de Ley de Memoria Democrática publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales el 30 de agosto pasado.

Este es ahora, al parecer, un tema “urgente”, “crucial” para Pedro Sánchez, presidente del gobierno, ya que el poliovirus provocó en España graves discapacidades físicas en 12.000 niños al tiempo que causó la muerte de alrededor de 2.000.

Por lo visto, al señor presidente el asunto de la polio debe de parecerle un tema de más calado que la investigación sobre los posibles errores de gestión de nuestras autoridades sanitarias en torno al coronavirus que, después de año y medio, sigue aún entre nosotros y con cifras muchísimo más preocupantes que aquellas del siglo pasado.

Según datos del Ministerio de Sanidad, son más de 80.000 los fallecidos en España por la covid, al tiempo que el INE estima que, hasta el día de hoy, son ya más de 120.000 el número de personas fallecidas. En otras palabras, que a pesar de que las cifras de víctimas mortales por covid multiplica entre 40 y 60 veces las de aquellos que la perdieron por polio hace más de seis décadas, al gobierno no le interesa abrir investigación alguna sobre sus posibles errores a través de algún comité independiente de expertos. Razones tiene para ello.

Rafael Matesanz, exdirector de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), decía hace solo unos días al diario La Razón que aquí “ha primado más no perder votos que la salud… La pandemia se ha llevado por delante vidas, puestos de trabajo, libertades y nuestro modo de vida. Ha cambiado todo y nada para bien”. Y es que han sido tantos, tan continuados y tan reincidentes los errores de gestión de la pandemia cometidos por el gobierno, sobre todo en la época Illa que, al menos, es una situación sonrojante para todos.

Sin ánimo de exhaustividad, recordemos ahora alguno de esos errores. Todo comenzó con la contumacia de mantener las manifestaciones del 8 de marzo contra viento y marea. Después vendrían los primeros centenares, miles de infectados que, poco a poco, fueron llenando también las plantas de los hospitales y las UCI.

Pronto pudo verse también que la falta en hospitales de material de protección adecuados se hacía aún más patente cuando llegaron los primeros EPI defectuosos y, tanto en centros sanitarios como en farmacias, las mascarillas eran escasas (un juzgado de Madrid, por cierto, acaba de abrir diligencias contra Illa por un posible delito contra la salud de los sanitarios por el caso de las mascarillas fake). También carísimas para la población dada la escasez de la oferta. Algo parecido sucedió también con los PCR y los test de antígenos, que muy pronto se revelaron como materiales absolutamente necesarios para iniciar las cuarentenas y prevenir así la multiplicación de los contagios.

Notable fue también la tendencia sistemática por parte del Dr. Simón, como portavoz del Ministerio de Sanidad, a minimizar la importancia de las nuevas cepas que iban llegando a España, sobre todo a través de los aeropuertos, sin que el gobierno hiciese nada para evitarlo (pidiendo test obligatorios a los viajeros y sometiendo a estos a las correspondientes cuarentenas si daban positivo. Ayuso lo pidió reiteradamente a Illa y este se negó siempre a implantarlos). Incluso la utilización de mascarillas fue al principio desestimada, luego aconsejada y, al final, se hicieron obligatorias. Las disparidades de las cifras aportadas con permanente confusión por las autoridades sanitarias contrastaron, desde el principio, con los estudios estadísticos efectuados desde el INE comparando las muertes en 2020 con las de años anteriores… Y, a pesar de que se le pedía insistentemente al gobierno por parte de algunas comunidades autónomas, este se negó a promover una legislación específica para aplicar en tiempos de pandemia, circunstancia que ha complicado más aún las intervenciones de las comunidades autónomas en las olas que han ido sucediéndose en este tiempo. Y, en fin, la alusión permanente a ese comité de expertos que, hipotéticamente, guiaba las “buenas prácticas” del ministerio, se reveló como inexistente en una de las fake news más cínicas de nuestras autoridades que, en última instancia, lo único que han hecho ha sido provocar la total desconfianza de la población en sus informaciones y consejos.

Todos estos errores, y algunos más, han situado a España como uno de los países con mayor mortalidad añadida del mundo en relación con su número de habitantes, una circunstancia, sin embargo, que tampoco ha sido nunca claramente reconocida por parte de las autoridades sanitarias. La conclusión creemos que no ofrece dudas: sería mucho más importante conocer qué se ha hecho mal o regular en la gestión de esta pandemia para así intentar no repetir los mismos errores e ir anticipando las soluciones en futuras posibles nuevas olas e, incluso, ante la irrupción de otras nuevas de características y naturaleza distintas, pero de protocolos y soluciones parecidos. Pero no, al gobierno Sánchez le parece mucho más urgente emprender ahora un estudio sobre la polio.

Es obvio que al gobierno Sánchez le interesa mucho más seguir ahondando en temas relacionados con la memoria histórica que poner en marcha una comisión de expertos que lleven a cabo una auditoría por su gestión de la pandemia de covid. Por eso, claro está, tendremos sin duda una comisión de investigación de la polio, pero no del coronavirus. Se admiten apuestas.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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